CAPITULO XLVI

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Cómo se puede lidiar con el repudio de quién dijo amarte, como no tratar de huir de alguien que solo te lástima, estoy tratando de entender que estoy pagando lo que hice. Pero ¿Que tanto hice? Estoy ahogándome en un fango y solo una cuerda me sostiene por la mano...

Dejo el periódico bajo la lámpara al oír qué Dorian cerro el grifo de la ducha, no quería que existiera otro motivo para la discusión matutina, lo vio salir y dirigirse a su buró, alistar aquel polvo blanco en tres distintos caminos e inhalarlo todo por completo, se quedó callado solo viéndolo, pues no sabía que decir, aquella practica ya se había vuelto completamente habitual y cada vez iba siendo más constante, como si Dorian necesitará cada vez más.

Sus pensamientos fueron disipados al verlo sangrar de golpe por la nariz

—mierda, de verdad ahora... —susurro en voz baja dirigiéndose al baño

—¿quieres que te traiga algo? —pregunto el menor acercándose a la puerta pero no escucho respuesta, tocó con miedo y solo obtuvo un grito

—¡no, déjame en paz! —abrió la puerta aún con parte de la camisa manchada de sangre —si no te pregunto o te pido algo cállate ¡solo limítate a callar! —lo empujó haciéndolo a un lado tirándole prácticamente la camisa en la cara, salió tomando otra prenda y su celular

Darío la tomo sintiendo algo pequeño en el bolsillo, su curiosidad pudo más y saco lo que venía envuelto en un papel, cocaína. Darío por un momento dudo en ponerlo nuevamente en su sitio. Lo saco y esparció una línea como en tantas ocasiones vio dispuesto a probarlo la puerta se abrió dando paso a Alejandro

—pero que mierda, quieres ser un maldito drogadicto como Dorian, es increíble —dijo tirando aquel polvo al piso —cámbiate, iremos a inscribirnos a algún curso —impuso

—pero, Dorian no me dijo nada...

—¿Y? Acaso eres un niño, solo hazlo y ya. Si te golpea por cosas estúpidas, que por lo menos valga la pena, te espero en 15 minutos

—No, no quiero que lo haga, no debo salir, lo dijo

—Que idiota eres... —soltó saliendo del lugar.

Todo se torno repentino, tenía tantas ganas de decir que si, tomar algún curso, dejar de estar encerrado en esa casa, pero Dorian no lo permitiría, ni siquiera lo mencionó, era más que obvio que si le hacía caso al castaño se metería en un gran problema. Dorian le había demostrado que no obedecerlo era un gran error. Nuevamente armó otra línea, esta vez se aseguró de que la puerta estuviera con el seguro, vio su reflejo en el florero y lo que estaba a punto de hacer, que tan bien se sentía, que Dorian era capaz de hacerlo a diario. Lo hizo. La sensación era tan rara que sintió un dolor en la nariz al instante, hizo otras dos línea y efectuó lo mismo, procedió a limpiar el lugar y se recostó en la cama esperando que algo suceda, no paso mucho hasta que sintió sudar y sentirse más agitado de lo normal, la sensación era terrible pues comenzaba a sentirse muy ansioso, se sentó pero aún así no dejaba de moverse, de pronto la boca se le seco al punto que tragar su propia saliva le costaba demasiado; por otra parte Dorian había olvidado unos documentos en la sala, se maldijo así mismo volviendo al lugar, al entrar al lugar se topo con Alejandro de salida

—Deberías de inscribirlo a algún curso, para que sea más creíble esto de la familia feliz —Dorian lo ignoro pero cuando estaba a punto de subir las gradas se detuvo al oir al menor _
—ah, y se le están pegando tus mañas, lo encontré a punto de esnifar tus mierdas —salió

Dorian subió inmediatamente, se encontraba sorprendido, casi anonadado, trato de abrir el cuarto pero este se encontraba cerrado

—¡¡¡Dario, Darío, abre la puerta!!! ¿Estás bien? ¡¡¡Abre la puerta!!! —por un momento sintió la vida misma pasarle por encima, si hizo algo, o quizá inhaló de más, porque no le abría, por qué no contestaba, muchas dudas pasaban por su mente mientras torpemente trataba de abrir la puerta, hasta que de una patada logro abrirla, Darío se encontraba en un rincón tapándose la cabeza —¡¡¡¿Que mierda hiciste?!!! —lo tomo en brazos y lo metió a la ducha, Darío había perdido el conocimiento, como pudo lo metió en la tina y lo roció con agua fría, pero el muchacho no despertaba, fue por una ampolla de Naloxona y se hecho por la nariz pero no sucedía nada pero no despertaba por más que el mayor lo zarandeara, comenzó a desesperarse y a punto de marcar al 911 Darío comenzó a toser llegando a vomitar, entrar en razón le mostró la estupidez que hizo, más aún con Dorian ahí completamente empapado —va a matarme —pensó pero Dorian solo lo abrazo, era la primera vez en tanto tiempo que lo hacía

ALMAS OSCURAS / Nuestro eterno sufrimiento Donde viven las historias. Descúbrelo ahora