CAPÍTULO XII

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Una semana había pasado, Dom consiguió mudarse a casa de Javier en todo el proceso no le dirigió la palabra al menor, lo ignoraba por completo era como si no existiera en esos momentos, el menor se sentía tremendamente mal, intentaba acercarse, hablarle pero era imposible Dom lo esquivaba hasta tal punto que cuando el menor hablaba, él hacia como si no escuchará nada

Las cosas con Alejandro tampoco cambiaron mucho que digamos, lo trataba mal y en escasas ocasiones lo trataba mejor, perdian la mayor parte de las clases ya que el castaño lo llevaba con el para luego obligarlo a complacerlo, el menor estaba en un punto en el que poco la importará lo que hicieran con el, estaba frustrado cansado, absorbido, con el ánimo y autoestima por los suelos todo iba de mal en peor dentro y fuera de casa las cosas seguían mal aún empeoraban de igual forma. La cereza en el pastel fue la entrega de boletas en el colegio los padres o en el caso los tutores debían de ir a recoger dichas boletas ya que se presenció bastantes fraudes enviandolos por e-mail, Alejandro y Darío al enterarse de eso por poco y se cayeron de espaldas ya que el plan que el castaño tenía era modificar las notas hackeando la base de datos del colegio cosa que ahora le era imposible
-Mierda, justo ahora se les ocurre entregarlas directamente, mi madre se pondrá furiosa ¡maldición!

-No hay nada que puedas hacer? -pregunta ingenueamente Dario

-¿Eres imbécil o que? Acaso no te das cuenta de la situación, ahora es casi imposible que pueda lograr algo, averigua en que asignaturas reprobaste y me las envias por mensaje -dice al momento de marcharse corriendo.

Darío estaba totalmente preocupado Javier se lo había advertido, el menor en las clases que asistía daba todo lo que podía pero no era suficiente ya que se encontraba perdido en temas que los demás ya habían avanzado, entre pensamientos siente que su móvil comienza a vibrar, lo saca del bolsillo y al ver la pantalla ve claramente que se trata de su tío

-Aló -responde
-Estoy saliendo de viaje Dom pasará por ti, llegaré mañana para la entrega de boletas espero no llevarme sorpresas
-...
-me oiste verdad, no me salgas con tonterías, nos vemos mañana
-e-esta bie... -a punto de acabar y siente como se corta la llamada

Esa llamada hizo que el ojiazul sintiera más miedo de lo habitual, sabía lo que le esperaba si Javier veía aquel boletín, por otro lado saber que Dom iría por el, lo puso un poco contento, aquello significaba que almorzarian juntos y con un poco de suerte hablar también.

Ya era la hora de salida, Alejandro no había vuelto a las clases y tampoco había llamado al castaño, razón por la cual Darío se sentía más confiado al momento de ir con Dom, al ver el auto estacionado, el menor se encaminó hasta ahí, ya al llegar se metió y poco a poco giro la cabeza intentando buscar las palabras adecuadas para comenzar una charla

-Hola Dom.... gracias por venir -fue lo poco que mencionó, sintiéndose como un tonto pensando en que debió argumentar más o por lo menos preguntarle como estaba.

-Si, como sea, en fin ponte el cinturón -respondió con total indiferencia, en el fondo el mayor quería volver a tratar a Darío como al principio, pero le mataba la incertidumbre de saber que tenía con aquel chico, lo miro de reojo y vio que el chico tenía la vista baja puesta en sus manos que hacían movimientos torpes.

Al llegar lo poco que hicieron juntos fue almorzar, Dario miraba de reojo al mayor viendo como este nisiquiera volteaba a verlo. De pronto sonó su celular, el mayor lo miro dijo esperando a que el chico hiciera algún movimiento.

-¿No vas a contestar? -replicó, el menor saco despacio su celular, al ver quien llamaba trago saliva y no contestó.
-Seguro es tu noviecito, anda, contesta. -siguió Dom -Maldita sea -concluyó tirando los cubiertos, al momento de levantarse de la mesa mientras Darío agachaba la cabeza.

ALMAS OSCURAS / Nuestro eterno sufrimiento Donde viven las historias. Descúbrelo ahora