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Perspectiva de Emilio:

—No hay necesidad de quitarse los zapatos, simplemente venga directamente. Aristóteles limpiará el piso después. —El muchacho saludó a Emilio con una reverencia y, cuando cerró la puerta, le sonrió una vez más—Hace mucho frío afuera, ¿verdad?                   
La voz del jóven era muy pesada, y parecía tener muchos problemas para controlar su respiración. Realmente no le gusta la cara que se les forma a las personas que tienen esa enfermedad.

Emilio  le dio las gracias, sin embargo, permanece en busca del hijo del alcalde. Mira para todos lados y pregunta:   
              
—¿Aristóteles está ocupado?   
              
—Está en la cocina, calentando algo de sopa. 
                 
No pasó mucho tiempo antes de que él bello joven se fuera y en su lugar y Aris saliera con una taza de té en los dedos.     
             
—Aristóteles Córcega. 
               
Emilio se acercó y quiso darle la mano. Aris no correspondió el gesto, pero le ofreció un vaso de agua también.  
                
—Gracias por bendecirnos con su presencia, señor Osorio. 
               
Emilio  se estremeció, su actitud era absolutamente pesada y le miraba como si estuviera haciéndole un favor. Aún es demasiado joven, pero la forma gruesa de sus cejas le hace lucir como alguien mayor. Se sentaron juntos en el sofá de la sala de estar, el televisor seguía encendido y se transmitía "Tom y Jerry", el volumen no era bajo y el doblaje chino y la banda sonora eran bastante exagerados de escuchar. Aristóteles, suspiró un poco avergonzado. Tomó el control remoto y lo puso en mudo.
                 
—A Temo le encanta ver esta cosa. Ya vio este episodio una y otra vez, una docena de veces. Me hace ver el comienzo del "Rey León" y la caricatura rara esa de una vaca y un pollo.       
           
Emilio sonrió.
                  
—Los jóvenes son así, simplemente les gusta jugar juegos de video y les encanta ver viejas animaciones. 
            
Los ojos de Aris se han vuelto absolutamente suaves por un momento, y existe el rastro de una sonrisa cálida surgiendo desde su interior.   
             
—No le encantan los juegos porque siempre termino ganando. Le enseñé como podía ganar también, pero estaba tan molesto conmigo que incluso escondió mis discos. Era mejor dejar que siguiera viendo al gato y al ratón.  
                
Emilio  sonrió suavemente, pero el corazón se le vino abajo. 
                 
— ¿Cómo quiere que le dé las gracias? ¿Cuándo? 
                 
Aristóteles recordó su llamada telefónica y esperó pacientemente por una respuesta. Emilio no respondió inmediatamente. Se volvió y dijo:
                  
— ¿Está mejor? ¿No ha recibido el trasplante de médula ósea?  
              
Tenía que asegurarse de que la médula no había sido utilizada todavía. El rostro de Aristóteles estaba algo hundido y se mostró particularmente disgustado por la manera tan familiar con la que había mencionado a su peque Temo.  
            
—Ha estado muy mal últimamente, y ahora está usando un medicamento sólido para estabilizar su cuerpo.

Espero que se pueda operar la próxima semana. —Aristóteles no desea conversar con Emilio —. ¿Podemos apurarnos? Tengo que preparar las cosas para comer. 
                
Emilio no esperó más y lanzó inmediatamente las palabras.   
               
—Aristóteles, seguramente no ha oído hablar de esto, pero tengo un amante que ha estado conmigo durante unos quince años.     
             
Emilio miró entonces las pocas hojas de té que flotaban en el vaso.

Aristóteles, impaciente, sonrió y dobló una pierna larga sobre la otra.
                 
—Oh... Ya. Una vez lo vi acompañarte a una cena. Se ve bien, es muy guapo.
¿Ese chico ha estado contigo durante quince años? ¿En serio? Siempre pensé que era más joven.   
               
El rostro de Emilio se puso blanco por un momento, y supo entonces que quién era mencionado por la boca de Aristóteles, era Rodrigo. Aristóteles vio la expresión fea de su rostro y sonrió ampliamente:  
              
—Ups, ¿me equivoqué?   
             
Emilio sonrió.  
           
—Usted sabe que los hombres a veces salen a socializar. No siempre tienes que ir a las fiestas con tu pareja, ¿verdad? Por ejemplo, puedo decir que te vi varias veces antes, y no acompañado por ese jóven. 
                 
Aristóteles movió la mandíbula.  
               
—Temo, mi amor. —Aris no regresó las palabras de Emilio. La cabeza de Temo se dejó ver tras la puerta de la cocina—. Apaga el fuego y luego ve a tu habitación, cámbiate la ropa y espérame. Te llevaré a comer fuera. 
                
Aristóteles se percató de que Temo  subiera las escaleras antes de enojarse por completo y gritar:   
               
—¡Tienes muchas pelotas para hablar así frente a mi pequeño! 
           
—El apellido de mi esposo es López —Emilio  no contestó la provocación de Aristóteles. Parece que fue muy abrupto, así que habla sin detenerse—. También tiene leucemia. Fue tratado por el médico Mauricio Mariscal en el Hospital General del Ejército Popular de Liberación hace algún tiempo.   
              
—Oh, entonces lo lamento profundamente.  
                
Aris  solo levantó sus cejas cuando escuchó el nombre de aquella horrible enfermedad, pero no había verdad en sus palabras. No lo lamentaba, ni siquiera le interesaba. 
                 
—Su médico lo ayudó a encontrar la médula ósea correcta, pero ahora ya no la tiene.  
               
La voz de Emilio  ya posee un poco de temblor en ella, y no hay forma de suprimirlo. Aristóteles ha comenzado a fruncir el ceño, y tiene ya una fuerte corazonada.    
            
—No vino aquí por publicidad... —Aris sonrió con desdén—. Estoy seguro de que la vida de tu esposo es muy preciada para ti.    
             
La mano de Emilio  estaba apretada y había una clara mueca de tristeza. 
               
—No importa para que vine, yo...                   
Aristóteles  negó con la cabeza y dijo:
                  
—No digas que no hay una razón para venir, es obvio. Tú amante, esposo o lo que sea que tengas está esperando por ayuda. Quieres la médula, pero dime. ¿Quién decide qué persona vive y que persona muere? ¿Crees que mi bebé tiene la opción de ser benevolente?                   
Emilio no dijo nada, solo se inclinó y golpeó la mesa de café con ambas palmas.    
              
—Mi asistente está afuera, con una maleta de dinero. Está listo, esperando mis instrucciones. 
                 
Aristóteles  entornó la mirada, suspiró y dijo:       
           
—Osorio ¿Sientes que me hace falta dinero?    
              
—Este dinero no es para usted. Este dinero es para transferirlo a cualquier otra persona que tenga la intención de donar su médula ósea. ¡Estoy seguro de que Temo  puede esperar un poco más pero mi Joaquin  no tiene ni una semana!



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En este capítulo nuestros Aristemos hicieron una linda aparición.

Lástima que Temo este enfermito igual que Joaquin.

¿Creen que Aristóteles le fue infiel a Temo?

¿Emilio logrará su objetivo?

Nos leemos pronto...

Los diez años en los que más te amé || EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora