Empezaba a nevar, los copos de nieve se derritieron en sus mejillas, para mí al caer lucían como sus verdaderas lágrimas, estaba seguro que mi confesión de amor por ella desvaneceria nuestra amistad.
Sin embargo una vez que sostuve sus manos frías m...
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Limpié mis lágrimas al momento, me levanté tomando mi bolso.
—¿A dónde vas Melody? —. Preguntó David.
—Mi madre, necesito verla —. Dije con la respiración acelerada.
—¡Calma, te llevaré allá!
—No es necesario.
—Vamos Melody —. Vi que dejó varios billetes sobre la mesa. Tomó mi brazo y salió corriendo.
Llegamos a su auto. No sé porqué el camino se hacía tan pesado ahora, David no me decía nada. Lo único que noté, es que él había cambiado mucho. Se fue siendo un niño inmaduro y regreso queriendo ayudarme en todo.
Después de media hora llegamos a la iglesia central.
Mi madre no tenía mucho de haber llegado, seguramente su nicho estaría vacío. Sin ninguna flor que le diera vida a su lugar de descanso.
Afuera había una señora vendiendo flores, tomé dos pequeños ramos pagando los al instante. David solo me miraba sin decir nada.
Él sabía de la muerte de mi madre, sabía que no vivía con mi padre pero no sabía los problemas que teníamos. No sabia que ante sus ojos no era su hija.
Caminamos por la iglesia los distintos pasillos, yo iba en mis pensamientos mientras David miraba con atención el hermoso lugar. Los primeros nichos fueron apareciendo ante mis ojos, mi padre no me iba a decir dónde estaba mi madre así que solo la busqué.
Después de un tiempo, vi su nombre. Tal y como lo había creído, no había ni una sola flor adornando su lugar de descanso.
—Aquí está —. Dije poniendo mi mano en donde descansaba.
David paró a mi lado.
—Se ve tan bien... Su lugar...
—¿Estará contenta? Mamá, siento no haberte visitado antes... Hubo unos pequeños problemas con... Con mi padre... —. Pensé dos veces si debía de hablar debido a que aquí estaba David pero después de unos segundos dejó de importar—. ¿Sabes? He estado muy ocupada, ¿Recuerdas el libro que escribíamos juntas? Por fin será publicado mamá. Recuerdo cuántas veces me dijiste que querías estar a mi lado para cuándo estuviera firmando los libros. Mamá, hoy más que nunca necesito tu ayuda. Ayudame a mostrarle al mundo que el éxito está en lo que realmente amamos hacer —. Las lágrimas salían lentamente recordando los tratos de mi padre —. Ayudame está vez y bendice la publicación del libro que siempre quisiste leer. Ayudame a enfrentar a mi padre, será mi perdición si no logró mi objetivo —. Suspiré deseando con todo el corazón que ella me escuchara. Tomé los dos ramos de mis brazos cuando la mano de David me detuvo, tomó una de las flores.
No entendía su comportamiento, solo lo dejé ser.
Sonrió ligeramente ahora poniendo la flor en su nuevo lugar.
