XXV. ¿Amigos?

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Estoy cansado de verte enamorado de otra persona...de alguien, por cierto, que jamás te devolverá ese amor.
(Ciudad de cristal, de Cassandra Clare)



Cristián: Hola.

Marcos no sabía si reírse o enojarse cuando recibió y leyó el mensaje.

Lo cierto es que, con lo poco que ya lo conocía, no fue inesperado; pero habría deseado algo más. Sobre todo después de que fuera él quien le escribió para seguir siendo amigos...o volver a serlo.

Así que aparentemente si quería que avanzaran, tendría que ser él quien diera el primer paso real y fuera directo.

Mar: ¿Sólo "hola", Cristián? ¿En serio?

Mar: Mira, honestamente, esperaba algo más. Yo sé que te sorprendió mucho mi...bueno, todo yo. Y no justifico ni entiendo tu comportamiento, habría esperado más del chico con el que estuve hablando durante un mes y que me había demostrado que era un gran ser humano. Pero leyendo tu mensaje, supuse que realmente estabas arrepentido y querías solucionarlo. Que, como dijiste, podíamos ser amigos. Es un primer paso y yo lo acepté. No sé si un día podré olvidar lo mal que me hiciste sentir, pero quise aceptar tus disculpas y comenzar de nuevo. Es simplemente que no voy a estar jugando otra vez, Cristián. Estoy cansado de tus señales tan confusas. Así que dejémonos de "holas" y vamos al grano. ¿Qué quieres?



* * * * *


Las manos de Cristián temblaron cuando leyó el mensaje de Marcos. Usualmente él nunca era tan irresponsable, intentaba nunca tomar su móvil para cosas no relacionadas al trabajo. Pero, aparentemente, Mar siempre era una excepción.

«A ti», pensó. «Te quiero a ti».

Ya no era algo que pudiera negar.

El problema es que no lo entendía. No se entendía a sí mismo ni sus sentimientos.

Él no necesitaba más amigos...al menos no los había necesitado antes, porque tenía a Johnny. Y cuando su camino y el de Mar se cruzaron, él había estado buscando una cita, una mujer; no un chico, no un nuevo amigo.

Suspiró. Cerró los ojos.

Sabía que Marcos tenía razón. No eran niños, no podían estarse mandando mensajes de una sola palabra ignorando el problema real.

¿Y por qué demonios le molestaba que ya no le dijera "Cris"?

Nunca su nombre se había sentido tan frío e impersonal.

Cristián: Lo siento.

Cristián: Sé que no es suficiente, pero no sé qué más hacer. Discúlpame. No puedo prometer que no volveré a ser estúpido, pero lo estoy intentando. Quiero realmente ganarme tu perdón y, si es que se puede, seguir siendo amigos.

Pensó en las palabras de Arturo y se atrevió a agregar un último mensaje.

Cristián: Podemos ser amigos, ¿cierto? Los hombres también son y tienen amigos. Puedes ser mi amigo, Marcos.

Y ahí estaba. La primera vez que escribía su nombre completo. Lo que lo hacía mucho más real. Mal era un chico.

La pregunta aquí era: ¿Él quería ser sólo su amigo?

No supo cuánto tiempo pasó. Cuántos minutos u horas estuvo mirando la pantalla del celular hasta que se iluminó de nuevo. Aunque su sonrisa fue realmente inesperada y enorme, tanto que tuvo que morder sus labios para contenerse.

Hay un gay en líneaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora