CAPÍTULO XXXVI

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Dorian se encontraba camino a la clínica, luego de dejar a Dario en su casa y de repetir unas cuantas veces lo que habían hecho el día anterior, se sentía tan satisfecho pero a la vez dudoso por la mala jugada que le estaba dando el destino. De corazón esperaba que sus sospechas no fueran para nada ciertas. Llegó al lugar y lo primero que vio fue a Alejandro fumando en el estacionamiento, hacia tanto tiempo que no lo veía, había cambiado demasiado, su contextura, su rostro, hasta su cabello. Bajo del auto y se acerco a él

—Dime lo que tengas que decirme rápido, no tengo mucho tiempo

—¿el director de la cadena hotelera Zulevan no tiene tiempo para su hermano? Eres el jefe, no trates de hacerte al ocupado conmigo —respondió mirándolo desafiante, la prepotencia de su hermano le molestaba lo suficiente como para plantarle un golpe en la cara —Beatriz, la operarán de nuevo, el banco no ha querido darme ni un solo centavo sin la compañía de alguien mayor y es más que necesario ese dinero, tu sabes que si a ella le paso algo por las leyes del estado tendría que vivir contigo ¿no? —Dorian lo miro enojado, pues tenia mucha razón, no iba a arriesgar el futuro que tenía planeado con Dario por un hermano que jamás quizo —necesito que te hagas cargo de los gastos de esta clínica y algo de dinero para que sobreviva mientras mi madre se recupera

—tu madre murió hace mucho —soltó de repente

—no te estoy pidiendo algo que este fuera de tu alcance, tu sabes que renuncie a todo por ella, te lo cedí, si hubiera decidido quedarme con ustedes, ahora el drogadicto bueno para nada de la familia serias tu y no yo —fue un golpe demasiado bajo para Dorian que solo se dispuso a sonreír —papá me llamó unos meses antes de morir contándome como estabas llevando tu estilo de vida, me pidió volver y subsanar errores del pasado

—maldito viejo —susurró, hasta ahora no sabía que estuvo a punto de perderlo todo

—mi futuro se veía brillante, dinero en exceso, lujos y todo lo que tu tenias completamente para mi, pero a cambio tenia que dejar a mi madre, por lo que ves te darás cuenta la decisión que tomé —río con nostalgia —no lo hice por ti, lo hice por ella, unos meses antes nos enteramos de su enfermedad y no podía dejarla sola, de algún modo te ayude y ahora tu tienes que hacerlo, esto no es un favor es tu deber —le recordó nuevamente, Dorian entendió, debía hacerlo, lo tenía estipulado en el testamento del cual ni siquiera adquirió lo que le pertenecia pues renunció a ello

—esta bien, correré con todos los gastos y te voy a mantenerte mientras la ramera a la que llamas madre se recupera —sonrió con malicia

—no tienes derecho de llamarla así —increpó molesto

—deja de hacerte al imbecil, bien sabes a lo que se dedico antes de conocer a Adrián, deja de querer tapar el sol con un dedo acerca de su pasado

—no me importa lo que digas de ella —le respondio ya arto de los comentarios de su hermano —ahora puedes entrar y decirles que si hay alguien que pague todo, estoy arto de que me vean como un pobreton

—es lo que eres por preferir a una ex prostituta como madre, nuestra madre debió revolcarse en su tumba el día en que te fuiste con ella —Alejandro calló, era lo mejor, no iba a darle el gusto de sentirse ofendido

Entraron a la clínica y pasaron a la oficina de pago, Dorian le dejó en claro que el pagaría todo el proceso de recuperación, ahora todo pasaría a la cuenta de Dorian, aprovechando que estaba ahí pregunto si existía otras personas con el mismo nombre, la respuesta fue afirmativa, pero la otra paciente tenía apenas 3 años, eso lentamente confirmaba lo que venía sospechando y esperaba no fuera cierto

—¿puedo pasar a verla? —pregunto al doctor pero Alejandro rápidamente se metió en medio

—¿para que? —preguntó dudoso

ALMAS OSCURAS / Nuestro eterno sufrimiento Donde viven las historias. Descúbrelo ahora