ALMAS OSCURAS / Nuestro eterno sufrimiento

CAPÍTULO XXXIV

Dario veía desde su asiento como Dorian comenzaba a fumar fuera del auto, su molestia era notoria, lo que no entendía era el porqué

—Esta molesto... y es por mi culpa, si no fuera tan estúpido habría evitado todo esto, pero mi don es arruinarlo todo... quizá se molesto porque lo deje esperando, tan solo quisiera explicarle lo que pasó y que Dom solo trato de ayudarme —pensaba

Dorian entró al auto con el mismo semblante, poco más agitado, comenzó a conducir sin siquiera dirigirle la mirada, trataba de calmarse y analizar las cosas, lo que menos quería era lastimarlo, pero así, hasta el dudaba de si mismo

—me llevas por un helado por favor —pidió Dario, tratando inútilmente de sonreír

—No, debes descansar, eso dijo el doctor ¿no lo oíste? —respondió Dorian con la vista puesta en el camino, su respiración era agitada lo que menos quería era continuar cerca de él —te llevare a casa y luego hablaré con Javier

—Lo oí, pero quiero hablar contigo, decirte que pasó, yo... —fue interrumpido por Dorian que continuaba igual o más serio

—Será en otro momento

—Prefiero decírtelo ahora —insistió, a lo que Dorian estaciono de forma brusca

—¡Esta bien, que mierda tienes que decirme que no puede esperar! —grito molesto golpeando el volante, Dario inmediatamente relaciono tal acto con sucesos anteriores, tal como solía suceder con Javier, Alejandro y hasta con Dom cuando estaban molesto o a punto de golpearlo, se asusto, bajo la cabeza y tomó la manija de la puerta de el auto esperando que lo peor llegara —que tienes que decirme —prosiguió con el tono más calmado, trato de suavizar su vos y calmarse, el enojo y la cocaina no eran una buena combinación para él

—pe-erdon por dejarte esperando, no volverá a pasar, lo siento... —dijo para luego bajarse del auto, Dorian no lo detuvo, era lo mejor, no quería tratarlo mal pero así era inevitable, los celos que le causaba imaginarse una y mil situaciones entre Dom y Dario juntos no eran para nada reconfortante. El auto se puso en marcha, Dario volteo a ver como este se iba, parte de él esperaba que Dorian bajara para abrazarlo y decirle que todo estaría bien, pero eso no sucedió

Siguió caminando mientras se ponía la capucha tratando de ocultar los golpes que yacían en su rostro, el dolor corporal estaba ahí, intacto, siendo más intensos en la cabeza y el abdomen, no tenía dinero para tomar un taxi, mucho menos fuerzas para volver a casa —¿Esto es lo que merece alguien como yo entonces... ? —se preguntaba, notando como la gente posaba su vista en él con pena, con lástima —es lo que mereces —le decía una vez más aquella voz que oía en los peores momentos.

Tras caminar sin detenerse con varios pensamientos destructivos en mente acabo en un parquecito, sentía que ya no podía caminar más, la pesadez que sentía iba más allá de la corporal, era su alma, su dolor, la aglomeración de pensamientos tras los sucesos ocurridos que no lo dejaban en paz, anhelaba dejar de pensar, callar a la vocecita de su cabeza que le recriminaba cada acto, no quería estar solo, odiaba estarlo ahora.

—mamá... mamá me odia tanto o más que él... ¿Por qué...? ¿tanto desagrado les causó que yo naciera? ¿Por qué les costó tanto quererme?.. no entiendo nada, no entiendo como pasó todo, como era la relación que llevaban ambos, quisiera entender porqué no crecí a su lado... yo solo quiero verla, que me abrace y me quiera, que pare todo esto que siento, este maldito nudo en la garganta, estas ganas de llorar eternamente, esta maldita tristeza inminente...estoy arto... —continuo sentado en una de las mesas de ese parque, tras cada pregunta terminaba sintiéndose más miserable, veía a su alrededor jóvenes de su edad enamorados, riendo, jugueteando entre ellos, y la pregunta latente salía a flote una vez más ¿Por que a él se le negó una vida así, llena de calma, tranquilidad y felicidad? En cambio sólo recibió, golpes, dolor y desprecio. Pensó en llamar a Dominic para que fuera por él, necesitaba sentir su abrazo y que le dijera que todo iba a estar bien, que las cosas iban a cambiar, que sería feliz quizá, aunque no fuera a su lado como en tantas ocasiones lo hizo, pero ahora la idea no le parecía del todo buena, ambos no estaban solos, Angel y Dorian se encontraban en medio, podía llamarlo a él pero de algún modo se sentía tan indefenso ante su enojo -tal vez si fuera valiente me habría quedado con él... pero no, soy solo un cobarde un imbecil que merece todo esto... —continuaba recriminandose.