Advertencia: este es un capítulo un poco más, por así decirlo, subido de tono, así que... Nada, te invito a leerlo y espero que lo disfrutes *guiño, guiño*.
- ¡¿Me estás diciendo que dormiste con un hombre casado?! –suelto una carcajada al escuchar las palabras de Kat –. Lo siento, siempre quise decir eso. Pero entiendes, es más o menos lo mismo –asiento, mirándola a través de la pantalla.
- Pero solo dormimos. Lo saqué de la fiesta y ninguno de los dos quería ir a casa, entonces –me encojo de hombros –él me llevo a la plaza.
- Y mañana tienes la fiesta de la fraternidad.
- No sé si quiero ir.
- Eh, que la visita horripilante de tus padres no cague tu diversión. Olvídate de todo por un rato, y con esto no me refiero a que tomes, solo... déjate llevar y diviértete.
- Bien, gracias, Kat. No estemos tantos días sin hablar, ¿sí?
- De acuerdo. Ahora dime cómo está Bastian –estos días que han pasado, con mi hermano no nos hemos hablado mucho, y no por estar enojados, más bien estamos... tristes. Y yo sé que él necesita su espacio, al igual que él sabe que yo necesito el mío.
- Está bien, sabes cómo se pone con la llegada de ellos –evito contarle todo lo que sucedió con mis libros hace cinco días, porque, si lo hago, seguramente me largaré a llorar de nuevo.
- ¿Y tú estás bien?
- Me siento bien, me estoy adaptando.
- Yo conocí a alguien en el trabajo. Es nuevo... y es todo un buenorro...
- Ay, Kat –me río con ganas y me relajo al escuchar hablando a mi amiga del posible compañero de cama. Dios, es demasiado.
Llego a la universidad junto a mi hermano y ambos nos bajamos. Allí veo a todo el mundo con los colores característicos de la bandera de Arnold: turquesa oscuro y mostaza. Y llevan usando los colores desde principio de semana, que nos recibieron a Bastian y a mí con vítores y aplausos... En verdad, lo recibieron a él de esa forma, por ser el capitán del equipo de lacrosse, yo solo fui su dama de compañía, y los demás me felicitaban por el hermano ganador que tengo. Bastian sonreía y se dejaba hacer, por lo que me puse de buen humor al instante al saber que él se encontraba y se encuentra bien.
Ahora caminamos y veo que ya han colgado pancartas de que falta un poco más de un día para el primer partido del año. Todos los deportes hacen campeonatos, pero siempre, debido a los gustos del decano, el equipo de lacrosse inicia con "las batallas", como a él le gusta llamarles. Nos dio un discurso el lunes a primera hora y nos habló de nuestro espíritu salvaje y demás. Me cayó bien.
Me separo de Bastian para ir a Historia de la Cultura y recién veo a las chicas cuando estoy adentro del auditorio, quienes me abren espacio y me siento entre ellas, ambas besan mis mejillas y empiezan a parlotear sobre cómo nos manejaremos mañana ya que es más que obvio que habrá alcohol y ninguna quiere conducir, por las dudas. Me preguntan a mí, que saben que no bebo, y niego, comentándoles que no sé manejar. Todo bonito hasta que entra el profesor Astor. Deja su mochila sobre la silla detrás del escritorio, se saca la chaqueta de su traje y noto que lleva un pin del escudo de la escuela prendido en la camisa blanca, un águila volando sobre montañas, como las que rodean la ciudad. Hoy se ve exageradamente apetecible el profesor, y escucho suspiros por parte de las chicas.
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En la mente de Alena
RomancePRIMER LIBRO DE LA BILOGÍA "EN LA MENTE DE ALENA." Yo, Alena Calwell, no espero muchas cosas, aunque tengo mis metas, mis sueños... Siempre ando usando la mente. Soy escritora. Mi burbuja es mi zona de confort, y el inminente primer año de Universid...