XXX. Celos ~de amigos~

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—Simplemente no entiendo —le dijo Mar—. ¿Qué te hizo cambiar tan rápido? No puede ser que en sólo unos días cambiaras todas tus ideas, pero estás aquí y te doy la mano y no te vuelves loco y... —negó con la cabeza—. No entiendo.

Cristián tampoco había entendido al inicio. Lo más probable es que como él se había hecho a la idea de que Mar era una chica y por fin se sentía como una persona normal –aunque ahora se cuestionaba todo en cuanto a lo que es "normal"–, se volvió un poco loco al saberlo chico porque eso rompió su burbuja. En cambio, ahora, después de haber hablado con Arturo y entender que se puede sólo ser amigos y aun así sentir demasiado, ya no le importaba saber que su "Mar" era en realidad "Marcos".

Así que fue bastante fácil darle una respuesta: —Todo esto es culpa de Arturo.

El ceño de Marcos se frunció un poco, pero su voz sonaba controlada, quizá demasiado, cuando preguntó: —¿Quién?

—Conocí a un chico en la aplicación. Se llama Arturo y él me ha explicado que la amistad entre dos chicos existe, que no hay nada de malo con ello y que es perfectamente normal que tú me gustaras tanto y hayamos conectado tan bien a pesar de ser hombres ambos —sintió su cara arder al decir esto, esperaba que Mar no hubiera dejado de sentir lo mismo y que no se molestara por asumir que seguía siendo así. Pero Marcos no decía nada, así que siguió explicando—. Arturo es bi y al inicio creí que me estaba coqueteando, pero no es así. Otra muestra de que no toda relación que fluya bien está destinada a ser algo más que una amistad. Es gracioso porque ni siquiera sé en qué estaba pensando cuando decidí cambiar definitivamente mis intereses a "hombres"... En la aplicación, obviamente —se apresuró a agregar, porque no quería malos entendidos. A él le seguían gustando las chicas, claro. Claro, ¿cierto?

Pero –a pesar de su largo discurso y la crisis existencial que estaba empezando a tener porque, en realidad, ¿cuándo le había gustado una chica antes? ¿cuándo sintió algo remotamente cercano a lo que Mar le provocaba?– Marcos no decía nada.

—¿Mar, estás bien?

Marcos parpadeó hacia él. Ni siquiera parecía consiente del desastre que había hecho con el panque de chocolate. Sonrió o lo intentó, pero antes de que dijera cualquier cosa, Cristián tomó una servilleta y después, con mucho cuidado, empezó a limpiar el dulce de sus dedos. Intentó ignorar las mariposas en su estómago al sentir la piel suave y tibia de su mano y no notar cómo encajaba tan bien entre las suyas ni adorar el contraste entre los tonos de sus pieles.

Un suspiro se le escapó cuando terminó. Lo dejó tan limpio como se podía con una simple servilleta. Sonrió, se sintió como un héroe y luego se dio cuenta que era una tontería, sólo le había limpiado la mano. Lo que sólo provocó que su sonrisa se ensanchara, pero luego se encontró con los ojos de Marcos muy abiertos.

Tragó y empezó a romper en pedacitos la servilleta sucia. —Tenías chocolate —dijo a modo de explicación. Era normal hacer eso por los amigos, ¿no?

Cuando el silencio se extendió sin que Marcos dijera nada, decidió cambiar de tema. Y justo, como enviado por el destino, notó el móvil en la mesa. Intentó no mostrarse molesto por el tipo que ahí había visto. —Y, entonces, nunca contestaste —hizo un movimiento con su cabeza—. ¿Qué estabas viendo?

Marcos pareció relajarse con la pregunta, incluso sonrió. Así que debía ser algo bueno, ¿verdad?

Tuvo tan mala suerte que apenas había tomado un trago, cuando Mar dijo “Estaba viendo a mi futuro novio”. Así que la bebida se fue por otro lado y tuvo uno de esos momentos de pánico en los que sientes que de verdad vas a morir.

Hay un gay en líneaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora