V: Había una vez... Una amenaza

164 30 0
                                    


Vene lo miró en silencio para asentir y tratar de levantarse, pero no lo logró solo pudo caer de cara de nuevo, sólo trató de levantarse más no pudo, solo dijo con una voz quebrada y medio ronca:

—No puedo caminar... Imbécil... No sé caminar idiota...—dijo para sentarse en el suelo, para fácilmente mostrarle que se pudo soltar del amarre, mostrándole la cuerda desatada—Los humanos de verdad son una plaga...—dijo mirándolo con asco y desagrado, no iba a doblegarse en ese momento

—¿Qué clase de ser se convierte en humano si no sabe utilizar sus piernas?—dijo burlón para agarrarlo y empezar a cargarlo hacia una cueva. Lo depositó en el suelo y al escuchar lo último, sólo rió ante el comentario—Yo no fui culpable de que las aguas del mar te trajeran hasta mí—dijo burlón para tapar la entrada con una roca.

Estuvo todo el día construyendo una jaula y sólo la terminó durante la noche, por suerte había tenido tiempo de pescar otros peces, así que la comida no le haría falta. Retiró la roca de la entrada para señalarle al venezolano la jaula de bambú y nudos que había diseñado.

—Entra allí.

"Ya perdí... A lo único que me importaba en la vida.... Ya no tengo a mi hermano... Ni a mi familia... Si me va a matar que lo haga... Así al menos podré estar con ellos..."

Pensaba con pesadez mirando con molestia al contrario, sentía un poco de dolor, tenía hambre, pero solo mantenia silencio, lo miraba cansado y débil más no tenía más opción, miró la jaula y escuchó su orden. Alzó la ceja y le señaló sus piernas.

—No sé caminar... ¡¡¡Acércala un poco como mínimo idiota!!!

El sirio suspiró con molestia, sólo lo tomó en brazos para meterlo cuidadosamente en la jaula, luego la cerró. Le pasó un pescado asado, para que lo comiera.

Sólo cuando el silencio se tensó más aún el sirio alzó la vista de su plato y miró al venezolano.

—Soy Siria... ¿Cómo te llamas y por qué estás aquí?

Vene al estar en la jaula solo se abrazó así mismo con miedo y temblando un poco, miró la jaula por todos lados, no veía mucha escapatoria, alzó la ceja al ver que le entregó comida, su estómago gruñó fuerte pero se negó a comer, desviando la mirada para luego escuchar su pregunta y murmurar su nombre.

—Venezuela...—dijo en voz baja, estaba un poco pálido.

—Vamos come un poco, pareces muy desnutrido—dijo preocupado al ver que no comía—¿Acaso es porque eres hermano de los peces o algo así? Porque no tengo frutas, tendrás que hacer un esfuerzo

Alzó la ceja un poco, mirándolo medio desconcertado, ¿Por qué de repente le interesaba si quería o no que comiera?

El tritón le sacó el dedo medio.

—¿¿Para?? ¿Exactamante para qué? Solo te interesa venderme... Prefiero morir antes de servirle a un maldito humano de mierda.

Ante aquella insolencia, el iraní sólo sonrió, acercándose lentamente a su jaula hasta que quedaron frente a frente.

—Muy bien, si quieres morir supongo que tendré que ir tras ese... ¿Colombia? Sí, eso dijiste... Y si no lo encuentro a él sino a alguien más, igual disfrutaré—dijo alzando su mentón

El pelinegro abrió los ojos de golpe al escucharlo, sus ojos empezaron a cristalizarse mirándolo con miedo.

—P-por favor... N-no lo haga... O-obedeceré lo que me diga s-señor.... —tragó saliva mirándolo, solo agachó la cabeza mirando el suelo, tomó el pescado y se puso a comer en silencio.

No quería que Siria fuera tras nadie más, prefería ser él quien estuviese entre sus redes que alguien más.

—H-haré lo que sea p-para que usted esté contento p-por encontrarme y esté s-satisfecho..-—dijo decaído, comiendo un poco rápido para luego mostrarle que había comido lo que le entregó—No somos familias de los peces.... Somos como ustedes y los animales terrenales... Usted vive entre ellos... Y se los devoran.. Nosotros igual... Aunque seamos "De la misma especie"... No somos iguales...

—M-mi nombre es Venezuela... Estaba nadando lejos de mi territorio cuando un tiburón me atacó... Y... luego me enredé en la red... —decidió responder las preguntas anteriores que le había hecho, con una voz triste y decida, pero solo se mantenía firme, mirándolo a los ojos y alejándose un poco de él por miedo—Tenemos la habilidad de transformar nuestras colas en "colas humanas"

El menor seguía sin saber cómo llamarles ya que a él le gustaba más ese nombre, ya que eso parecían para él.

—Pero yo... Es la primera vez que realizo la transformación en tierra... Nunca antes he salido del agua... Para probarlas... Por eso... Yo no sé caminar señor...—dijo mirándolo acurrucado en una esquina de la jaula, abrazando sus piernas desnudas, mirándolo con algo de miedo, no podía confiar en él, pero prefirió darle la más limitada información posible.

El sirio abrió los ojos de par en par ante la revelación de aquello. Ahora que miraba atentamente al venezolano, notaba que estaba desnudo y algo rasguñado. Qué idiota, no había reparado en ello antes.

—Perdona... He sido un poco bruto—dijo acercándose a él con lentitud para sacarlo de la celda.

Ya la amenaza estaba hecha, el tritón no se iría y arriesgaría a que el sirio empezara una cacería de tritones.

—Te ayudaré con eso—dijo señalando sus piernas—Pero primero necesitas ropa.

En respuesta, el menor asintió con la cabeza un poco asustado para salir de la celda, gateaba un poco para luego sentarse en la arena, solo mantenía su cabeza gacha, sin verlo a los ojos aún un poco desconfiado del contrario. Se dedicó a solamente jugar con la arena entre sus dedos como si fuera un niño pequeño, tarareaba una canción, era la canción que su hermano solía cantarle cuando tenía miedo de algo

—Hay un puerto que tiene tu nombre, ¿Vives cerca de allí?—inquirió curioso.

Venezuela lo miró un poco desconcertado y solo asiente levemente.

—Sí, he ido ahí antes por las sobras y las cosas de unos humanos...

Mar de sangre para el Rey (GuyiVene)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora