15.

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La semana se sintió como dos meses, había rechazado la visita de mi mamá, no me sentía preparada para verla, ni escucharla.

Samantha y Alex no tenían tiempo libre, sus tareas de castigo consumían sus minutos. Y por otro lado estaba ella, Kara, nos encontrábamos a kilómetros de distancia, no hablábamos más que lo exclusivamente necesario. Estoy haciendo caso a los consejos de Phil, le doy su espacio, la dejó pensar, intento no ser dependiente de lo que siento por ella. Pero se me hace tan difícil verla a cada minuto y no poder hablarle.

Por lo que pude observar Kara estaba pasando más tiempo que nunca en terapias, sus visitas a los profesionales se habían intensificado, pero no sentía que eso la este ayudando demasiado. No solo no hablaba conmigo, sino que se había retraído con todas las demás. Alex la miraba de lejos y se podía notar la frustración también en ella.

-Alex- ingresé a los baños, sabía que le tocaba hacer la limpieza aquí.

-Aquí- gritó desde uno de los cubículos. -Que trabajo más mugroso- se quejó mientras se sacaba uno de los guantes de látex. -¿Qué pasa Luthor?-

-Kara- Alex se cruzó de brazos y esperó que continuara. -¿Has hablado algo con ella?-

-Lena, Kara no me habla desde que nos descubrieron, no se si me echa la culpa, si le paso algo más, pero me tiene bastante enojada, y sabes que el enojo es algo que me cuesta manejar, en cualquier momento le meto la cabeza dentro del inodoro para que termine con su actitud caprichosa- Alexandra había sido internada por pedido de la fuerza policial para aprender a manejar la ira, me pude enterar que en uno de los tantos allanamientos que hacía en su trabajo, se enojó tanto que terminó partiéndole las piernas a una mujer, y no contenta con eso, disparó siete tiros al aire para enfatizar su punto. Según ella la mujer se lo merecía por proxeneta, pero lo que no contaba era que la madama ya se encontraba esposada y dispuesta a cooperar con todo.

-Tranquila Alex, a mi también me ignora, estoy preocupada-

-A mi también me preocupa, pero si ella no quiere hablar tampoco la vamos a obligar-

Alex volvió a colocarse los guantes de látex, dando por finalizada nuestra conversación mientras se dirigía a seguir con su tarea.

A la noche cuando volví a la habitación Kara se encontraba acostada leyendo, me sorprendió que no estuviera durmiendo o haciendo como que dormía para evitarme.

-Hola- susurré probando el terreno.

-Hola- no despegó su mirada del libro.

No insistí, me cambié, y fui directo a la cama, no podía seguir desgastándome buscando algo que ella no quería darme. No me parecía justo su actuar, no lo encontraba para nada bueno, pero no podía obligarla a nada. Resignada me tapé hasta la cabeza, no quería ni escucharla respirar, me estaba comenzando a enfadar.

Enojada me quedé dormida a los pocos minutos.

No se cuanto tiempo pasó, pero la situación que había suscitado mi primera semana aquí volvía a repetirse, escuchaba el llanto ahogado de Kara en la cama de al lado, una parte mía quería resistirse a consolarla, pero la parte preocupada le ganó a la rencorosa.

-Kara- le susurré desde mi cama, refregué mis ojos para que se acostumbren a la oscuridad y poder focalizar sobre su cuerpo. Ella estaba sentada contra la pared, con sus manos envolviendo sus piernas y el rostro metido entre las rodillas, el cuerpo le temblaba por los espasmos que el llanto le provocaba.

No pude quedarme quieta.

Me acerqué y lentamente tomé sus manos, luego con mucha delicadeza saqué su cara del escondite. Tenía los ojos hinchados, la nariz roja, y las mejillas mojadas.

-Hey, tranquila, solo respira- sus ojos me encontraron en la oscuridad, hacía una semana exacta que ella no me miraba fijamente, llevé una de mis manos a la mejilla y comencé a limpiarles las lágrimas que aún caían. -Solo déjalo salir- recostó su mejilla contra mi mano aprisionando sobre una de sus rodillas.

Me quedé ahí acariciándola, mientras seguía llorando sin hablar, su estado estaba haciendo estragos en mi interior, quería comprender qué es lo que la angustiaba de esta manera, necesitaba saber como ayudarla. Sus ojos nunca se despegaron de los míos, cuando su cuerpo se relajo, le regalé una suave sonrisa.

-¿Te encuentras mejor?- le pregunté suavemente, mientras me movía sobre su cama para sentarme a su lado.

-Si, gracias- colocó su cabeza sobre mi hombro y enroscó sus dedos con los míos. Mi corazón se sobresaltó con el gesto y comenzó a bombear exageradamente.

-¿Qué sucede Kara?- sentí que apretó su agarre en mi mano.

-Yo... no... no puedo hablar de eso- y nuevas lágrimas comienzan a caer.

-Oye, no te sientas obligada a hablar, pero necesito entender qué es lo que está pasando, me siento culpable de todo- me sinceré aunque sea un poco.

-Lena, tú no tienes la culpa de nada,.... el problema soy yo... -

-¿Por qué me alejas Kara?- necesitaba entender algo al menos.

Se acomodó en la cama y su rostro quedó a la altura del mío, sus ojos hinchados buscaron mi mirada, y de ahí bajaron a mis labios.

El cuerpo me temblaba.

No podía moverme, sus ojos no dejaban mis labios, y un escalofrío comenzó a recorrerme, estaba estática esperando.

Kara cortó la distancia y sentí la sal de sus lágrimas sobre mis labios, cerré los ojos, y subí mi manos a su mejilla, aún caía agua de sus ojos. Sus manos se perdieron por mi espalda, acercándome a ella. No pude poner resistencia, me entregué disfrutando de sus labios delicados, su sabor salado cargado de tristeza, no podía pensar coherentemente en nada, sus caricias siguieron recorriendo mi cuerpo, el beso continuó, y comenzó a volverse más apasionado con el correr de los segundos, su lengua pidió permiso para ingresar y encontrar la mía.

Ya no caían lágrimas, su respiración era agitada. La temperatura del cuarto iba en aumento, sus manos me tomaron con fuerza instándome a profundizar el encuentro. Ágilmente terminé subida horcajadas sobre sus piernas, sus manos ya no se controlaban al igual que las mías, las sensaciones que me recorrían eran únicas e inexplicables, sentirla de esta manera después de semanas, me hacía sobresaltar de emoción.

Cuando el beso fue bajando de intensidad, y el aire se volvió una prioridad, pude comenzar a pensar con un poco más de lucidez. Sin alejarme y sin soltarla, apoyé mi frente sobre la de ella.

-Kara- susurré sobre sus labios aún con los ojos cerrados. -Tenemos que hablar- solté con miedo.

-No, por favor... aún no puedo- hice el intento de alejarme, pero me abrazó con fuerza. -No te vayas Lena, duerme conmigo por favor-

Sin tiempo a responderle, ella me colocó sobre la cama, se puso en mi espalda y me abrazó con fuerza.

No podía dejarla.

Aún me recorría desde los pies a la cabeza las sensaciones regaladas unos momentos atrás, todavía podía sentir su sabor salado sobre mis labios. Y ahora la tenía aferrada a mi abdomen, necesitaba con urgencia hablar con ella y entender que es lo que estaba pasando, pero no podía ni quería dejarla en este momento. Por lo que me giré en la cama, y también la envolví en mis brazos. Le dejé un suave beso sobre su frente, y me dormí, callando así las voces de mi cabeza. 

Impulso - SupercorpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora