Niego repetidas veces, escuchando su carcajada desde la orilla del lago. Veo su desnudez con atención, pero también estoy negada a congelarme. Ambos nos cruzamos de brazos, retándonos con la mirada, y cuando sus manos van al elástico de su bóxer y lo baja, se me corta la respiración.
- Tienes que aprender a nadar.
- ¿Y hace falta que te desnudes para enseñarme? –frunce la boca al tiempo que se encoge de hombros –. Ya te digo, no me molesta, pero no quiero meterme al agua helada.
- No está fría.
- ¿Acaso no tienes sensibilidad? –sonríe.
- Por supuesto que tengo. Es mi cumpleaños...
- Me estás pidiendo que me desnude y me meta al agua... Ah, sí, y estamos en otoño. Pero está bien, iré hacia allá y me meteré, aunque con una condición.
- Te escucho –vuelve a colocarse de frente y debo poner toda mi fuerza de voluntad para que mis ojos permanezcan en su cara.
Su sonrisa ladeada hace acto de presencia.
- ¿Estás nerviosa?
- Ya no me pongo nerviosa junto a ti –digo con voz cantarina –. Quiero manejar en una carretera –frunce el ceño y gira la cabeza hacia un costado –. Hoy –aclaro.
- ¿En serio quieres eso? Puedes pedirme cualquier cosa –asiento con una sonrisa.
- Siempre he querido conducir por una carretera e ir hacia ningún lugar –sonríe.
- Perfecto. Hoy mismo lo haremos... Estás lista para la carretera.
Después del chapuzón que me congeló hasta los pulmones y donde aprendí a salir a flote haciendo la plancha, venimos al auto, donde Archer enciende la calefacción a máxima potencia y me pasa una toalla y una manta.
- ¿Por qué tienes toallas en el auto, luz de luna? –pregunto con diversión.
- Uno siempre tiene que estar preparado –me mira mientras se seca el pelo –. Por cierto, ¿ya te dije que me fascina que me llames así?
- No, pero seguiré haciéndolo –me da un pico en los labios y después empieza a vestirse. Yo lo imito y después me tapo con la manta mientras él arranca.
Enciendo la radio y conecto mi celular, pongo mi lista de canciones para que Archer escuche y, al apretar el botón de aleatorio, suelto una carcajada cuando se siente en el auto "Determinate" de la película "Lemonade Mouth". Supongo que recordarán mi gran fanatismo por Disney... Y todo mejora cuando Bloom empieza a cantar la canción una vez que llega al estribillo. Lo miro por un rato mientras mueve las manos sobre el volante y entona con verdadera desafinación. Parece alegre, aun sabiendo qué día es, y qué sucedió hace veinte años, lo que me hace seguir viéndolo como una persona fuerte. Y cuando me mira con ese brillo y me regala esa sonrisa, yo no puedo evitar abrazarlo, por lo menos, de costado. Apoyo la cabeza en su hombro y su mano va hacia mi pierna.
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En la mente de Alena
RomancePRIMER LIBRO DE LA BILOGÍA "EN LA MENTE DE ALENA." Yo, Alena Calwell, no espero muchas cosas, aunque tengo mis metas, mis sueños... Siempre ando usando la mente. Soy escritora. Mi burbuja es mi zona de confort, y el inminente primer año de Universid...