Capítulo 5

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Empieza a llover a cántaros cuando salgo de la universidad, y no me sorprendo al no ver el auto de Bastian por ningún lado

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Empieza a llover a cántaros cuando salgo de la universidad, y no me sorprendo al no ver el auto de Bastian por ningún lado. Debió dejarme a mi suerte.

Me pongo de mal humor al instante, es un imbécil.

Le pediría a alguna de las chicas que me llevara, pero ambas se fueron. Es más... estoy saliendo algo tarde ya que me entretuve un rato en la biblioteca, estuve hablando con Joaquín, el señor que nos silenció y quien parecía amargado, pero ha resultado ser una sorpresa bastante amable.

Me coloco debajo de un techo y me abrazo, empezando a sentir un poco de frío. Me siento en un escalón y espero que algún taxi pase por las calles del campus, o algún otro medio de transporte..., pero al no ver ningún alma con vida en este espacio tan grande y tan alejado de mi casa, decido rendirme. No pienso llamar a mi hermano, eso sería una pérdida total de mi dignidad. Debería aprender a conducir de una buena vez y dejarme de estupideces.

Al pasar un rato donde lo único que escucho son los gotones impactando contra todas las superficies, veo unas luces, las luces de un auto, las luces de mi salvación... Sí, dramática. Me levanto del suelo y cruzo corriendo la lluvia, levanto los brazos y el auto empieza a descender la velocidad, lo que genera una chispa de alegría en mi interior, aunque también me da algo de miedo al no saber quién está detrás del volante. El coche termina por estacionarse a mi lado y baja con lentitud la ventanilla del copiloto, rebelándome la melena rubia de Brisa, quien me mira con preocupación.

- Alena, Dios... –se baja del auto y se quita su campera, envolviéndome con ella –. Entra ya –abre la puerta trasera y yo me siento, tiritando cada vez más –. Enciende la calefacción –miro a su acompañante. Archer me observa con ojos algo curiosos, y los entrecierra.

- Hay una campera a tu lado. Tápate con ella –estira la mano y agarra mi mochila mojada, la deja a un lado y me ayuda a taparme con su abrigo –. ¿Estás bien? –muerdo mi labio inferior para evitar que tiemble y asiento. Suelta un gruñido mientras vuelve a acomodarse en su asiento –. Voy a matar a Bastian –susurra por lo bajo.

- Y yo –espeta Brisa –. ¿Está en tu casa?

- No tengo la menor idea –contesto.

- No puede dejarte así –salta Archer de nuevo –. ¿Qué habría pasado si Brisa no se olvidaba su libro...?

- No sé...

- ¿Por qué se llevan así? –me encojo de hombros, sintiendo los ojos de la chica y los de Bloom a través del espejo.

- Siempre hemos tenido demasiadas diferencias. Es algo que puede ser bueno entre hermanos, porque aprenden de las cosas del otro. Pero Bastian... no está contento con alguien que no piensa como él o con alguien que lo contradiga. Y yo, desde luego, no le caigo bien ya que pienso y actúo a mi forma.

- Por supuesto –dicen ambos.

- No entiendo. ¿Acaso ustedes no me detestan...?

- No digas estupideces, Calwell –suelta Archer.

En la mente de AlenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora