Capítulo 3

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Suena el despertador y me dan ganas de revolearlo contra la pared, y ¿qué creen?, yo no me privo de hacer estas cosas, aunque sean mínimas. Y es que agarro el reloj y lo estrello contra la puerta, provocando que escuche un sonido que comprueba que se ha hecho mierda. Suspiro con alivio y me acomodo más en la cama junto a Morcilla, que no se le ha movido ni un pelo por el ruido, y estoy orgullosa de él, es de sueño pesado.

Se sienten unos golpes en mi puerta.

- Abre la puerta, Alena.

- ¡NO!

- ¿De nuevo rompiste el despertador?

- No te interesa, nana.

- ¡Vuelve a hablarme de esa forma, niña! ¡Vuelve a hacerlo!

- No te interesa, nana. Déjame dormir.

- Primer día de universidad, primer día en el que va a empezar a estudiar lo que le gusta, y la señorita solo desea dormir.

- Sí –contesto únicamente y los golpes empiezan a sonar nuevamente.

- ¿Qué pasa, Alena? Sé que estudiar no te atemoriza.

- No, me atemoriza la gente.

- Ay, basta ya. Sal de esa cama y enfrenta al mundo. Ya te dije, dale un puñetazo y listo.

- Mis deditos van a quebrarse.

- Se pega con los nudillos, linda.

- Entonces mis nudillos van a quebrarse.

- Alena, por favor... Enfréntalo.

- Tengo miedo –susurro. Escucho que suelta un suspiro al otro lado y ya sé que me entiende, aunque yo también tengo que cambiar un poco mi actitud.

- ¿Puedes abrirme la puerta? Quiero decirte algo sin que estemos tan cerca de la presencia del vándalo –decido levantarme de la cama y voy a paso lento a la puerta, la cual abro y ahí me encuentro con Priscila, quien me regala una sonrisa tierna. Entra en mi habitación y va a sentarse sobre el colchón. Mi cachorro, que ya ha despertado, va hacia ella y la saluda con lametones en las manos –. Sé que te asusta esto, Alena, pero es solo el principio, porque estoy segura de que te adaptarás a esta nueva rutina, sé que tendrás amigos y sé que te sentirás cómoda. Piensa: estabas igual con la mudanza, y ahora ya te has acostumbrado a no ver tanto a tu abuela y a Kat. Solo dale tiempo al cambio para que se adapte a tu vida y tú también adáptate a este nuevo cambio a tu tiempo, ¿sí? –me quedo unos segundos sin pensar en nada verdaderamente, pero al mismo tiempo con mi cabeza concentrada en todos mis miedos y las formas que tengo de enfrentarlos, y la única forma de enfrentarlos es... plantarse frente a ellos.

Solo eso, plantarse... plantarse... Abrazo con mucha fuerza a mi nana y ella me devuelve el gesto. Una vez que nos separamos, le sonrío y asiento, levantándome y yendo a agarrar el vestido que elegí ayer. Priscila sale de la habitación para que pueda cambiarme y decido, para que todo sea más positivo, poner música. Empieza a escucharse por las cuatro paredes "Crazy in love" y yo me muevo mientras me desvisto. Me pongo el vestido y mis zapatillas y luego me meto en mi baño, donde hago todas mis necesidades, lavo mis dientes y me peino. Mi pelo, que es algo así como de un marrón caca, queda bastante bien, me he hecho dos trenzas arriba y las he atado atrás, como formando una media cola. Salgo nuevamente del baño y me encuentro a Morcilla con ganas de bajar de la cama, lo dejo en el suelo y beso su cabeza justo cuando siento una bocina, la bocina del auto de mi hermano, la que me avisa que debemos irnos. Trago saliva y asiento, vuelvo a besar a mi cachorro y le prometo que volveré más tarde y por mientras se quedará con Priscila.

En la mente de AlenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora