XLIII: Cataplín, Cataplán... La perla de la verdad

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A la mañana siguiente Guyana se despertó convertido en tritón, miró a su lado al durmiente joven y una suave sonrisa volvió a instalarse en sus labios. Le besó la frente y le arropó, nadando a la cocina del palacio para traerle algo al chico.

Todo era maravilloso, una mañana reluciente, estaba el día perfecto, después de una noche perfecta para muchos tritones. El pequeño latino se fue despertando poco a poco para estirarse levemente, rascándose la cabeza para luego tocar su frente, se sentía mareado y un poco aturdido, apenas sí recordaba algo de anoche.

—Coño e la madre.... No debí beber tanto... ¡¡Momento!! ¡¡Yo no bebí un coño!! ¡¡¡Y esta no es mi habitación!!! ¿¿¡¡Y por qué mierda ando desnudo!!?? Y de paso....

Se quiso levantar pero le dolían las caderas demasiado, solo soltó un chillido para quedar en el suelo, sobando con cuidado su cola estrellada. Después solo se acurrucó en ésta, para mirar a su alrededor y tratar de recordar algo, al menos un pequeño fragmento.

—Mierda a ver mamaguevo, recuerda qué coño pasó.....

Se dijo así mismo tocando su cabeza, cerrando los ojos, en eso se le vinieron unas pequeñas imágenes. Una era donde aparecía peleando con Surinam por algo, luego de repente se le vino una imagen donde estaba cubierto con sangre y amarrado con sus propias raíces.

La siguiente sí que lo saco de onda, se encontraba en otra alcoba con un tritón musculoso hablándole, ese tono de voz era de Noruega lo conocía bien. Pero su último recuerdo era cuando decía el nombre de Guyana y decía a todo pulmón que lo amaba. Solo se sonrojó y se tapó la cara con las manos, ahogando un grito de desespero, no podía creerlo.

—Coño a ver... Surinam me pelee con él por una puta razón... Luego... Me herí yo mismo... Y después... El noruego me quiso coger... O tal vez si me terminó cogiendo pero dije el nombre de Guyana sin querer... O tal vez si fue queriendo... ¡¡MIERDA LA CAGUÉ Y DE PASO NO SÉ CÓMO COÑO TERMINÉ AQUÍ!!

Ya no sabía qué hacer, solo miró su orificio un segundo, viendo cómo aún estaba escurriendo un poco de un líquido blanco, se asqueó de sí mismo para luego cubrirse con unas algas.

—Por favor, por favor que nadie sepa que estoy a-

Se cayó por completo al escuchar cómo alguien abría la puerta, se volteó con algo de miedo para encontrarse con el guayanés con una sonrisa de oreja a oreja, con una mirada llena de satisfacción y llena de alegría, éste no entendía si era porque lo encontró en ese estado o era porque...

Oh mierda no, eso no... Lo habían hecho ahí... Como en los viejos tiempos y le confesó lo que sentía al venirse. Su rostro era un completo poema, todo rojizo, mirándolo con vergüenza, ocultando parte de su cuerpo entre las algas, mirando al contrario con una sonrisa nerviosa.

—Ammmm... Tú y yo... Lo hicimos... ¿Verdad?—preguntó esperando una respuesta del contrario, no estaba seguro pero le daba algo de miedo la respuesta, aunque por dentro le alegraba, sabía que no había sido una simple calentura.

Guyana al escucharle preguntar esboza una ceja confundido, ¿Se le había olvidado? Como por arte de magia, recordó las palabras de Noruega sobre que el venezolano en realidad había estado bajo un hechizo. Un sonrojo se aparece de oreja a oreja en su rostro, se acerca sin decir nada al venezolano y se sienta a su lado, le entrega la comida, pero mira hacia el otro lado, quiere poner una mueca de molestia... ¡Pero la vergüenza le gana!

—Yes... We did it—murmura bajito, como cuando el venezolano le atrapó tocándose por pensar en él... ¿Hace cuánto había sido eso? Ah sí, antes de la muerte de Siria.

Mar de sangre para el Rey (GuyiVene)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora