Capítulo 29

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La puerta de mi habitación se abre de una patada y Morcilla salta y se cae de la cama. Abro mucho la boca y lo levanto del suelo, volviendo a apoyarme sobre el colchón. Miro hacia el frente y ahí me encuentro con Prisci y Bastian en la puerta, con una bandeja llena de comida y con globos en forma de corazón y otros que forman un diecinueve, la edad que estoy cumpliendo hoy. Mi hermano aplaude mientras se acercan y ambos cantan, entonces, una vez que dejan la bandeja sobre la cama, Priscila, volviéndose loca, saca un tubo, tira de una piola y salta el confeti de diferentes colores. Abro mucho los ojos y Morcilla se queda mirando la escena y preguntándose: "¿acasho eshtosh humanosh no shon normalesh?". Mierda, debo dejar de pensar que habla de esa forma, pero es tan tierno...

Las manos de mi nana toman mi rostro y posa sus labios sobre mis mejillas y frente con fuerza, notando que deja su labial sobre mi piel. Atrae hacia mí la bandeja, quitándole un poco el confeti y el moño que la adorna. Luego Bastian se tira sobre mí y me aplasta debajo de su cuerpo. Yo grito a todo volumen y empiezo a retorcerme cuando su mano se entierra en mis costillas, causando cosquillas. Priscila se ríe mientras que Morcilla ataca al excremento con garras y dientes... y lengua.

- Basta, basta... ¡Basta, Bastian! Nana, quítamelo de encima... ¡AHHH! –grito, y es cuando mi hermano se digna a dejarme en paz, soltando carcajadas al verme encogida en mi cama.

- Feliz cumpleaños, mocosa del demonio –revuelve mi pelo y Pri lo fulmina con la mirada por el apodo.

- ¿Qué hemos dicho sobre esos...?

- Ay, Pri, calma. Hoy es un día para festejar y me andas retando por decirle mocosa del demonio a la mocosa del demonio.

Los tres terminamos por reírnos y se sientan junto a mí, y empezamos a compartir el desayuno mientras mi perro nos observa con severidad por no obtener absolutamente ningún bocado.

Cuando llegamos a la universidad, no me sorprendo al ver a la orquesta entonando la canción de cumpleaños, a algunas porristas saltando, entre ellas, Malena. Algunos jugadores de lacrosse, incluyendo mis amigos. Una pancarta que dice: "Feliz cumpleaños a nuestra Águila". Qué bien que dijeron "Águila" y no mascota. Me bajo del auto y, sonriendo, saludo a todo el mundo.

Los primeros abrazos llegan, que son los de Quinn, June y Male. Luego vienen River, West..., algunos jugadores palmean mi espalda con fuerza, aunque no parecen notar que me duele ya que deben estar acostumbrados, las porristas se sacuden y también me abrazan, excepto por Brisa, que no la veo por ningún lado.

La gente, después de los gritos de Astor y otros del decano, empiezan a dispersarse. Pero Rodes se abre paso entre ellos y viene hacia mí, y me sorprendo demasiado cuando me abraza, felicitándome y deseándome muchos años más.

Bastian pasa por mi lado, guiñándome un ojo... y salto en el lugar cuando unos brazos me abrazan desde atrás y un mentón se apoya en mi hombro. Y como sé quién es, me quedo tranquila, aunque también tiesa por su cercanía. Empieza a tararear bajito mientras se mece.

En la mente de AlenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora