Salimos juntas de la habitación, las ganas de tomarle la mano mientras caminábamos estaban arrasando conmigo, noté que ella se sentía igual, porque caminábamos pegadas y de vez en cuando nos rozábamos, sonrisas tontas escapaban de nuestro rostro. La noche anterior había cambiado todo en mí, descubrí lo que es sentirse cuidada, respetada, deseada, y a la vez descubrí lo que era querer cuidar de alguien, de hacer sentir placer a alguien.
Kara removía todo en mí y mucho más. Por momentos me sentía la persona más poderosa del mundo, creía que podía con todo lo que se cruzara en mi camino.
-Lena- me frenó antes de entrar en el salón a desayunar. -No te tomes a mal lo que te voy a decir- asentí ya poniéndome ansiosa -Pero debemos disimular, si alguien se entera lo que pasó entre nosotras seguro que nos separan o algo así, no creo que les haga mucha gracia que dos de las internas estén teniendo sexo por la noche- me sonrojé.
-Ok, pero no creo poder cerrar la boca con Phil- fui sincera, no podía no contarle esto a mi psicólogo.
-Estoy de acuerdo con que Phil puede saberlo, pero ningún otro doctor-
-Muy bien- mis manos no se pudieron controlar y acomodé un cabello rebelde detrás de su oreja acariciándola en el proceso.
-Dios, como quisiera besarte en estos momentos-
-Esto va a ser muy difícil- le dije mientras ya me ponía en marcha hacia el interior del salón.
El desayuno pasó con las cuatro hablando lo más normal del mundo, Kara había vuelto a ser la misma con las chicas, cosa que agradecieron.
De ves en cuando nos regalábamos una caricia por debajo de la mesa, algunas veces las manos se descontrolaban un poco y subían mucho más de lo aceptable, en esos momentos mi piel se electrizaba y volvía a desearla como la noche anterior.
Pasamos dos días perdida una en la otra, los días se resumían a escapar de la vista de los demás para regalarnos besos, caricias y susurros.
Uno de los establecimientos mas alejados, donde casi nadie iba se había convertido en nuestro lugar favorito para encontrarnos, solo nos hacíamos una seña a la distancia y ya sabíamos a donde dirigirnos, cuando nos veíamos a lo lejos antes de llegar, ya nuestros cuerpos cobraban vida ante la expectativa de volver a sentirnos cerca.
No paraba de sorprenderme la capacidad que tenía Kara en hacerme feliz, me olvidé de todas las desgracias y lamentaciones, me daba igual la vida afuera, lo único que quería era nunca separarme de ella.
Estaba enamorada, si, locamente enamorada de ella.
Por primera vez en la vida descubría lo que era el amor, y me sentía volar las veinticuatro horas del día.
Por las noches las cosas no eran muy diferentes, corríamos a nuestra habitación ni bien fuera posible, y ni bien entrar ya estábamos tiradas sobre una de las camas haciendo el amor, el deseo y la pasión nos consumían, y no le pusimos frenos, dimos rienda suelta a todo lo que queríamos.
La cuarta noche desde que todo comenzó me animé a dar un paso más.
Estaba exhausta tirada sobre la cama de Kara, desnuda con ella recostada sobre mi pecho recuperando la respiración. Y era tal el sentimiento de éxtasis, que no pude contenerme.
-Estoy enamorada de ti- le susurré. Mentiría si digiera que no esperaba una respuesta de ella, pero lo que más quería era decírselo.
-Lena-
-No, no es necesario que digas nada, solo quería decírtelo, ponerlo en palabras, porque es lo único en lo que pienso cada vez que me tocas, que me besas, que te siento, es... esto en mi pecho que necesita salir, y nunca lo había sentido, necesitaba expresarlo, no estoy esperando que igual lo sientas-
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Impulso - Supercorp
OverigLena, no tenía planeado terminar en un psiquiátrico, pero su vida comienza a tomar sentido cuando conoce a su compañera de cuarto, Kara Danvers.