- ¿Cómo puedes soltarme una bomba así? –pregunto poniéndome de pie. Él me imita y toma mi brazo.
- Escucha, escucha... Solo espero que alguien haga lo correcto acá.
- Y planeas que yo le diga la verdad a Archer.
- Pues... sí. Mira...
- Brisa ha sido muy buena conmigo, ha tratado de ayudarme con mi escritura, aunque ya no tenga nada que dar. Todos los días me está pidiendo que le muestre algo y yo le digo que tengo un bloqueo cuando, en realidad... –me detengo en seco al saber que se me está yendo la lengua.
Niego con la cabeza y me dejo caer de nuevo al sillón, acompañada de él. Cuando abre la boca, justo se siente el sonido de la puerta de casa cerrándose, seguido de los murmullos y ladridos de los labradores de West. Tienen tres y se llaman: Caramelo, Chocolate y Nutella. Verdaderamente, no puedo opinar mal sobre esos nombres, porque son... increíbles.
Las mujeres entran en la sala y gritan de felicidad al verme. Patricia y Anastasia. Ellas se acercan y besan las mejillas del pelirrojo, luego me saludan con abrazos de oso. Después aparece el hermano mayor de West, Edwin, quien hace un leve asentimiento en nuestra dirección. Y la casa se llena de gritos cuando aparecen las pequeñas seguidas de los perros enormes que se comerían a mi bebito de un solo bocado. Uma, que es la mayor, me saluda de forma tímida mientras que se larga a los brazos de su hermano, pero la más pequeña y la que se está adaptando, Ruth, sí que me envuelve en un abrazo muy tierno al tiempo que West le sonríe y besa su mejilla. La niña se sonroja un poco y luego se sienta en mis piernas y el resto de la familia se acomoda a nuestro alrededor.
- Hoy tienes el pelo precioso –observa Patricia.
- Gracias.
- ¿Puedo tocarlo? Parece suave –pregunta la pequeña de forma tímida y le sonrío.
- Por supuesto –Ruth estira su manito y toca mi cabello. Entrelaza sus dedos con las hebras y sonríe.
- Es muy bonito –susurra y se esconde un poco contra mi hombro.
- ¿Se estaban divirtiendo? –pregunta Anastasia y West le guiña un ojo, volviendo a ser coqueto.
- Desde luego, madres. Alena me estaba ayudando con los nervios que tengo –sus madres lo miran con desaprobación, y Uma, al ver a las señoras con la reprendida en sus lenguas, adapta la misma postura de brazos cruzados y ceño fruncido de ellas, lo que me hace reír.
- Ignorando ese comentario, queremos avisarte que mañana iremos al partido, todos –comenta Ana mirando a Ruth, quien parece más alegre con la idea de ir a verlo. Me rodea con sus brazos.
- ¿Tú irás mañana, Alena? –me pregunta y asiento con una gran sonrisa.
- Desde luego, y te estaré esperando en la primera fila –sus ojos adquieren un brillo de emoción.
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En la mente de Alena
RomancePRIMER LIBRO DE LA BILOGÍA "EN LA MENTE DE ALENA." Yo, Alena Calwell, no espero muchas cosas, aunque tengo mis metas, mis sueños... Siempre ando usando la mente. Soy escritora. Mi burbuja es mi zona de confort, y el inminente primer año de Universid...