Capítulo 48

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La lengua de Morcilla vuelve a tocarme la cara

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La lengua de Morcilla vuelve a tocarme la cara. Ha repetido mucho este gesto desde hace más de cuatro horas, que es cuando Archer ha ido a buscarlo al departamento. También está Morfeo, que ronronea junto a mi cabeza. Una taza de té queda apoyada sobre la mesa ratona y una mano masculina la suelta y se aproxima a mi cara, siento que me aparta un par de mechones de pelo, y cuando mis ojos se encuentran con unos de color miel, me decepciono un poco, solo quiero ver los de Bastian ahora, solo quiero ver el mismo par que el mío. Pero Archer no tiene la culpa de nada, se merece cosas buenas que iluminen más su vida, no alguien como yo, alguien que ahora no tiene fuerza ni para mirarlo, porque ya cierro los ojos y me aparto de su toque. Escucho que se mueve, luego un beso en mi frente y se va a hablar con Priscila, que está más tranquila. Siento su conversación entre susurros y después los veo, ella lo abraza con fuerza.

Ya entrada la tarde, me animo a hacer algo aterrador. Tomo el celular entre mis manos y marco a mi abuela. Si alguien debe saber esto, es ella, y ya han pasado unas horas y no pienso aplazarlo, sería estar siendo egoísta y masoquista de mi parte. Cuando su voz alegre me saluda, mis ojos vuelven a llenarse de lágrimas.

- ¿Cómo estás, cielito? –no le respondo –. Alena, hermosa, ¿por qué no hablas con tu abuela? Una persona no llama a la otra y luego se queda callada, me lo voy a estar tomando como una broma o como que te equivocaste y me marcaste sin querer –sonrío un poco, sintiendo una opresión en mi pecho.

- ¿Qué haces, Alena? –salta Priscila –. No tienes que hacerlo –asiento, apartando el teléfono y dejando de escuchar la voz cantarina de Gimena. Después vuelvo a ponerlo en mi oreja.

- Abuela.

- Oh, por fin. Corazón de melón, eres todo un caso.

- Abuela, quiero pedirte algo –susurro y del otro lado dejo de escuchar la música que ella oía.

- Lo que sea, cielito. ¿Todo bien?

- En realidad, todo está muy mal –sollozo, sintiendo apretones en la pierna de Archer, quien me ayuda a seguir con la conversación –. Abuela –por un momento no sé qué decir, pero luego recuerdo cómo ella nos dijo lo del abuelo –, Bastian se... –me interrumpo y aprieto mucho los ojos cuando su silencio hace acto de presencia, sé que debe estar conteniéndose.

- Pero qué... ¿Qué pasó? –hace una pausa –. No, no... Voy para allá, ¿sí? Escúchame, cielito –eso hago –: todo va a estar bien.

- ¿Y si no?

- Solo hay que aprender a levantarse, amor –a esta mujer puede pasarle un camión por encima y, de igual manera, siempre va a saber qué decir.

No importa cuántos golpes le ha dado la vida, ella siempre consigue salir adelante, como muchas personas, de hecho.

- Eres fuerte.

En la mente de AlenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora