Capítulo 51: Ha vuelto

991 92 5
                                    

Gandalf, Briiss y Kili daban un paseo por los alrededores de Rivendel mientras el atardecer se hacía, hablando sobre el festín que hicieron el pueblo de Erebor, de Esgaroth y los elfos de Mirkwood.

-Y... ¿cómo está Fili? - preguntó Kili deseando oír sobre su hermano.

-Está bien. - respondió el mago sonriente. - Su pie ha mejorado bastante en estos dos últimos días. Y te echa de menos. Es normal...

Kili asintió agradecido por la información acompañado de una sincera sonrisa.

-¿Y cómo está mi padre? - preguntó Briiss impaciente.

-Se preocupa por ti, está claro. Teme que te ocurra algo y no se lo cuentes. - se sinceró el mago con un tono de evidencia. - Cosa que yo también temo.

-¿Por qué? - preguntó Briiss confusa.

-Conociéndote, es muy probable que si te ocurriera una situación de riego, no pedirías ayuda. - confesó el mago al frenar el paso y mirándola.

-Bueno... Eso no se sabe... - añadió Briiss alzando los hombros con indiferencia.

Kili se reía por dentro mirando como Briiss y Gandalf discutían. Le parecía una situación bastante cómica.

-Por cierto, ¿dónde está el caballo de tu padre? - cayó en la cuenta el mago.

-No lo sé, Elrond se lo confió a un sirviente. Más tarde preguntaré.

El mago asintió ya dejando marchar sus preocupaciones, y cambió de tema.

-¿Os ha ido bien el viaje?

-Yo creo que sí. - bromeó Kili.

-¿Crees? - se hizo la indignada Briiss, y Kili se rio. - Está bien, entonces.

-Era broma... - arrastró la voz Kili.

Ambos se rieron y, con una amplia sonrisa de conformidad, el mago los miraba. Su conversación seguía fluyendo, hasta que la luna se posó en el firmamento, y decidieron volver para cenar y poder descansar. Briiss y Kili estaban sentados en la misma mesa que cuando llegaron, hablando sobre lo que tenían pensado hacer.

-¿Cuántos días tienes pensado que nos quedemos? - preguntó Kili.

-No lo sé, aproximadamente cuatro o cinco días... - suspiró. - Elrond y Gandalf parecen muy ocupados por algún asunto, así que no les molestaré mucho.

Kili asintió y añadió:

-Yo te seguiré hasta donde haga falta.

Briiss lo miró con una sincera sonrisa y aprovechó que la mano de Kili se encontraba encima de la mesa, para acariciarla. Cuando Briiss le tocó la mano, Kili sintió como un ardor justo dónde ella le acariciaba. Como si su mano le hubiera echo una mala pasada y se hubiera quedado paralizada. Kili sólo pudo dedicarle una sonrisa, de aquellas que surgen con los nervios en las tripas. Ambos estaban en un silencio profundo, mirándose el uno al otro. Ese momento se rompió cuando notaron la presencia de un elfo sirviente que venía con unos platos llenos de verduras. Los sirvió y se marchó sin decir ni una palabra. Kili miró los platos con una mueca de asco y Briiss echó una carcajada.

-Tendrás que acostumbrarte a comer verdura si piensas quedarte a mi lado. - avisó Briiss entre risas.

-Ya lo estoy viendo... - murmuró Kili aún despreciando la verdura del plato.

Ambos cenaron. Kili hizo un gran esfuerzo para acostumbrarse a ese sabor que le parecía amargo, mientras pensaba en positivo de que, dentro de unos días, volvería a su rutina de comida normal. Pasaron unos cuantos minutos para que Elrond y Gandalf aparecieran a pasos lentos.

-Veo que estáis disfrutando de la cena. - bromeó Elrond al ver el rostro de Kili.

-Mucho... Gracias... - dijo Kili intentando fingir disfrutar de la comida, pero Elrond se rio al ver el rostro a punto de vomitar de Kili.

-Mañana tenemos muchas cosas que hacer. Nosotros nos vamos a descansar. - dijo el mago.

-Podéis quedaros despiertos hasta cuanto queráis. - añadió Elrond.

-Gracias. - dijo Briiss antes de que el mago y el elfo se marcharan.

Cuando los dos enanos terminaron de cenar, dos elfas aparecieron y recogieron la mesa, también sin decir nada. Briiss contempló la blanca luna que iluminaba hasta el más oscuro rincón de Rivendel y las diminutas estrellas que la acompañaban. Kili le ofreció de ir a dar una vuelta por los pasillos y curiosear un poco más que la última vez. Ambos subieron unas escaleras, dónde se encontraba una especie de pedestal con fragmentos de una espada rota. Briiss recordó que ya vio esta espada mientras la compañía se había instalado unos días. Juntos miraron la espada curiosamente y, detrás de ellos, un mural pintado sobre, lo que parecía ser, una batalla muy importante. Kili continuó viendo la espada, pero Briiss se fijó en el mural. Había un hombre en el suelo con armadura plateada, defendiéndose con una hoja de espada partida por la mitad. En ese momento, Briis cayó en la cuenta de que se trataba de la misma espada que tenía al lado. Continuó mirando el mural. En frente del hombre estirado, había otro ser que a Briiss le costaba descifrar de qué criatura de trataba. Llevaba una oscura armadura, junto a un casco que le cubría toda la cara sin poder verla, y que imponía temor. Briiss miró detalladamente a ese ser, fijándose se en cada detalle para ver si podía saber de quién se trataba. Pero nada. Observó que un pequeño anillo de oro se encontraba en uno de los dedos de la mano con la que el ser amenazaba con su espada alzada acabar con el hombre. Lo único con algo de luz de esa... persona, era el anillo de su dedo. Briiss miraba con atención aquella pintura del objeto brillante, alzó un poco la mano para tocar el mural y...

-¡Briiss! - exclamó sorprendido Kili al verla caer.

Rápidamente la socorrió y pudo comprobar que no se había echo ningún rasguño.

-Estoy bien, sólo ha sido un dolor de cabeza... - murmuró Briiss sentándose en el suelo, mientras de frotaba la frente.

-¿Un dolor de cabeza? - preguntó Kili ironizando el tono, sorprendido de la respuesta de Briiss. - Menudo susto...

Briiss frunció el ceño con los ojos cerrados aún sintiendo ligeras punzadas en la cabeza.

-¿Por qué no vamos a descansar? - propuso Kili en un murmuro.

Briiss accedió y, por el camino a la habitación, un Gandalf alterado apareció seguidamente de un Elrond preocupado.

-¿Qué ha pasado? - preguntó el mago apresurado.

-No ha sido nada, un dolor de cabeza. Sólo eso. - respondió Briiss. - ¿Cómo has sabido que ocurría algo?

-Intuición. - respondió Elrond.

-Lo sentimos. - se disculpó Kili. - Ahora íbamos a descansar.

-Está bien, hasta mañana. - sonrió forzadamente el mago.

Cuando Briiss y Kili se marcharon, el elfo y el mago se miraron preocupados.

-¿Lo has sentido? - preguntó Gandalf con un rostro de temor.

-Sí. - afirmó seriamente Elrond.

-Definitivamente, ha vuelto... - murmuró Gandalf con la vista entrance, y el rostro temeroso.  

Misión: EreborDonde viven las historias. Descúbrelo ahora