Capítulo 38

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- Me decías que estabas con las personas equivocadas. Sabía que habías estado en una pelea, pero tus manos no mostraban que tú hayas peleado, más bien... que te golpeaban. ¿Todo este tiempo... él era el que te golpeaba? ¿El pecho te lo dejó así él? –asiente sin mirarme y sin parar de llorar –. ¿Por qué nunca te defendiste? –y saca las manos de su rostro sin paciencia y suspirando con pesar.

- Porque es mi maldito padre, porque siento que si lo golpeo voy a estar traicionando a mi madre. Ella lo amaba... y no pienso golpearlo... Hoy no lo hice, pero ni siquiera me permito hacer eso, ni siquiera me permito enfrentarlo. Dejo que lo pague conmigo para que no lo pague con alguien más. Nadie merece que un padre te golpee, así tanto como el mío me golpea de forma física como los tuyos te golpean acá –señala mi corazón –, y acá –lleva el dedo a mi cabeza.

- El tuyo también estaba siendo hostil con el vocabulario –se encoge de hombros –. Archer, por Dios... –se me quiebra la voz –. Por Dios, por Dios –apoyo las manos en sus rodillas, y aunque parece querer alejarse, no se lo permito –. ¿Cómo no me di cuenta antes?

- No es tu culpa.

- Pude haberte ayudado, pude hacer algo.

- ¡Basta, magia!

- Y tú sonríes cada día –le digo recordando las palabras de Kat –. Me muestras tantas cosas buenas siempre que... me es imposible creer esto, pero lo vi y... me siento como una mierda, y no por culpa, sino porque no tolero la violencia... Y sé que es hipócrita de mi parte porque lo golpeé...

- Tres veces –abro mucho los ojos.

- Como sea, sé que es hipócrita de mi parte..., pero me asuste. Archer, sentí terror, sentí que te iba a matar frente a mí... Tenía la mirada perdida, ni siquiera parecía consciente de sus palabras, de sus movimientos, era como si estuviera poseído. Por eso salí, porque el miedo me movilizó. Cuando te pateó... Ay, Dios... –repito y trato de calmarme.

- Lo siento –susurra con voz ronca –. Lo siento mucho por ponerte en esta situación.

- ¡No me has puesto en ninguna situación! Esto pasó, y tal vez debía pasar para... ¿Alguien más sabe de esto? –y cuando niega, siento de nuevo esa presión en el pecho.

- ¿Has cargado con esto todo este tiempo? –aprieta los labios –. ¿Cuánto, Archer? ¿Hace cuánto ese tipo te pone la mano encima?

- Es mi padre.

- Para mí es... –decido callarme. Es verdad. Si bien es una mierda, tampoco se lo voy a decir a Archer, no estaría bien –. ¿Cuánto?

- Desde los trece –me pongo de pie y me alejo de él hasta el otro extremo de la habitación solo para que no me vea la cara, no quiero que vea el odio, no quiero seguir llenando todo esto de malas vibras, pero hay situaciones en las que, simplemente, no se puede ver un lado positivo, o por lo menos, no ahora. Tal vez más adelante esto sea un recuerdo oscuro, pero ya superado; o no superado, pero sí un recuerdo, no una realidad de ese futuro presente, y eso puede ser el comienzo del alivio –. Y sé que no me lo merezco, aunque a veces sienta que haya sido mi culpa lo que pasó con mi madre, sé que no lo fue. Solo son días... Ya sabes, esos días en los que no toleras ni siquiera mirarte –asiento, dándole la espalda. Y entonces recuerdo a Morfeo.

En la mente de AlenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora