WHEN SPRING COMES

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Todo estaba listo, sobre la cama estaban las tres maletas con las que había llegado a este país, por mi mente no evitaron pasar los escenarios vividos en esta habitación. Todo estaba en mi mente como si hubiera sucedido ayer, la ventana cerrada, la puerta de la habitación, el libro azul sobre el buró, todo quedaba en la manera en que lo había encontrado. 

En mi mente no evitaron formarse las dos escenas de mi vida más importantes vividas aquí, la noche en que salí por la ventana por primera vez y el día en que Samantha me encerró para no poder ver a Keun Suk.  Con una sonrisa de tristeza que no evité, sentí vivir todo otra vez. 

Hoy Corea quedaba atrás, el país de lo sueños quedaba enterrado tan pronto como subiera al avión que me llevaría de vuelta a la realidad que nunca debí de haber evadido. 

Todo comenzaba donde todo terminaba. Se suele decir que los finales son el real comienzo de una nueva historia. Pero la verdad es que la mía se quedaba atrás para nunca despertar tan pronto como llegara al aeropuerto. 

A Keun Suk nunca le mentí, no iba a querer a nadie como lo quería a él, tampoco mentí a decir que mi vida dejaba de ser vida en cuanto le diera el adios. Y eso sucedió ayer a pesar de todo, no había vuelta atrás, ninguno de los dos tenía el control de lo que venía o de lo que no le podía ofrecer.

—¿Estás lista, Melody? —Preguntó David entrando a la habitación.

Con na débil sonrisa solo tuve fuerzas para asentir.

—¿Puedo llevarme las maletas? Mi auto nos esta esperando en la entrada.

—Si, adelantante, ya voy.

David no dijo nada más, tomó las tres maletas saliendo. Sobre el buro había quedado el libro que escribí y el que me condujo a todo esto.

Lo tomé una vez más en mis manos para grabarme por última vez la suavidad de sus páginas y sentir la portada mientras mis dedos danzaban sobre ella. No había nada más que hacer, no necesitaba llevar el libro al lugar en el que mi vida comenzaba, solo necesitaba olvidar y llevar el libro conmigo no era opción. 

Sin más, lo dejé sobre el buro, dandole la bienvenida a quien sea que entrara después de que nos fueramos. 

No tenía porque llevarme el libro, el libro tenía que quedarse dónde yo no me quedaré.

Mis lágrimas salieron, está vez con una sonrisa de incredulidad. La mañana había llegado y los labios de Keun Suk no serían borrados de los míos nunca, los llevaría en mí como la sensación más hermosa que haya sentido en mi vida.

Le di una última mirada al libro, recorrí la recámara con mi mirada, hecho eso, cerré la habitación detrás de mí.

Afuera estaba David esperándome recargado en su auto. Sonrió débilmente apenas me vió.

FRAGILE LIKE SNOWDonde viven las historias. Descúbrelo ahora