Una semana había pasado, Dom consiguió mudarse a casa de Javier pero en todo el proceso no le dirigió la palabra a Darío, lo ignoraba por completo era como si no existiera en esos momentos, el menor se sentía tremendamente mal, intentaba acercarse, hablarle, pero era imposible Dom lo esquivaba hasta tal punto que cuando el menor hablaba, él hacia como si no escuchará nada
Las cosas con Alejandro tampoco cambiaron mucho, lo trataba mal y en escasas ocasiones lo trataba mejor, perdían la mayor parte de las clases ya que el castaño lo llevaba con él para luego obligarlo a complacerlo, Darío estaba en un punto en el que poco la importaba lo que hicieran con el, estaba frustrado, cansado, absorbido, con el ánimo y autoestima por los suelos todo iba de mal en peor, dentro y fuera de casa las cosas seguían mal y empeoraban gradualmente. La cereza en el pastel fue la entrega de boletas en el colegio, los padres, o en el caso, los tutores debían de ir a recoger dichas boletas luego de presenciarse bastantes fraudes por enviarlos vía e-mail, Alejandro y Darío al enterarse de eso por poco y se caen de espaldas, el plan que el castaño tenía era modificar las notas hackeando la base de datos del colegio, cosa que ahora le era imposible
-Mierda, justo ahora se les ocurrió entregarlas directamente, mi madre se pondrá furiosa ¡maldición!
-¿No hay nada que puedas hacer? -preguntó ingenuamente Dario
-¿Eres imbécil o que? Acaso no te das cuenta de la situación, ahora es casi imposible que pueda lograr algo, averigua en que asignaturas reprobaste y me las envías por mensaje – dice al momento de marcharse corriendo.
Darío estaba totalmente preocupado, Javier se lo advirtió, el menor en las clases que asistía daba todo lo que podía pero no era suficiente, se encontraba perdido en temas que los demás ya tenían concretos, las constantes faltas no eran para menos.
Una llamada fue lo que lo sacó de su trance,
Aló
-Estoy saliendo de viaje Dom pasará por ti, llegaré mañana para la entrega de boletas, espero no llevarme sorpresas
…
-me oíste verdad, no me salgas con tonterías, nos vemos mañana
-e-esta bie…
Colgo
Esa llamada hizo que el ojiazul sintiera más miedo de lo habitual, sabía lo que le esperaba si Javier veía aquel boletín, por otro lado saber que Dom iría por el, lo puso un poco contento, aquello significaba que almorzarían juntos y con un poco de suerte lograría entablar charla también.
Ya era la hora de salida, Alejandro no volvió a las clases y tampoco había llamado, razón por la que Darío se sentía más confiado al momento de ir con Dom, ya al llegar al auto se metió y poco a poco giro la cabeza intentando buscar las palabras adecuadas para comenzar una charla amena
-Hola Dom…gracias por venir – fue lo poco que mencionó, sintiéndose como un tonto pensando en que pudo argumentar más o por lo menos preguntarle como estaba.
-Si, como sea, en fin ponte el cinturón – respondió con total indiferencia, en el fondo el mayor quería volver a tratar a Darío como al principio, pero le mataba la incertidumbre de saber que tenía con aquel chico, lo miro de reojo y vio que tenía la vista baja puesta en sus manos que hacían movimientos torpes.
Al llegar lo poco que hicieron juntos fue almorzar, Dario miraba de reojo al mayor viendo como este ni siquiera volteaba a verlo. De pronto sonó su celular, el mayor lo miro esperando a que el chico hiciera algún movimiento.
-¿No vas a contestar? – replicó, Darío saco despacio su celular, al ver quien llamaba trago saliva y no contestó.
-Seguro es tu noviecito, anda, contesta, no lo hagas esperar – siguió Dom – maldita sea – concluyó tirando los cubiertos, al momento de levantarse de la mesa mientras Darío agachaba la cabeza.
Como decirle que no tenía otra opción más que someterse, que no hacía las cosas por gusto, que no podía siquiera disponer de sí mismo. El no lo entendería.
Al día siguiente
Javier se encontraba en la puerta de la dirección, Darío sudaba frío, toda la noche pensó en que decir, pero no se le ocurrió nada, tampoco le aviso a Alejandro acerca de las materias reprobadas, por lo que el menor ya se imaginaba que tenía un pie en la tumba, si Javier lo golpeaba por razones absurdas o sin siquiera tener razón, ahora la tendría por completo.
-Puede pasar Señor – abría la puerta el maestro encargado – lamentó informarle que los resultados de este semestre no han sido los esperados – decía al momento de darle la boleta – como puede apreciar los resultados no son del nada satisfactorios, a sabiendas de que usted se comprometió con que este tipo de conductas cambiarían – la cara de Javier estaba que ardía, se sentía, furioso, molesto, y lo que es peor se había dudado de su palabra, Darío se mantenía mirando el piso – ¿No se si tiene que decir algo al respecto? – preguntaba con sarna, sintiéndose el ganador a lado de alguien tan prepotente como lo era Javier
-Quiero retirarlo de la institución, es una pérdida de tiempo que mi sobrino siga en este lugar, donde tengo que firmar – dijo secamente, tomando por sorpresa al director
-No tome medidas tan drásticas, el puede cambiar, fue uno de nuestros mejores estudiantes hace algunos añ…
-Mis decisiones no le incumben, agradézcale a su maestrito de cuarta la falta que le hará a su institución mis caritativas donaciones, buen día – concluyo dejando boquiabierto al director y al maestro.
Darío salió detrás de Javier, no sabía lo que le esperaba, no se lo quería ni imaginar, subió al auto en cuanto le quito el seguro, Javier encendió el auto y arrancó de modo que hizo chistar las llantas, no pasaron ni 5 minutos y ya estaban en casa. Está vez un encolerizado Javier saco a Darío de los cabellos, metiéndole casi a rastras al domicilio.
-Te pareció gracioso todo el numerito de hoy – estiraba al chico – ¡dime, te pareció gracioso! – gritaba, mientras Darío sentía que en cualquier momento le arrancaría el cuero cabelludo – ¿a que mierda te llevaba todos los malditos días ahí? ¡A que carajo… responde! – gritaba y abofeteaba al menor, este se mantenía callado sin saber que decir, sentía miedo, la forma fija como lo miraba, la rabia que emanaba no era para menos, Javier hacia que no pudiese ni siquiera articular palabra – ¿no piensas hablar no? – tiro al menor al piso y comenzó a patearlo en la cara, Darío se cubría con las manos, pero era imposible frenarlo
-Perdóname, yo intente, hice lo posible por no reprobar, perdóname, no pasara de nuevo
Claro que no, ahora me asegúrate de que no – dijo tomándole nuevamente del cabello, bruscamente lo subió hasta su cuarto su cuerpo chocaba con cada escalón, las empleadas observaban la situación de forma aterrorizada, sin saber que hacer, con el miedo del que al actuar mal perdieran su trabajo.
Los gritos desde dentro del cuarto se oían claramente por un lado Darío pedía que por favor parará, por otro Javier maldiciendo y gritando barbaridad y media mientras lo golpeaba
-Señor por favor venga rápido, el señor Javier va matar al joven, por favor apresúrese -decía entre sollozos a Dom una empleada que no pudo aguantar la situación que ocurría y optó por llamarlo
-¿Qué? Haber tranquilizante y explícate – respondía el mayor escuchando la serie de gritos que se oían en la llamada, de inmediato colgó sin necesidad de una explicación, intentando llegar lo más antes posible antes de que las cosas empeoraran
-P..por favor… detent… - fue callado nuevamente con otro patada directo en el pómulo
-¿Detenerme? Si esto recién empieza – respondió golpeando el cuerpo que yacía en el piso con la hebilla de su cinturón, uno, dos, tres bastó para que Darío se retorciera sintiendo como su cuerpo quemaba, notaba como la sangre manchaba el piso y como caían más golpes, Javier no se detenía, golpeaba cada parte sin parar, no estaba midiendo las consecuencias, solo estaba dejándose llevar por la rabia, lo levantó y lo tiro contra un mueble esperando que hiciera algo
-Anda, vamos, defiéndete, se bueno para algo más que para causarme vergüenza
Darío no movía ni un dedo, y torpemente intentaba mantenerse en pie, Javier lo tiro de nuevo al piso y prosiguió con lo que hacía pero sintió que no era suficiente, tomo el bate de béisbol que era parte de la decoración del cuarto y a punto de propinarle un golpe entró Dom quitándoselo para tirarlo lejos, se quedó pasmado al ver a un ensangrentado Darío con la polera rasgada por tantos golpes en el piso cubriéndose aún con sus manos.
-¿Qué demonios te ocurre? Lo vas a matar, basta por Dios, Javier tranquilizante
-No me pidas que me tranquilice, este inútil me puso en ridículo, su boleta es una mierda de chiste, el maestrito ese se mofo mientras me decía que este bastardo es un bueno para nada y que yo no había cumplido el compromiso que hice al decirles que este recogido iba a cambiar – Soltó enojado, propinándole una patada más al menor
-Ya detente, déjalo, esta sangrando mucho, deja que me haga cargo, sal un rato, ve a beber algo – decía Dom intentando tranquilizar a su amigo, este pasándose las manos por el cabello, salió tomando la llave de su coche.
Dominic levantó a Darío despacio se movía muy poco, tomo su rostro y al verlo sintió algo estremecer, tenía todo hinchado con el labio y pómulo, reventado, sus ojos cerrándose por la cantidad de golpes que se le notaban, le causaba tanta pena verlo tan vulnerable y roto
Le quito las prendas que le quedaban dejándolo sólo con el bóxer y lo acomodo en la tina, lo limpiaba despacio, notaba como en su espalda todo era marcas, no tenía un solo espacio que se hubiera salvado al igual sus piernas y brazos que corrieron la misma suerte. Al acabar de bañarlo comenzó con las curaciones, Darío aún tenía conciencia, pero no decía nada, se daba lástima, rabia, sentía que lo merecía, que era su culpa.
-Gr… gracias – dijo bajito, con la poca fuerza que le quedaba
-no digas nada, descansa, relájate, no es momento de hablar, ya pasó, estarás bien por suerte no te rompió nada – dijo intentado mediar la charla, pero pronto giro al ver que Darío no paraba de llorar.
-Lo me… merezco, e-el no tiene po.. porque aguantarme, no soy su familia, nada de él, es mi culpa… - fue callado por un beso que le cayó de repente, Dom cuidadosamente besaba cada parte del rostro de Darío.
-No lo mereces, nadie merece que lo golpeen haya sido cualquiera el motivo, yo estaré para ayudarte, te quiero bastante y me duele mucho verte así. Intenta dormir, te inyectare un tranquilizante para que lo hagas – dijo besándole la frente del muchacho, Darío más que confundido optó por callar, agradecía al cielo tener a Dom, con el las cosas no se sentían tan mal
-¿A dónde vas tan temprano? – preguntó Javier al ver que Dom alistaba sus cosas presurosamente – no me digas que es por lo que pasó con Darío, mira, sólo fue un ataque de rabia.
-Para nada, te conozco, se como es tu proceder, Ángel volvió a enfermar Dorian me acaba de llamar, estoy pensando seriamente traerlo aquí debo agilizar sus papeles – respondió cerrando la maleta
-No hay nada que el dinero no resuelva, sólo es un cambio de nombre, tu juguetito es muy delicado y temes traerlo, ambos sabemos que es un viaje muy largo, sería difícil para él – sorbía un poco de su vino, Javier había conocido al chico en un viaje de tantos, cuando Dom le había pedido que lo acompañe a la casa de reposo, ahí era donde lo cuidaban, una serie de problemas psicológicos meramente emocionales lograron que aquel muchacho tratará de suicidarse y posteriormente llevarlo a un coma del cual milagrosamente despertó.
-Lo sé, me preocupa bastante lo que le vaya a pasar, en fin debo irme, deja tranquilo al chico te quedara feo para la foto, se te paso la mano – concluyó dándole unas palmadas en el hombro al momento de salir.
Javier se quedó pensativo, si se le paso la mano, pero porqué al final de hacerlo sentía ese fuerte sentimiento de arrepentimiento, sus demonio jugaban con el una vez más.
Ya era de mañana, Darío apenas y podía abrir sus ojos, le dolía el rostro, el cuerpo, pero tenía más dolido el alma, a su mente le vino el recuerdo de aquellos sutiles besos que Dominic le dio y sin darse cuenta se le formó una sonrisa en el rostro, dentro de tanto dolor, estaba ese pequeño rayito de felicidad que lo hacía sentir bien, se puso a pensar en que es lo que le pasaba, por que se sentía tan emocionado, la indiferencia que el mayor le mostró en ese tiempo le había dolido bastante, ya que la amabilidad, el cariño que le mostraba al principio parecían sinceros, pero el lo arruino al momento de preferir (por obligación) a Alejandro.
-Tienes diez minutos para estar listo abajo, irás a recoger tus papeles – entró Javier y a viva voz lo dijo sin siquiera importarle si el menor despertó, los papeles podían esperar, y si tardaban demasiado en recogerlos, los enviaban por correo, Javier sólo quería molestarlo, Darío que sabía que si no bajaba en los diez minutos que le dijo, personalmente subiría por él, se apresuró en hacerlo, le costaba moverse, tenía las piernas dolidas, los brazos semi entumecidos y la cabeza dolía a horrores, se acercó lentamente al espejo, ese que muchas veces sentía que le reclamaba, lo culpaba y le decía lo que era, al observarse noto que tenia marcas por casi todo el cuerpo, recordaba con dolor como fueron hechas cada una de ellas, las más visibles eran las marcas hechas por el cinturón, estaban como reventadas unas cortas, otras largas; veía su rostro, tenía ambos pómulos hinchados, el labio inferior roto y por su cuello se veía claramente una de las tantas marcas que la hebilla había dejado, sus ojos comenzaron a humedecerse al verse ahí tan vulnerable, no pudo evitarlo, cayó al piso y se puso a llorar abrazaba sus rodillas mientras aún veía su reflejo en el espejo ¿Por qué? se preguntaba una y otra vez
Mírate, de nuevo aquí, así, igual que antes. ¿Hasta cuando aguantaras esto? ¿Hasta que te mate? ¿o es que esperas que lo haga Alejandro? mírate, ve lo patético que te ves así, en vez de hacer algo te pones a llorar y compadecerte, cada golpe, cada insulto, lo mereces
-Por que dices eso, no es mi culpa… no lo merez… - se detuvo al ver que la puerta se abría con brusquedad
-Te dije diez malditos minutos y aún no te veo ahí abajo – grito Javier al entrar y ver aun acongojado Dario en el piso abrazando sus rodillas – que carajos te pasa, con quien hablas – miro a ambos lados y vio al joven enfrente de su espejo, pudo notar la cantidad de hematomas que este tenia, la culpa volvió a invadirlo y en un momento de bondad ayudó a Darío a levantarse, lo sentó en la cama – Te dije que no me provocaras, puedo hacer esto – decía al momento de presionar un hematoma – mucho mejor y eso si que no lo olvidaras, irás mañana – soltó saliendo del cuarto, Darío se quedo perplejo, su tío no era un tipo bondadoso y ese tipo de actos lo sorprendía. Se acostó en la cama mas tranquilo esperando a que Dom viniera y entre pestañeo se quedó nuevamente dormido.
Sonó el celular sacándole del sueño, vio la pantalla y era un número que no tenía registrado.
-Aló, quien habla?
-Dario ya despertaste o te desperté, habla Dominic
-Ya me desperté, pero volví a dormir
-Bueno, como te sientes?
-Mejor, vendrás a almorzar?
-Javier no te dijo?
-Que?
-Tuve que salir de viaje, llegaré en unas semanas
-Pero…
-Tranquilo, estarás bien, estaré muy al pendiente de ti
-Esta bien
-Intenta no hacer enojar a Javier, no lo conoces bien, el puede ser peor cuando se lo propone, cuídate mucho debo colgar
-Tu también cuídate.
Finalizó la llamada. Saber que se había marchado, luego de dejarlo en las dudas por aquellos besos lo puso algo triste, pero a la vez le alegro el hecho de que le habría llamado y de que se notará preocupado por él.
Ya al día siguiente, sintiéndose un poco mejor y siguiendo los consejos de Dom se despertó temprano para posteriormente ir a recoger sus papeles temía ver a Alejandro por algún lado, lo raro era que este no lo llamó en esos días. Al bajar pudo notar que su tío estaba desayunando
-Grandioso, no tendré que subir y decirte que hagas lo que ya te dije, que bien empieza mi día – dijo viendo la notable dificultad que tenía Darío al caminar, cojeaba un poco y claramente se veían las muecas de dolor que ponía en el rostro – si tienes dinero ve en taxi y si no lo tienes esta demás decirte lo que tienes que hacer – recalcó levantándose con su café hacía otra dirección, él mas que nadie sabía que Darío no tenía dinero, podía haberle dado para el taxi, pero hacer las cosas más difíciles para el joven era lo que mejor sabía hacer. Darío no respondió ni dijo palabra alguna, se levantó de la mesa y salió rumbo a su ex escuela. Al girar la esquina sintió que un auto se acercó lentamente hacia él, dio la vuelta y oyó esa voz que nunca podría olvidar.
-Súbete al auto – dijo al abrir la puerta, más que una invitación claramente se veía como una orden.
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ALMAS OSCURAS / Nuestro eterno sufrimiento
عشوائيTras mudarse a la casa del hermano de su madre, su vida se convertirá en un averno, secretos y engaños giraran entorno a Darío, agobiándolo a mas no poder. Golpe tras golpe aceptaba su realidad día con día. El solo pedía una mentira bien formulada d...