XXV

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Una exquisita sensación despertó a Louis, sintiendo el caliente aliento del alfa sobre su cuello, quien emitía dulces feromonas

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Una exquisita sensación despertó a Louis, sintiendo el caliente aliento del alfa sobre su cuello, quien emitía dulces feromonas.

—¿Se puede saber que estás haciendo con una persona dormida lobito? —habló, encontrándose con dos brillantes ojos verdes que lo miraban fijamente. 

— Curando, yo... curar Lou —susurró, escondiendo su rostro caliente en el cuello del omega— Tiene un color dorado muy bonito —pasó su lengua por la aún fresca mordida, haciendo temblar a Louis.

—Déjame verla lobito —acarició el cabello del alfa, apartandolo levemente.

Un brillo dorado adornaba la mordida del pequeño chico, un color inusual para un lazo como ese.

—¿No malo? —preguntó Harry, abrazando el cuerpo de Louis.

—No lo es lobito —besó castamente al alfa, sonriendo— Pensé que cosas como estas solo pasaban en los libros, pero la mordida dorada solo aparece cuando alfa y omega encontraron aquella parte de sus almas que los astros crearon para complementarse a la perfección, no importa cuantas vidas pasen, siempre estaremos destinados a encontrarnos.

— Somos destinados.— suspiró, sus hoyuelos brillando en sus mejillas— nuestras almas fueron  creadas para siempre encontrarse, no importa que tan lejos estemos, siempre regresaré por ti boo— atrajo al omega a sus brazos, rodeándolo con necesidad entre sus brazos e inundándose de aquel delicioso olor que lo hacía sentir vivo.

Las lágrimas brotaban de los ojos de ambos, sería tonto ignorar todo aquello que estaba sucediendo desde el asesinado de Massimo. El mundo entero se volvía a su contra por un poco de poder.

— No importa a cuántos metros bajo tierra me encuentre, o cuentas balas impacten directo a mi cabeza. Volveré por ti Louis, lo prometo. En esta o en otra vida, pero siempre volveré por ti.

— Nada malo te sucederá Harry, no puedes dejarme, no ahora.— su cabeza estaba escondida en el pecho del más alto, intentando silenciar sus dolorosos sollozos.

— Il mio sole [mi sol]— acunó entre sus manos el rostro del omega— No podría dejarte nunca, pero la vida que tengo puede que no quiera que cumpla con mi promesa, pero no tienes de qué preocuparte, la Fratellanza es fuerte y yo también lo soy.

—Prometeme que sin importar que, harás todo lo posible para volver a casa con nosotros—rogó entre sollozos— Prometelo Harry.

—Lo prometo ill mio sole [mi sol] —limpió con delicadeza las lagrimas que caían por el rostro de su amante— No hay de qué preocuparte, estoy aquí junto a ti, no hay nada que temer.

Mientras el alfa intentaba calmar el llanto del omega entre su brazos, los rápidos pasos de su hijo se acercaban, haciendo que la pareja limpie sus rostros con rapidez, borrando cualquier rastro de tristeza de estos.

— ¡Papá, mamá, dibujo de Matthew!.— la vocecita del niño se escuchaba por el pasillo, la puerta de la habitación siendo abierta con cierta torpeza.

El pequeño niño entró a la habitación, corriendo hacia la cama de sus padres con una hoja de papel entre sus manos.

— ¡Mira!.— chilló, gateando hasta los brazos del alfa,

En la hoja habían garabatos, dos largas y deformes personas tomadas de la mano.

— Este es papá.— señaló uno de los garabatos color verde.— Esté mamá.— señaló el garabato azul.— Y Matthew.— señaló otro de estos sonriente.

— Pero si mi pequeño niño es todo un artista.— sonrió abrazando fuertemente al niño.

— Matthew atista.— soltó entre adorables risas por los beso de su padre le daba.

—Mi pequeño cachorro —el omega atrapó al niño entre sus brazos, acariciando suavemente sus despeinados rizos—este dibujo irá directamente a la nevera— se colocó sus pantalones bajo las sábanas, y alzó al niño para llevarlo hacia  la cocina de la mansión.

Harry sonreía con dulzura, amaba a su pequeña familia, y haría todo lo posible para mantenerla a salvo, porque le encantaba aquellos dulces momentos donde podía olvidar en la mierda en la que vivía y fingir que eran una pequeña y dulce familia. 

Aprovechó su soledad para alistarse al trabajo, debía llamar a los rusos, cerrar tratos con los chinos y alistar el pedido para los peruanos y coreanos.

Las cartas apiladas sobre su mesa lo traían estresado, debía recuperar el tiempo perdido antes de que las cosas en la mafia empeorarán. Habían perdido tanta gente desde el atentado que en cualquier momento alguien más podría atacar para apoderarse del valioso territorio de la Fratellanza. 

Harry estaba seguro que las mafias con menos poder ya le tenían precio a su cabeza y a cada uno de los territorios de la Fratellanza que se apoderarían si llegaban a quitarle la vida.

Quizás debió morir el día que asesinaron a su madre.

Quizás, si hubiera sido un poco más grande, hubiera huido junto a su hermana en busca de una vida lejos de la mafia.

—Solo quiero que ellos estén a salvo —susurró para sí.

No podía permitir que le arrebataran aquello que lo trajo nuevamente a la vida, no podía perder otra vez a su pequeño sol, ni al dulce niño que ahora llamaba su hijo. No quería arrastrarlos a la miserable vida de mafia. No quería que su cachorro viva lo que el a su corta edad. Harry quería ser aquel padre que siempre deseo tener y quizás uno mucho mejor que eso.

Terminó su trabajo pensando en su hijo y su pareja, rogando que todo acabara de una vez para poder volver a estar junto a ellos, sentir el delicioso olor de Louis y el dulce olor a bebé que desprendía Matthew.

Cuando la noche llegó, corrió con rapidez hasta su habitación, encontrando al menor dormido aferrado a su pequeño conejito de peluche, mientras que tomaba con una de sus manitos uno de los dedos de Louis.

— Matthew debes cuidar a mamá.— susurró para el niño, sin saber que Louis lo escuchaba, haciendo que el corazón del omega se encogiera.

Odiaban tanto sentirse en peligro.

Adjunto dibujo de Matthew que yo mismo hice.

¿Lloré arreglando esto? Si

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¿Lloré arreglando esto? Si

¿Puede que me odien? Tal vez.

Estoy de vuelta sapitoooos.

Perdón por el capitulo tan corto.

Besitos mafiosos, muaaaaa

Fratellanza (L.S) FINALIZADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora