👏81 [Epílogo]👏

436 30 2
                                    

Maratón 2/2

Desde la partida de Joaquin, el sentimiento más común de Emilio es la impotencia. El dolor de no poder hacer nada.

Esa tarde, recordó más de una vez que Joaquin le había dado un fuerte abrazo el día que se fue. Emilio siempre imaginó que, si no se hubiera ido, definitivamente hubiese cuidado a Joaquin con firmeza después, sin perderlo nunca de vista. ¿Por qué no puede regresar el tiempo?

Si alguien le preguntara a su yo de hace catorce años: ¿Vas a llevarte a Joaquin para darle felicidad? Hubiera respondido que sí,sin la necesidad de pensarlo ni un minuto. Si le hubieran preguntado al Emilio de hace cuatro años: ¿Eres digno del amor y del alma de Joaquin ? Se hubiera quedado en blanco. No sabía si su corazón estaba hecho de carne o de piedra. ¿Cómo pudo ser tan cruel con la persona más importante? Llegado a este punto, Emilio ahora va a ser asesinado por su propia vergüenza y sus propios errores. Él no sabe lo que va a pasar a continuación y tampoco entiende que puede hacer para aminorar el golpe.

Durante el día, el asistente y él fueron a buscar casas cercanas para preguntar sobre las personas que vivían en la plantación. Por la noche, Emilio durmió en el auto y vigiló el jardín de té donde había estado antes su pequeño Joaquin . En el cuarto día, hubo un cambio, y cuando Emilio estaba a punto de darse por vencido, vio llegar a una persona.

Es Mauricio, y está solo.

Llevaba un rompe vientos largo y negro y arrastraba una pequeña maleta que tenía en la mano. No lo había visto durante medio mes, pero estaba seguro de que no lucía de esa manera antes. Su rostro estaba más delgado, tenía unas ojeras infinitas y los ojos rojos. Emilio no lo reconoció de inmediato, pero no pensó mucho en nada, y rápidamente abrió la puerta del automóvil y se apresuró a ir a su encuentro.

-¡Mariscal ! Mauricio . ¿Dónde está Joaquin ? ¿A dónde fue mi tahi ? ¿En qué hospital está? ¿Ah? ¡Habla! ¿Quién lo está cuidando si estás aquí? ¡Habla te digo!

El estado de Emilio no es mejor que el de Mauricio . Lanzó todas las preguntas sin un orden coherente y con la mirada llena de furia. Mauricio tiene las pupilas fijas en Emilio, pero no parece que lo esté viendo realmente. Posee una expresión apagada, no refleja odio, sino un estancamiento emocional gigante.
La mano de Mauricio se extendió en el aire, miró su palma vacía y repitió sus palabras para sí mismo:

-¿Dónde está Joaquin...? ¿Dónde está Joaco?

La voz de Maurico es muy ligera e increíblemente rasposa. Es como si le hubieran arrancado las cuerdas vocales de la carne.

-Se ha ido... En... En mis brazos. Yo lo tenía... Pero, poco a poco... Él estaba frío y yo...

Todo se quedó en silencio.

Emilio tuvo un momento en el que pensó que no escuchaba bien y otro dónde fingió no haber oído nada. Abrió la boca, pero no pudo salir palabra alguna de allí. En ese momento, el mundo estaba en silencio. Solo el silbido del viento barría su cara mientras se llevaba todos los colores que tenía delante.

Entonces, sin aviso, Emilio de repente corrió y agarró el cuello de Mauricio con ambas manos. Sus ojos estaban húmedos y parecía una bestia irracional. La voz de Emilio ya ni siquiera parecía humana. Se mordió la lengua porque no podía controlar los espasmos de su boca, y cada palabra salió con sangre y dolor.

-¡Mientes! ¡Mientes! ¡Imposible! ¿No dijiste que podías cuidarlo? ¡Eres un doctor! Así... Así que me estás mintiendo. ¿Verdad? Lo escondiste, ¿cierto? Te lo ruego... No me asustes así... Te lo ruego. - Emilio dejó de sentir las piernas y se dejó caer a los pies de Mauricio -. ¡Dime que me estás mintiendo, ya no apareceré frente a ti, puedes quedarte con Joaquin , me iré, pero dímelo!
Mauricio tomó a Emilio del suelo y le dio una bofetada.

Los diez años en los que más te amé || EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora