CAPÍTULO X

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-Ahora si bebé, no te moverás, estarás tranquilo y dejarás de lado tus lloriqueos molestos aunque es una pena que no pueda escuchar tus gemidos por que hoy quiero romperte – dice el castaño lamiendo el cuello del chico, se montó nuevamente sobre él para manosear aquel cuerpo que tenía a su merced, Darío no paraba de llorar la situación lo aterraba comenzó a recordar aquellas veces que Javier lo ataba y lo violaba hasta dejarlo semi inconsciente, sus nervios le estaban jugando chueco.

Alejandro sin perder más tiempo comenzó a lubricar la estrecha zona del menor haciendo un mete y saca tosco con dos de sus dedos, ya cuando creyó que estaba listo apunto su miembro a aquella entrada enrojecida, empujó un poco viendo como Darío elevaba la cabeza hacia atrás, aquella intromisión le dolía no lograba acostumbrarse, el castaño que ya estaba bastante excitado se adentró de golpe viendo como más lágrimas comenzaban a salir de los ojos del menor, restándole importancia empezó con un mete y saca suave que a los minutos se hacía más y más rápido, poco le importaba lo que pasaría luego y de como reaccionaria el Darío, de pronto se centró en el menor este tenía los ojos hinchados, la cara roja empapada de sus lágrimas mirando a un costado, asumiendo lo que pasaba, tan indefenso como nadie, en un momento imprevisto ambos chocaron miradas, se veían a los ojos, Alejandro veía con detenimiento aquellos ojos azules vacíos llenos de lágrimas y tristeza recordándole la mirada de Ian, su mente volvía jugar con él, se tomó los cabellos con ambas manos y sin previo aviso le dio dos bofetadas, lo suficientemente fuertes como para que tuviera un hematoma en el rostro, lo agarró por los hombros e incremento la velocidad de las embestidas hasta que en un momento se detuvo, no sabía que estaba haciendo y lo peor a quien lastimaba él no era Ian, era Darío aquel dulce y tierno chico que escogió para intentar olvidar su tortuoso pasado, entrando en razón y sin esperar más le desató las manos para luego quitarle la cinta adhesiva que tenía en la boca

-¡Estaré quieto, estaré quieto, lo juro, no lloraré, no diré nada, pero po-por favor no así, así no, no por favor no, así no! – repetía constantemente entrando en un especie de colapso nervioso Alejandro se acercó abrazándolo, notaba como el chico temblaba y sollozaba

-tranquilízate mi amor, yo no quería hacer esto pero… pero los recuerdos… y las constantes estupideces que pasan por mi cabeza ¡oh Dios! Perdóname Dario te amo perdón, tu no tienes la culpa de nada, perdóname – dijo apoyando su cabeza en el hombro del menor, al sentirlo tan nostálgico se sintió confundido ¿Quién era Alejandro? ¿a quien tenía a lado suyo? ¿Qué pasaba? ¿a que estaba jugando? Nuevas incógnitas se alojaron en su mente, de un momento a otro cambiaba el significado de sus palabras, estaba confundido realmente.

-Vístete por favor, te llevare a tu casa

-No, llévame al colegio – respondió agarrando torpemente sus prendas

El castaño asintió, no tenía más que decir, sentía mucha culpa. Llegaron al establecimiento, no se dijeron nada, Darío bajo apurado sin siquiera voltear, Alejandro quería detenerlo, pero ya no serviría de nada.

-Si vuelves a tardar te juro que entró y te saco de los cabellos ¡me oiste! -gritó Javier bastante enojado, mientras el chico asentía con la cabeza, de repente sintió como le  levantó el rostro – ¿quien te golpeó? – pregunto de repente

-m-me caí en depor… -fue interrumpido por una risa certera

-si claro te caíste de cara y de ambos lados – concluyo su risa tornándose serio de repente golpeando el volante – ¡me crees imbécil!

-n-no yo no…

-¿No? Pues pareciera que si, si acaso planearas tus mentiras, pero no, en realidad no sirves para nada, cada vez me voy dando cuenta que no eres hijo de mi hermana, aunque llegara a matarte no sentiría el más mínimo remordimiento por que no eres nada mío ni de mi fa… -fue interrumpido de golpe

ALMAS OSCURAS / Nuestro eterno sufrimiento Donde viven las historias. Descúbrelo ahora