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Maratón 2/2

Mauricio no volvió a hablar en todo el trayecto, solo conducía silenciosamente. En ese momento, había un breve mensaje de texto que había hecho sonar su celular.

El teléfono estaba al alcance de su mano y Mauricio  abrió el buzón mientras alternaba la mirada.
                 
Suspiró, y miró discretamente a joaquin , que se encontraba observando con atención por la ventana...     
             
El mensaje de texto era de Emilio.

                
«No volveré al jardín de té hasta que encuentre la médula ósea adecuada. Por favor, cuida mucho a mi pequeño Joaco». 

                 
Mauricio  eliminó el mensaje y arrojó el teléfono al asiento trasero. Estaba molesto en su corazón y sus emociones se encontraban en un constante y desequilibrado cambio.

Odiaba el tono tan condescendiente de Emilio, como si todavía fueran un par de amantes afectuosos. Mauricio  se siente raro siempre que le habla.

¿De verdad le había pedido que cuidara de Joaquin ? Sin embargo, Mauricio , también es consciente de algunos puntos. Dijo que no iba a volver.  
                
Mauricio  se rio. De todas maneras, ya no iban a estar ahí.

                 
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El auto se estacionó en el jardín de té, Mauricio  abrió la puerta y extendió los brazos para sostener a Joaquin .
                  
—No te muevas sin mí, o seguramente los perros van a tirarte.  
                
Joaquin  se sentía mucho más aturdido que antes, sus hombros y sus clavículas se veían huesudas. Había grandes manchas rojas surcando desde su cuello hasta sus axilas y su espalda. El viento del exterior todavía estaba un poco frío, y Joaquin no pudo evitar toser desesperadamente contra el pecho de Mauricio . 
                
—¿Tienes frío? —Mauricio  lo condujo hasta la cerca de seguridad y permitió que Joaquin extendiera la mano y usara su huella dactilar para abrirla. Advierte el susurró del viento y dice—Estas bajas temperaturas vienen a decir que la primavera se acerca.                   
Una vez adentro, Mauricio  lleva a Joaquin  a sentarse en el sofá. Le extiende las piernas para poder ponerle un par de zapatillas de algodón: 
                 
—¿Quieres ver la televisión? Iré a poner el humidificador y también encenderé el aire caliente, ¿está bien?
                  
Joaquin  asintió rápidamente, esperando encontrarse con ese par de ojos verdes como la naturaleza.

Entonces el castaño  extendió las manos y acarició suavemente el cabello de Mauricio . Era igual a... Tocar un perro grande. Mauricio  se agachó, después sonrió y tomó la mano de Joaquin  para besarle lentamente entre los dedos. Se levantó y se inclinó para besar también su mejilla.   
               
—¿Por qué eres tan hermoso? 
               
El rostro de Joaquin  está visiblemente enrojecido. Un poco avergonzado, recorrió sus orejas con los dedos y murmuró: 
                
—Tú... Pareces un perro.
               
—¡Voy a morderte! 
               
Mauricio  lanza un gruñidito y se ríe. Joaquin lo hace también.  
                
—Vuelve a tus cosas, anda.
                  
Se da cuenta inmediatamente del ceño fruncido del doctor y de que parece, otra vez, estar a punto de llorar. Joaquin no puede soportarlo.

Mauricio  sacude la cabeza, como si intentara eliminar de ella algún tipo de pensamiento feo Dijo:   
               
—Te voy a conseguir algo de comida.
                   
Joaquin sostuvo una almohada y lo miró:   
               
—Cuando vayamos a Yangzhou. ¿Qué pasará con el jazmín del jardín?  
                
Muricio se dirigió a la cocina y su voz apenas se escuchó: 
                
—A parte de ti, no pienso demasiado en lo demás.




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Soy lágrimas.

Me duele el solo imaginarme a Emilio sufriendo al no tener a su motor a lado.

Me duele saber que Mauricio está tan acostumbrado a Joaquín que si llega a morir prácticamente una parte de él moriría.

Me duele que Joaquín ya quiera que llegue su final .

Nos leemos más tarde...

Los diez años en los que más te amé || EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora