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Abrí los ojos y no entendía muy bien a donde estaba, hasta que el ruido de vasos y el olor a café inundó mis sentidos, y de golpe recobre la conciencia, estaba en la casa de Kara, dormí a metros de ella, la taquicardia volvió a mi cuerpo.

No había sido un sueño. Anoche después de quedar encerradas volvimos juntas a su casa, no hablamos mucho, no fue incómodo, pero tampoco ideal, siendo que mi ideal hubiera sido dormir con ella abrazándome, no podía quejarme.

Miré la hora, no pasaban de las 8 de la mañana, me levanté nerviosa y ansiosa a partes iguales. No podría haber imaginado que algo así podría pasarme. Dormí con un pijama prestado por ella, tenía su aroma por todos lados, si era raro, pero no podía parar de oler la maldita remera. Me puse la misma ropa que tenía ayer, y guarde su pijama en mi cartera, no lo estaba robando, solo iba a lavarlo, antes de devolverlo.

Salí de la habitación lentamente.

Ella estaba cantando despacio alguna canción que no podía descubrir mientras bailaba a su ritmo imaginario con Krypto saltando a su alrededor, preparando el desayuno para las dos. La imagen se me caló en el alma, y los ojos se me llenaron de lágrimas, ¿Por qué diablos no podía ser así mi vida todos los días?. Moví la cabeza queriendo sacarme el nudo en la garganta.

-Buenos días- me acerqué tímidamente.

-¡Hola! ¿cómo dormiste?- definitivamente era una persona que le gustaba la mañana, recordé nuestro tiempo encerradas, y que ella o se levantaba antes o despertaba en mis brazos llena de energía. No podía pensar en esas mañanas justo ahora, porque no iba a poder actuar acorde, la arrastraría hasta la cama sin pensarlo.

-Excelente, de verdad que muchas gracias por hacer esto por mi Kara- la verdad es que hacía tiempo que no descansaba como anoche, profundamente, cómodamente y sin sobresaltos.

-Lena, se que tenemos un pasado algo más que complicado, no todo el mundo se conoce en un psiquiátrico, pero ahora estamos aquí, esto es lo que cuenta-

-Lo se, pero te habrás dado cuenta de que no tengo a mucha gente que se preocupe por mi-

Ella dejó el desayuno sobre la mesa, café y tostadas, nos sentamos las dos donde habíamos estado hace unas noches atrás. una frente a la otra.

-Si, ¿tus padres saben que duermes en la empresa?

-Si, los dos lo reprochan pero por motivos diferentes-

-Déjame adivinar, tu madre seguro que quiere que sirvas a tu esposo y a tu padre le da igual- la miré por encima de mi taza de café.

-Mi madre cree que soy una esposa terrible por quejarme de los abusos de Jack, y a mi padre solo le importa que no me divorcie- levanté mis hombros.

-Bueno, anoche no podía dormir pensando en que podía hacer para ayudarte, y tengo un par de ideas, pero no se si estás preparada para escucharlas- ella tomó la mano que tenía sobre la mesa y la apretó para que la mire. Ya solo sentir su contacto me revoluciona.

-¿Ideas?- entrelacé mis dedos con los de ella, no quería perder su calor.

No me soltó.

-Lena, no quiero sonar brusca, ni que te tomes a mal las cosas, pero necesito que abras tu mente a las posibilidades- me estaba costando concentrarme en lo que decía sólo podía percibir las caricias que me estaba regalando en mi mano.

-Dime-

-Sam es abogada de familia, sus casos se centran básicamente en la violencia intrafamiliar, tendríamos que hablar con ella, para que nos ayude con esto- temblé, la idea de meter a un abogado y hacer una demanda contra cualquiera de los dos me hacía transpirar en frío del miedo.

-Kara... Jack es senador, uno de los hombres más poderosos del estado, y ni hablemos de los contactos de mi padre- y fui yo quien solté su mano, estaba muy nerviosa.

-Lo sé cariño, lo se, pero no perderíamos nada en hablar con Sam, al menos para saber que oportunidades tienes- comenzaba a odiar que use los apelativos cariñosos, porque me dejaba sin fuerzas para oponerme a nada de lo que me pida, Kara había pasado a manejar mis pensamientos a su antojo, no es mentira eso de que el amor te vuelve idiota, y eso que ella solo actuaba como cualquier amiga lo haría. Era yo la que estaba perdida por ella. No ella por mi.

No pude contestarle porque mi celular me devolvía a la realidad. Jack.

-Disculpa tengo que contestar si o si- ella debe haber notado mi terror.

-¿Es él?- asentí. -Ponlo en altavoz- no entendí porque quería escucharlo, pero ya dije que no podía hacer más que lo que ella quisiera.

-Jack-

-¿Dónde diablos estás?- Kara cerró sus puños.

-¿Qué necesitas?-

-No te hagas la idiota Lena, si te fuiste a un hotel te voy a partir los dientes, me aguanto que no estés en casa porque me haces un favor al no verte, pero no se puede enterar nadie ¡Idiota!- ella ya estaba parada deambulando por el departamento.

-No estoy en un hotel Jack-

-¡¿Entonces donde dormiste?! ¡¡Puta de mierda te estás acostando con otro!!-

-Pero ¿qué dices Jack? no es como si a ti te importara tampoco-

-Me importa un demonio, pero no voy a ser un cornudo Lena, te juro que te voy a matar- Kara frotaba sus sienes buscando tranquilidad para mantenerse callada imagino.

-No me acuesto con nadie Jack, no estoy tan loca- yo estaba dentro de todo tranquila, solo la presencia de ella me daba paz para aguantar lo que sea.

-Claro con otros te abres de piernas sin problemas, pero cuando yo quiero estar contigo tengo que forzarte, Lena, ¿te parece normal eso?-

-Te estoy diciendo que no me acuesto con nadie Jack- que Kara supiera lo de las violaciones no era algo que tenía planeado, ahora el asco que sentía por mi misma crecía. Kara puso sus manos sobre mis hombros, estaba parada atrás mío y con su mano sana acariciaba mi cuello, la paz volvió a mi cuerpo.

-¿Dónde pasaste la noche?-

-No importa Jack, ¿qué necesitas de mi?- ya está estaba muerta de todas maneras, lo que me esperaba iba a ser la peor golpiza que había sufrido en la vida, ya me había resignado, pero bajo ningún punto le diría que había estado con ella, me daba pánico lo que era capaz de hacerle si se enterara de que Kara me ayudaba.

-Escúchame bien pedazo de mierda, te conviene estar en la empresa en treinta minutos, porque sino voy a llamar a Lionel y tu sabes mejor que nadie como termina esta historia- claro que lo sabía, con mi padre amenazando, y seguramente dándole una lección a mi madre para que yo aprenda lo que tengo que hacer.

Cortó.

-Dios mío Lena, no... no puedes ir... no te dejaré ir- movió mi silla para un costado y me hablaba arrodillada frente a mi. Las lágrimas caían por mi rostro sin siquiera saber que estaba llorando, pero no era de miedo, estaba preparada para los golpes, no estaba preparada para enfrentarla a ella.

-Debo ir Kara, sino será peor-

-No, no y no... no vas a ir a ningún lado, ya mismo llamo a Sam y hacemos algo, el es capaz de cualquier cosa cariño, no puedo dejarte ir- sus manos recorrían mis mejillas, yo solo la miraba sin respirar, ella tenía los ojos rojos de lágrimas sin derramar.

-Kara, cielo, escúchame, tengo que ir, sino voy es peor-

-No Lena, no-

-Escúchame, voy a ir, pero no voy a salir de la empresa, te lo prometo, dentro de allí no podrá hacer nada que llame demasiado la atención-

-Lo grabé Lena, grabé todas las amenazas, por eso te pedí que lo pongas en altavoz, para tener una prueba- ella temblaba, estaba aterrorizada.

-Gracias, pero ahora el tiempo está corriendo, y no puedo hacerlo enfadar más, debo irme- Kara no me soltaba, me había aferrado a su cuerpo con fuerza, con necesidad. Deseaba que esto fuera por amor y no por miedo. 

Impulso - SupercorpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora