9.

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La tensión que teníamos era incomprensible para mí, no quería separarme de su cuerpo, la música seguía sonando a nuestro alrededor pero ya no nos movíamos, solo estábamos abrazadas en el medio de la pista mirándonos. Nuestros rostros se iban acercando lentamente, pero algo pasó en el interior de Kara, porque cerró los ojos con fuerza y me soltó, quede sola parada en la pista sin entender qué carajo había pasado. Y no solo que le había pasado a ella, sino que carajo pasaba conmigo, era claro que íbamos a besarnos.

Salí de mi estado de confusión cuando Alex llegó a la pista y me dió una botella de cerveza, segundos después se unió Sam, y no tardó en llegar Kara, la miré como buscando algo en ella, pero solo me sonrió avergonzada.

El alcohol empezó hacer presencia en nuestros estados, bailábamos alocadamente, sin importarnos nada de lo que pasaba alrededor, me divertí como nunca lo había hecho en la vida, reí, bailé, me emborraché y fui feliz. Tan feliz que me dolían los músculos de la cara de tanto reír.

-Debemos irnos- Alex dio por terminada la noche

Las cuatro salimos del lugar con sonrisas en el rostro y lo suficientemente ebrias para reír por cualquier cosa. La vuelta a nuestra realidad se dio entre gritos y carcajadas, dejamos el auto donde lo habíamos encontrado y nos dispusimos a caminar.

A metros de pasar por la puerta tuvimos que frenar para intentar componernos, el aire me había mareado, y sentía ganas de vomitar.

-Estoy descompuesta- me aferré al brazo de Sam.

-¿Quieres vomitar?- Alex me preguntó alejándose de mí con asco.

-No, puedo aguantar-

Kara se acercó y me tomó de la cintura, crucé mi brazo sobre sus hombros y caminé recostada en ella. Con el alcohol que tenía en el sistema lo único que anhelaba era que no me soltara nunca.

Seguimos el mismo recorrido por el cual nos habíamos escapado horas antes, tal y como Alex lo había previsto los enfermeros acababan de cambiar de turno por lo que todo estaba tranquilo. Cuando llegamos a la habitación Kara me recostó sobre mi cama, y se sentó a mi lado, ella acariciaba mi frente y mi rostro, solo cerré los ojos aferrándome a esa tranquilidad que me transmitía.

-¿Cómo te sientes?-

-Un poco mareada, pero al menos las cosas no dan vueltas- le contesté sin abrir los ojos.

Sentí como se removió para pararse.

-No, no te vayas- le susurré casi suplicándole, sentir sus manos en mi cara me daba tanta paz que no quería que se fuera.

-Lena- abrí los ojos para mirarla.

-No digas nada, solo duerme conmigo, por favor- si alguien me hubiera dicho hace un mes atrás que estaría rogándole a una mujer que duerma a mi lado, no lo habría creído nunca. Pero no entendía realmente que es lo que pasaba en mi interior.

-Ok-

Me ayudó a sacarme la ropa, la guardo en mi placard, me dio el pijama mientras ella hacía lo mismo. No tardamos en acostarnos juntas en mi cama. Me aferré a su cuerpo y escondí mi cabeza en su pecho, ella me abrazó y no dejó de regalarme caricias.

-¿Estás mejor?- me susurró.

-Si, gracias- apreté mi agarre en su cintura.

-Solo duerme-

Y aunque me costó callar las voces que susurraban en mi mente que estaba haciendo todo mal, que Lionel iba a matarme si me viera en este momento. Me aferré a Kara con fuerza y cerré los ojos dejándome llevar por la paz que ella me hacía sentir.

A la mañana como de costumbre cuando desperté ella ya no estaba a mi lado, ni en la habitación. Sentía un dolor de cabeza bastante importante, por lo que luego de desayunar en soledad, fui a pedir un analgésico.

Las campanas sonaron y nuevamente tocaba terapia de grupo, y hoy seguramente no iba a poder salvarme de hablar. Cuando llegué al salón ya estaban todas sentadas.

-Muy bien ahora que estamos todas vamos a comenzar- Olsen como siempre sonreía, al menos el analgésico había hecho efecto y ya no dolía tanto la resaca. -Lena, hoy no te vas a salvar, ya hace más de un mes que estás con nosotras y no has hablado nunca, me gustaría que te abras y nos cuentes porqué estás aquí- me miró al igual que todas las demás.

La verdad era esa, mis médicos sabían el porqué de mi ingreso, pero no me había abierto con nadie más, y unos de los pasos fundamentales era poder hablar de lo que me había empujado a terminar en este lugar.

-Bueno... no sé muy bien por dónde empezar- rasqué mi nuca, estaba nerviosa, contar las peores partes de mi vida era bastante difícil.

-Cuéntanos qué es lo que te gustaría cambiar de tu vida fuera de aquí, que harías diferente-

-Yo... yo creo que cambiaría la relación con mi padre, y si fuera posible terminaría con mi prometido- susurre, mi mirada fue inconscientemente hacia Kara que había abierto los ojos como platos.

-¿Qué cambiarías con tu padre?-

-Me alejaría, me llevaría a mi madre y si es posible no lo volvemos a ver en la vida- eso era un sueño tan poco probable.

-¿Porqué?-

-Porque nos ha matado a golpes desde que tengo uso de razón, porque nunca cumplimos con sus expectativas, porque todo a nuestro alrededor es falso y decorativo, pero la verdad es que tenemos una vida miserable- mis ojos ardían pero ya no quería llorar por ese monstruo.

-Lena, olvida a tu madre por un segundo, tú tienes que preocuparte por tí, que sería lo primero que harías si todo fuera posible-

-Dejaría a Jack, y me iría recorrer el mundo- JA otra fantasía.

-¿Por qué no lo dejas?-

-Porque es otro animal que me mataría a golpes antes de que siquiera lo intente- ahora si mis lágrimas caían descontroladas por mi rostro. Vi como Kara apretaba sus puños con fuerza sin despegar sus ojos de mi rostro. Sentí vergüenza.

-Te felicito Lena, al fin lo dijiste en voz alta y delante de más personas, eso, es el primer paso para avanzar en tomar el control de tu vida- Kelly se paró de su silla y animó a las demás para que todas me abracen. Cuando se estaban alejando, Kara me tomó de los hombros y me abrazó aún más fuerte, escondí mi rostro entre su cuello y suspiré.

La terapia grupal terminó, me fui con una sonrisa en mi rostro, no sabía si podía cambiar algo, pero al menos ya no me sentía tan sola en el mundo.

Por la tarde nos tocó clases de arte, en realidad no eran clases, sino que nos dejaban expresarnos por medio de lienzos y pinturas, era entretenido aunque el talento del dibujo no era ni de cerca mi fuerte. Por el contrario Kara hacía unas pinturas muy bonitas, y se entregaba a ellas con bastante atención.

-Dios, soy un asco, no me sale ni pintar un árbol- me quejé tirando el pincel sobre la mesa mientras tomaba distancia de mi dibujo. Kara se acercó a mí y miró el lienzo.

-Si, la verdad que eras bastante mala en esto- golpeé su hombro suavemente. Ella me sonrió.

-Ven que te ayudo y te enseño-

Tiró mi intento de árbol y puso un papel blanco sobre el caballete.

-Ven aquí- me colocó frente al papel, tomó el pincel, lo puso en mis manos y se paró en mi espalda, puso una de sus manos en mi cintura y con la otra agarró mi mano y comenzó a dibujar. No podía concentrarme en nada más que en su respiración en mi cuello, en su mano tocando mi cintura y como sus dedos dibujaban conmigo. Me relajé en su cuerpo y en su toque, mi espalda presiono contras sus pechos, y una punzada de excitación me recorrió completamente. -Vez no es tan difícil- susurró sobre mi cuello, y me ericé al completo, una especie de gemido escapó de mi boca inconscientemente. Me estaba volviendo loca. Completamente loca por ella. 

Impulso - SupercorpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora