XLV: Cataplín, Cataplán... La reunión secreta

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Cuando Surinam despertó en la celda, tuvo que darse unas buenas bofetadas para comprobar, por desgracia, de que no se trataba de un sueño. Se acurrucó en una esquina y temblando, sollozó por lo bajo, no queriendo que ningún guardia ni ningún recluso lo escuchara.

Luego de que sus lágrimas se secaran, su infantil mente comenzó a pensar, con enojo, que en realidad su existencia siempre había sido una maldición para todos los tritones y sirenas. ¿Por qué tenía que pasarle esto a él? Su enojo hacia Venezuela, Guyana y Guayana Francesa aumentó en tan sólo dos horas, donde se percató con tristeza y amargura, de que sus poderes habían sido arrebatados.

Pero esto no se iba a quedar así.

Ya tenía un plan de escape, pero deseaba quedarse allí un rato más para sacarle provecho a su estancia en la cárcel.

Su oportunidad de oro estuvo representada en ese tritón rey que había sido acusado de violación, Noruega estaba frente a su celda, con las vendas cubriendo su cabeza. El surinamés sonrió, susurrándole, le llamó:

—¿Quieres vengarte de ellos?

Noruega no podía creer que el rey venezolano le tratara de esa manera, aunque por dentro no se esperaba la enorme diferencia que era el rey cuando estaba tranquilo y feliz, que cuando estaba en su modo de ataque.

Al escuchar la voz de un niño, solo alzó la ceja levemente viendo a Surinam.

—¿Y tú eres?... Eso a ti no te importa....—dijo de manera fría mirándole semi-enojado, desviando la mirada.

♠╪♠→Por otro lado...←♠╪♠

El semblante serio y frío de Oslo delataba lo incómodo y molesto que estaba con la realeza del lugar, Oslo no sabía cómo sentirse sin un vínculo familiar cerca, le producía melancolía. Sin embargo, ni siquiera los guardias le dejaron ver a su padre, temían que intentara ayudarle a escapar.

Y con toda la razón, Oslo haría lo que fuera por su familia, había sido inculcado con ese valor.

Cuando las cosas estuvieron algo más calmadas, la noche caía y las estrellas se asomaban. Oslo pasó por la puerta del rey venezolano, escuchando gemidos en la habitación, pronunciando "¡Guyana!" a cada suspiro.

El príncipe se detuvo un momento, frunciendo el ceño al escuchar cómo el agua se agitaba y calentaba en aquella habitación. Lo recordaba, ése era el nombre del esposo del tal... Guyana Francesa.

"Qué hipócritas"—pensó con asco Oslo.

Salió con sigilo y sin que nadie le viera del palacio real, sin percatarse de que una curiosa mirada le seguía desde lejos. Oslo salió del agua, sentándose en el muelle del puerto de Saint Louis, mirando a la lejanía, esperando a su invitado.

Sin saber, que el pequeño Esequibo le observaba.

Esequibo estaba en su habitación terminando sus deberes, cuando pudo notar que Oslo se retiraba del castillo, éste lleno de curiosidad por su semblante tan sospechoso, solo fue siguiéndole en silencio, vio que esperaba a alguien en especial, hasta que vio cómo se acercaba un guardia de Venezuela, pero no cualquiera... Ese era Guyana Francesa.

—"¿Qué haces Tío?..."

Guayana Francesa había quedado con verse con el hijo del rey nórdico para quedar en un plan de escape, no solo para él, sino también para su hijo, tenía un plan listo contra el rey estrellado, solo necesitaba quedar con el niño a ver qué sucedía.

—Ya llegué niño...

Mar de sangre para el Rey (GuyiVene)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora