Louis, desde su adolescencia, fue prostituido al presentarse como omega recesivo.
Harry, futuro heredero de la más grande mafia de toda Italia, compraría al omega sin saber las consecuencias de aquello.
La punta y la base de la gerarquia unidas por...
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—Nos vamos a casa pequeña bolita —susurró Louis, acariciando las mejillas de Fred—, vas a conocer a Matthew, es tu hermano mayor te cuidará.
Fred, un bebé pequeño pero fuerte, respiraba de forma pausada en el pecho del omega, sus finos deditos enredados en el dedo de Louis, se veían tan diminutos y frágiles a comparación del dedo de mamá.
El alfa miraba embobado a su omega, tenía el cabello desarreglado luego de una larga noche y un poco de vómito en su bata de hospital, pero en los ojos de su alfa siempre luciría hermoso.
—¿Quieres cargarlo? —preguntó, el alfa abrió sus ojitos grandes y miró con miedo al omega.
Solía sostenerlo mientras se encontraba sentado y pocas veces se atrevía a cargarlo en brazos, se veía tan pequeño y frágil, que tenía miedo de hacerle daño.
—Bebé pequeño —señaló—, no no, alfa torpe —se encogió en su lugar, moría por cargar a su bebé, pero el miedo de que a aquel bebé se le resbalase como una vez ocurrido con Matthew lo mantenía aterrado.
—No pasará nada amor —animó el omega—, junta tus brazos y yo pondré al Freddy.
El Alfa obedeció, juntando sus brazos son fuerza y acercándose a la camilla donde su pareja reposaba.
—Ve con papá bebé— Louis acomodó despacio a Fred en los brazos de Harry, colocando la mano de su alfa bajo la cabeza del bebé.
El Alfa alzó la mirada, sus ojos brillaban, intentando decirle a su Omega que estaba cargando al pequeño ser que habían creado.
—Lo sé alfa, lo haces muy bien —sonrió, buscando entre sus cosas su teléfono, tomándole una foto al alfa quien miraba embobado a su pequeño hijo.
—Hola Fred, soy papá —su dedo se deslizó por la abotonada y pequeña nariz del menor— perdón por despertarte pero papá está feliz de poder cargarte —le arrulló, moviéndose a los lados delicadamente, empezando a dejar pequeños besitos en los deditos de Fred, aquellos deditos que se aferraban con fuerza a su dedo, una mano diminuta junto a la suya, aferradas con delicadeza.
—Tomaré un baño —avisó el Omega.
—Mhm — soltó el Alfa sin prestar atención.
—Alfa tonto —rió el omega.
El Alfa mantuvo al pequeño bebé entre sus brazos, balbuceando y sonriendo como un padre totalmente enamorado de aquella pequeña criatura que habían creado.
Fred era diminuto en los brazos de Harry, sintiendo aquel calor que su padre desprendía, siendo arrullado y mirado con demasiado amor que no podía imaginar.
