XXXIII: Cataplín, Cataplán... Los enamorados se separarán (+18)

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Guyana agarró las caderas de su amado para juntarle contra su cuerpo, como humano Venezuela era más pequeño que él, así que giró y le dejó debajo de su cuerpo comenzando a frotarse contra él, sacándole pequeños gemidos y jadeos. No sabía cómo era que su hermanastro tenía la habilidad de encenderle, pero allí estaba él, poniéndolo en cuatro ya desnudo mientras lamía el agujero que pronto le recibiría.

Apretó esas rosas nalgas que después de mucho volvían a ser toqueteadas por él, se apartó de su húmeda entrada para incorporarse y pegarse detrás de su trasero; comenzando a quitarse la ropa.

—Does this turn you on?—preguntó mientras se desabrochaba los pantalones pescadores—¿Sientes la ropa caer de mi cuerpo~? En espera de entrar en ti

Venezuela siente ese placer que le daba su pareja, jadeaba con una sonrisa de picardía llena de lujuria y placer, solo agachó la cabeza apoyándose del suelo. Le fascinaba cada vez que su pareja le tocaba y le daba tanto placer hasta ponerlo duro como una piedra, ya en cuatro, solo jadeó sintiendo cómo empezaba a escurrir un poco de saliva que tenía por ser penetrado por la lengua del contrario.

—S-si... M-me prende demasiado...

Dijo entre jadeos, sintiendo cómo la ropa del contrario bajaba, claramente escuchaba atento a todo lo que el contrario hacía provocando que este soltara un pequeño gemido un poco desesperado por el placer que el contrario le otorgaría.

—P-por f-favor... G-Guyana e-entra... T-te necesito... p-por favor...—Gimió mirándolo deseoso y necesitado por tener adentro a su pareja

♠╪♠→En el castillo...←♠╪♠

Siria suspira mientras una pequeña sonrisa adorna sus labios, sin dudas, esta era su oportunidad, su carta para recuperar algo de su orgullo después de tantos fiascos en su vida. Desde la muerte de su madre y su ascenso como rey, su vida parecía estar destinada a lo que los demás querían, lo que los demás decidieran.

Irse con Venezuela lejos era la oportunidad de oro que había estado buscando. Asiente con la cabeza comenzando a caminar de regreso al castillo con Guayana Francesa; estaban un poco más antes de llegar a las playas del reino porque habían querido que la reunión fuera secreta.

Escucharon gemidos al acercarse, los dos se miraron confundidos, pero al llegar Siria sintió un tirón de excitación al ver cómo Venezuela, puesto en cuatro con la mejilla en el suelo, gemía y se estremecía al sentir los vaivenes de Guyana fuera de su cuerpo.

El guayanés gemía mientras se encimaba sobre el trasero y la espalda de su pareja, con sus manos tomaba sus glúteos y lo apegaba a su entrepierna para escuchar los gritos y súplicas de más de su pareja, se relamió los labios y se inclinó, acomodando a Venezuela de manera que estuviera siendo follado contra una piedra, de esa manera era más cómodo y su pareja no se llenaría de tierra.

—Hueles bien—gimió mientras seguía hundiéndose en el venezolano—Amor, eres una pequeña zorrita desconsiderada—dijo, sabiendo que sus palabras eran como gasolina para el ardiente tritón—Did you want to have a child with me?—preguntó entrecortadamente por los gemidos—A-Ah... You-You're un heat... Mierda... ¡Qué rico estás!

Siria vio la ira nublar la faz de Guayana Francesa, éste parecía querer a degollar a Venezuela. Así que el rey detuvo al tritón diciéndole "No, ahora no, no es el momento. ¿Tienes un arma mágica para atrapar a Guyana?"

Venezuela arquea la espalda apegándose a la piedra, sacando sus garras para empezar a arañar a ésta con lágrimas sonrojado, gimiendo fuerte sacando la lengua.

Mar de sangre para el Rey (GuyiVene)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora