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La última noche en aislamiento fue la más dura, me azotaba la ansiedad de salir.

Con los profesionales estuvimos trabajando duro para intentar enmendar mi condición. Según Phil, la depresión ya no acosaba de la misma manera que el primer día, pero todavía me faltaba mucho para lograr una vida sana, equilibrada y lejos de la violencia. Y eso era meramente culpa mía por no querer aceptar que mi mamá no depende de mí, ni yo debo de protegerla de sus decisiones. Eso era tema aparte, nunca podría desproteger a mi madre, ella es tan víctima como yo en esto, y pensar en dejarla a su suerte me aterra.

Los somníferos fueron haciendo su trabajo poco a poco hasta arrastrarme a un profundo sueño.

-¿Luthor?- escuché los golpes en la puerta.

-Adelante- no me molesté en levantarme de la cama.

-Ya puedes salir, ve a desayunar con las demás- la enfermera que siempre me traía el desayuno me daba buenas noticias.

Rápidamente me alisté y salí disparada de la habitación en solitario, estos cuartos estaban en otro establecimiento, por lo que apuré mis pasos, crucé el jardín corriendo, casi tropezando con mis propias piernas y entré al edificio donde están las habitaciones normales. Vi el número 17 que parecía burlarse de mí, y abrí la puerta con fuerza. Pero ella no estaba.

Seguí con mi apuro desenfrenado y fui al salón de desayuno.

La ví, estaba con Sam y Alex, las tres estaban serias.

-Hola- saludé agitada por el esfuerzo y me senté al lado de Kara que ni siquiera me dirigió una mirada.

-Hola Lena- me sonrió Sam.

-Luthor- saludó Alex, Kara no me habló.

-¿Cómo están?- volví a intentar, pero parecían las tres perdidas, diferentes a la semana anterior.

Hablamos un poco, conversaciones cortadas, Sam y Alex contaron que su castigo no terminaba solo en aislamiento, sino que iban a tener que colaborar con tareas del lugar, lavar los platos, la ropa, asear los baños. Por otro lado, Kara no dijo absolutamente nada. Volvió a ser la chica solitaria y taciturna que conocí el día que entré.

Me estaba desesperando, no sabía si su reacción se debía a mi presencia, si era por el castigo, o que carajo estaba pasando.

Luego de la sesión con la terapeuta me fui al jardín, necesitaba respirar, me sentía ahogada. La profesional con la cual no lograba abrirme del todo, me aconsejo pasar un rato en la naturaleza, dejar la mente fluir y no pensar en cosas del exterior. Con el único que sentía avanzar en algo era con Phil.

Al salir vi a Kara recostada en un árbol. Todo en mi me decía que la deje, pero no podía hacerlo, mi cuerpo reaccionó solo y las piernas ya iban a su encuentro mucho antes de que les pueda ordenar que dejen de hacerlo. Me senté a su lado sin hablar.

Las dos mirábamos a la nada, hasta que hizo el intento de pararse.

-Kara, espera por favor- le rogué con el pecho apretado de la angustia.

-No puedo Lena- tomé su brazo para que no se mueva.

-¿Qué sucede?- la miré, pero ella seguía evitando mis ojos. -Mírame.... por favor-

Sus ojos se clavaron en mí y nuevamente esa nube acuosa los azotaba.

No dijo nada.

-Kara, si esto es por el beso, si te incomodó, yo... yo, lo siento- agache mi mirada, no lo sentía, no había deseado nada en la vida más que volver a besarla.

-No, no es eso.... solo necesito estar sola- la dejé ir. Claramente ella no quería hablar conmigo, ni explicar sus razones.

Me quedé sentada bajo ese mismo árbol por horas, mi mente era un desastre total, no sabía cómo había terminado envuelta en esto. Nunca me imaginé sufrir de esta manera por alguien, nunca me imaginé siquiera lograr conocer a alguien que me haga sentir algo. Mi vacía vida se había llenado gracias a ella, y también gracias a ella se sentía más vacía que antes.

Necesitaba hablar con Phil.

Por suerte no se había ido y aceptó una sesión conmigo sin dudarlo.

-Esto sí que me sorprende- me animó a sentarme.

-No sé lo que me pasa, no entiendo lo que estoy sintiendo, y no se hacer con esto- largué todo rápido sin siquiera saludar.

-Lena, para intentar ayudarte, necesito que me cuentes qué es lo que te trajo a aquí en este momento-

-Kara, ella.... nos besamos el día que escapamos- Phil asintió sin sorprenderse en lo más mínimo, ¿será que ella le había contado?-

-Sigue- interrumpió mis pensamientos.

-Y fue lo mejor que he sentido en toda la vida, tú sabes que nunca había tenido la oportunidad siquiera de mirar a alguien, y esto fue increíble.... pero no sé qué diablos pasa ahora, ella ni siquiera me habla, intente decirle algo, es más le iba a decir que si quería dejar todo eso atrás, yo lo haría, solo para no perderla... - un nudo se había aferrado a mi garganta.

-Lena- busqué en sus ojos algo de esperanza, pero él se mostraba estoico. -Tiempo al tiempo pequeña, no debes forzar las cosas. No todos procesamos las cosas a la misma velocidad, tal vez ella necesite pensar-

-Pero es que, entiende que la necesito- susurré gritando.

-No, no necesitas de nadie Lena, eres una mujer fuerte e independiente. Puedes quererla a ella en tu vida, pero no la necesitas, no es oxígeno para respirar ni agua para beber- lo miré intentando entender su punto.

-Lo sé-

-Entonces, le darás tiempo, te acercarás cuando veas que es el momento, y mientras tanto aceptaras que te duele su distancia y exploraras estos nuevos sentimientos que creías que nunca ibas a experimentar. Pero no caerás en la dependencia, tenemos que trabajar para que eso no pase- entendí el punto, mi personalidad era dependiente, era tal, que esa dependencia que me habían creado a golpes fue la que me llevó a todo esto. No sabía cómo trabajar en esto, pero debía ser fuerte y seguir los consejos que me daba el psicólogo.

-Gracias Phil-

-Gracias a ti Lena, por dejarme ayudarte, te espera un vida llena de cosas buenas por delante si tú le das lugar en tu vida, lo que te sucede con Kara, más allá de la angustia que puedes estar sintiendo hoy, es algo positivo, son sentimientos buenos, amorosos, y el amor Lena, llena las cosas de colores y de luz, te da fuerza y esa fuerza es una herramienta que usaremos para de una vez por todas dejar atrás todo lo negativo-

Cuando salí de la consulta me sentí mucho mejor. Si, seguía con la angustia clavada en mi pecho, y con las lágrimas a punto de soltarse, pero no todo era malo, al menos ahora podía decir que entendía lo que se sentía querer a alguien. 

Impulso - SupercorpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora