CAPÍTULO XIV / Despertando A La Realidad

676 30 1
                                    

-Doctor, por favor, venga rápido, el paciente de la 202 movió la mano – decía una enfermera bastante agitada, estaba casi roja de la impresión; el doctor sin esperar más, corrió rápido hacia la habitación le sorprendía en demasía que aquel joven que tenía que ser desconectado en los siguientes dias despertó, se lo tenía como un caso perdido, no presentaba mejora, sus pulsaciones eran muy bajas lo suficiente como para pensar que lo único que lo mantenía vivo era el respirador. Para cuando llegaron el joven tenía los ojos completamente abiertos irradiando una confusión visible.

-Hey tranquilo, no te muevas vas a estar bien, si – se acercaba el doctor para poderlo revisar, Ian no se mantenía quieto, sin saber que pasaba, lo último que recordaba era el rostro de Alejandro, el momento exacto en que todo se había acabado. Luego de una larga tanda de revisiones y exámenes se pudo evidenciar que no presentaría ningún trauma cerebral posterior.

Día tras día el joven comenzaba su recuperación de manera satisfactoria, poco o nada hablaba, se pasaba días enteros mirando a la nada sin siquiera probar bocado, su padre un médico jubilado que ya era bastante conocido en el hospital, sólo pasó a firmar los papeles de su transferencia a una casa de reposo, ya que el chico tenía pequeñas bajas emocionales que intervenían bastante en el proceso de recuperación y se temía una reincidencia en el intento de suicidio, ahí lo cuidaría Dom, el médico de turno, amigo de su papá que no tuvo ninguna duda en ponerlo en sus manos.

-Hola Ian, soy Dominic, amigo de tu padre, me encargaré de ti en tu estancia, talvez me recuerdas de alguna reunión.

-No – respondió en seco

-Bueno de ser así, nos iremos conociendo si, pasaremos tiempo juntos y quisiera saber que te gusta hacer – preguntaba al momento de sacar una libreta, pero no obtuvo respuesta – vamos será divertido, quiero ser tu amigo, más allá de que seas mi paciente

-Yo no estoy loco – respondió.

-Nadie que haya intentado matarse esta loco, eso tenlo por seguro – respondió Dom con cierto sarcasmo mirando de reojo la triste expresión que se había formado en el rostro de aquel hermoso joven, tomó la libreta y comenzó a anotar

-Cuéntame, a que se debió tu intento de suicidio, ¿querías llamar la atención, te dejaron, no quisieron comprarte algo? Dame una pista – preguntaba sigilosamente, ya que al hacer este tipo de preguntas, el joven debería ponerse a la defensiva y soltar todo, cosa que no sucedió en este caso, Ian agachó la mirada y una que otra lágrima le rodaba por la mejilla

-Me dejaron de querer, perdí... perdí todo ese día, ya nada me ataba a la vida – dijo en un tono que sonó lo suficientemente triste como para que a Don se le hubiese formado un nudo en la garganta – vi mi muerte como el camino más fácil de huida, dígame ¿nunca sentiste la necesidad de escapar, huir lo suficientemente lejos para olvidar todo?

-Si, muchas veces, y lo hice. Pero huir no evitaba que los recuerdos volvieran a mi de vez en cuando.

-Bueno, no pensé y sólo lo hice, que triste darse cuenta que uno no sirve  ni para matarse ¿no doctor? -Preguntó, sintiendo como este carraspeaba la garganta para responderle.

-No somos seres perfectos, fallamos en muchas cosas, bastantes para ser precisos – intentaba reanimar – pero siempre se puede enmendar, luchar y seguir. ¿Tu novia, sabia que ibas a matarte?

-No tengo novia, él me quería, a su modo, pero lo hacía, lo ame demasiado fue lo único que llegue a amar en aquel momento, me devolvió a la vida, después de que la veía perdida, pero me la quito, ahora solo pienso en no volver a verlo jamás

-Por que hablas en pasado, si tanto lo amaste puedes recuperarlo

-No, él no siente nada por mi, le doy asco

-¿Eso te dijo? ¿Recuerdas eso? – se podía más atento anotando en su libreta, cada detalle

-Si, lo recuerdo muy bien, recuerdo cada palabra que dijo, largate, me aburrí de ti, eres un puto y me das asco, no quiero verte más, ni que me llames o te me acerques, eso es lo que recuerdo. Así lo dijo, no se porque me hizo eso – los ojos de Ian comenzaban a inundarse notablemente, no pudo más y soltó todo, comenzó a llorar con tal intensidad que parecía que sacaría todo lo que llevaba atormentándolo. Dom que no soporto aquella escena, tiró la libreta y fue a abrazarlo, sentía como las lágrimas de aquel muchachito mojaban su camisa, era tanto el dolor que Ian sentía en ese momento que se aferró muy fuerte a Dom.

-Yo... yo sólo quería ser feliz, sólo quiero serlo y con todo esto no podré, yo.. ya estaba maldito, desde el momento en que nací, desde que mi madre me dejo con ese monstruo, detesto mi nombre, odio a mi padre y... no quiero volver a ver jamás a Alejandro no quiero, no, no... no quiero verlo – confesó entre llanto, los recuerdos dolían, todo volvía de nuevo y no quería enfrentarlo sólo.

Dom que no sabía bien la situación del menor, siguió abrazándolo, hasta que escucho como el llanto mermaba. Entonces se agacho, tomo la barbilla del menor y la elevo para poder mirarlo, hubo un choque tan profundo de miradas que Dominic sintió el dolor que aquellos ojitos azules mostraban

-Ayúdame... por favor, no puedo sólo – dijo el menor con la voz entre cortada, sólo eso bastó para que Dom volviera a abrazarlo, en toda su vida, jamás había sentido tanta sinceridad en las palabras de una persona, ni la necesidad de ayudar a alguien – no quiero estar solo

-Claro que te ayudaré, saldrás de esto y serás muy feliz.

Dichas palabras se hicieron realidad, paso el tiempo y Dom tomaba como prioridad el cuidado de Ian, las sesiones con los psiquiatras ayudaban bastante, no había día en que Dom no fuera a verlo, en poco tiempo el mayor se gano la confianza del muchacho. Seis meses bastaron para que el Ian sobrellevara toda la situación que le tocó vivir, los recuerdos ya no lo agobiaban tanto, logró reprimir todo lo relacionado a Alejandro, ya que era la parte que más le afectaba, por otro lado su padre aceptó la propuesta de que se le cambiase el nombre, Ian moriría del todo con eso para dar paso a quien sería Ángel, su nuevo nombre y su nueva vida, entre Dom y él se había formado un lazo más allá del plano profesional, el mayor estaba idiotizado con el chico a sus veintiocho años sentía que encontro la persona con quien poder pasar toda su vida. Amaba a ese chico más que nada en el mundo.

ALMAS OSCURAS / Nuestro eterno sufrimiento Donde viven las historias. Descúbrelo ahora