- Si sigues tan seria, se te va a caer la cara –me río ante el comentario de Malena y vuelvo a mirar la taza rellena de café.
- No jodas –se ríe también y se sienta frente a mí.
- Tal vez no se te caiga la cara, pero sí que harás que a nosotros nos dé mucha tristeza –dice con dramatismo Valentino, que está a mi lado. Pongo los ojos en blanco y eso solo hace que me dé una puntada en la cabeza.
Estamos a viernes, han pasado ya unos días desde que tuve esa pelea con Bastian y también desde que dejé de hablarle a Archer. No es que esté enojada con él..., bueno, más o menos, pero también me siento... traicionada y cansada de tantas mentiras. Estoy cansada de que, la simple presencia de mis padres desbarate todo, y cada vez que pienso que me voy a tener que ir a vivir con papá, se me congela todo.
- Vamos, hermosa, debemos ir a la universidad.
- No tengo ganas.
- Eso dijiste el martes, el miércoles, el jueves... –hace el conteo Valentino y yo bufo.
- Sí, y lo voy a seguir haciendo hasta que esté óptima.
- Las cosas que a veces rebalsan nuestra capacidad de entendimiento, Alena, solo se superan si sigues adelante. En algún momento te enterarás de la verdad, y sí, tal vez pueda doler, como todas las verdades, pero por lo menos sabrás que estuviste bien... Estás haciendo todo peor para ti desde muy temprano. No pienses en eso.
- Pero ellos saben todo y no me lo dicen. ¿Cuál puede ser la razón por la que no me digan nada?
- Pueden estar protegiéndote. ¿No has pensado en eso? –me quedo quieta de repente.
No, desde luego que no había pensado en eso.
- Déjala tranquila, si no quiere ir a la universidad, que no vaya –Valentino me tiende unas llaves –. Son de mi auto, por si necesitas hacer algo.
- Gra...
- Ni se te ocurra agradecerme, somos amigos –asiento, sonriéndole, en realidad, sonriéndoles a los dos.
Voy hacia mi computadora, sí, tuve que cruzarme con Archer el lunes para ir a buscarla junto con mis cosas y luego me fui y volví acá, al departamento de Male.
Ellos salen para ya irse a la universidad y, de nuevo, me quedo sola. No es una mala sensación, a veces la soledad te ayuda a pensar con más claridad, solo estás tú y tus pensamientos. Y en mi caso, me encanta escribir cuando me quedo así, cuando estoy agrietada. Siento que la inspiración viene. Y sí, estoy mal, pero eso no evita que no pueda escribir escenas donde mis protagonistas rían y hagan cualquier cantidad de estupideces divertidas. Al tener multiplicados los sentimientos, sé que puedo escribir un capítulo lleno de alegría con mucha intensidad y pasión, sé que puedo lograr ese resultado. También como sé que puedo crear una escena donde todo sea oscuro, donde haya diálogos que me quiebran por dentro porque lo siento tan parte de mí ese dolor que me permito llorar mientras mis dedos teclean y teclean sin detenerse. De fondo suenan melodías de Hans Zimmer y Craig Armstrong, que siempre me ayudan a concentrarme y, a medida que la música se acelera o baja los decibeles de velocidad, es como yo escribo, o muy rápido o muy lento, o normal, tranquila. Porque la música también me permite ser muy apasionada, me permite imaginar una escena aún mejor que cuando estoy callada. Sí, es más dramático, pero lo dramático luce genial en los libros.
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En la mente de Alena
RomansaPRIMER LIBRO DE LA BILOGÍA "EN LA MENTE DE ALENA." Yo, Alena Calwell, no espero muchas cosas, aunque tengo mis metas, mis sueños... Siempre ando usando la mente. Soy escritora. Mi burbuja es mi zona de confort, y el inminente primer año de Universid...