Capítulo 30

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Después de la cena, a la que han asistido todos mis amigos, me voy "sola" a mi cuarto

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Después de la cena, a la que han asistido todos mis amigos, me voy "sola" a mi cuarto. No quería que Priscila se enterara de que un chico se quedaría a dormir, por lo que, con Archer improvisamos una despedida, luego él se fue en su auto y, tal vez, se dio la vuelta hasta estacionar en un lugar más apartado y, tal vez, entró por mi ventana. Qué raro escalando este hombre.

Lo encuentro, de nuevo con Morcilla y, sonriéndole, voy hacia mi armario y encuentro una remera de Bastian, empiezo a sacarme el sweater por la cabeza, sintiendo sus ojos en mi espalda, y me la pongo. Se ríe por lo bajo y se acuesta en la cama... ya sin ropa..., bueno, solo con su bóxer. Perrito se sube sobre su pecho y se acurruca, Dios, qué amorcito es ese bebé.

Archer me guiña un ojo cuando nota que los miro y yo vuelvo a darle la espalda, sacándome los pantalones.

Voy también hacia la cama y enciendo la lámpara que está sobre el escritorio. Los ojos de Bloom van hacia ahí y miran mis libretas esparcidas en él. Las señala y yo... asiento. Se pone de pie y va hacia ellas, empieza a verlas, aunque no las abre, y eso se lo agradezco de sobremanera. Antes, cuando alguien me pedía que se las mostrara, le rogaba que no las abrieran antes de dársela. Con él no hizo falta. Mira una con flores rosadas, otra con la cara de Frida, la que me regaló él, una con una frase en inglés, hasta parar en mi cuaderno blanco y negro con animales y árboles.

- ¿Adentro de todas estas libretas están tus ideas?

- Hasta los cumpleaños de mis protagonistas.

- Me dirías el de alguno –pide y me acerco a él. Quien va a sentarse a la cama y yo voy hacia la silla.

Me muevo en ella sin ninguna libreta, no es necesario tenerla para acordarme de todo. Apoyo los pies sobre el colchón y él los lleva a su regazo.

- Prudencia Sandemetrio. Diecinueve años. Su cumpleaños es el veinte de noviembre.

- Escorpiana, como tú.

- Me gusta que mis protagonistas femeninas sean escorpianas. Cada una de ellas... y ellos, tienen algo mío. No solo mi signo, tal vez algún rasgo físico o algún sentimiento, gusto o preferencia –me encojo de hombros –. Lisbon Bech. Veinte años. Tres de marzo cumple años –y así sigo por un rato, hasta que duele decirlo, duele porque esos personajes y sus aventuras quedaron perdidos –. Lo siento, ya no puedo –asiente.

- Tal vez..., tal vez podrías empezar de cero con una nueva idea. No es necesario que crees de nuevo lo que hiciste.

- Lo he pensado, sí, pero nada se me viene a la mente. Estoy en blanco. Me aterra agarrar mi computadora y abrir un Word, encontrándome una página en blanco, un inicio que, en realidad, no es un inicio, algo nuevo, aunque no lo sea. Sé que los otros también deberían estar, y eso, no tenerlos, me bloquea –Archer asiente levemente un par de veces antes de que sus ojos encuentren los míos.

En la mente de AlenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora