Capítulo 31: Guerra declarada

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Briiss miró a Balin preocupada, temiéndose lo peor por lo que acabó de decir Thorin. Balin miraba al horizonte tapandose con la mano para que nadie le viera llorar. Thorin bajó del camino de ronda por las estrechas escaleras y se fue lentamente sin rumbo.

-A la armería... - ordenó Thorin mientras seguía andando sin mirarlos. - ¡Todos!

Briiss, con la cara llena de preocupación, miró a todos, quiénes estaban serios y, algunos, tristes. Todos fueron en dirección a la armería, excepto de Balin y Briiss.

-¡¿Es esto necesario?! - le dijo a Balin cuando estaban solos en el camino de ronda.

Balin, sin mirarla y con los ojos cristalizados, sólo pudo decir:

-Ahora es desmasiado tarde...

Briiss guardándose los labios, miró hacia Esgaroth angustiada. Briiss, deprimida de tener que obedecer a Thorin, fue a la armería dejando a Balin solo. Al llegar, vio que todos estaban cogiéndo escudos, espadas, armaduras y cascos. Fili le pasó una espada a Briiss y en cuanto miró sus ojos, vio en ella que le invadía una sensación de preocupación. Fili le echó una mirada de comprensión y le puso la mano en el hombro de ella, sin decir nada. Briiss cogió una armadura y se la puso en un lugar que no hubiera nadie. Cuando salió, algunos enanos se la quedaron mirando con sorpresa, pero intentaba evitar esas miradas fijas en ella. Briiss siempre quiso pelear y luchar por los suyos, pero esta era una batalla estúpida, por la inconsciencia de uno. Briis cogió del suelo la espada que antes había dejado para poder ponerse la armadura. Durante unos instantes, Briiss acarició el frío metal del que estaba echo la armadura, pero la voz de Thorin la hizo volver a la realidad.

-¡Señor Bolsón...! - le llamó Thorin a lo lejos, que iba vestido con una armadura. - Venid aquí.

Bilbo, nervioso, obedeció y se puso delante de Thorin, quién tenía una cota de malla blanca para él.

-Necesitarás esto... - le murmuró Thorin. - Póntela. 

Bilbo, sin saber porqué, le obedeció.

-Esta prenda está echa de plata. - le informó al hobbit. -  Mis antepasados la llamaban Mithril.

Bilbo, después de quitarse la chaqueta y el chaleco, cogió la cota de Mithril y, con la ayuda de Thorin, se la puso.

-No hay hoja que la atraviese... - dijo Thorin mientras le ayudó. 

Cuando Bilbo se la acomodó, los enanos lo miraron.

-Esto es ridículo. - dijo Bilbo. - No soy un guerrero, soy un hobbit.

-Es un regalo. - le corrigió Thorin. - Una muestra de nuestra amistad. No es fácil encontrar una amistad sincera...

Entonces Thorin cogió bruscamente a Bilbo y lo llevó hasta detrás de una columna. Briiss los miraba a lo lejos curiosa, hasta que vio que la mirada de Thorin se dirigió hacia todos durante unos momentos. Briiss miró a Fili y a Kili, quiénes la miraban seriamente. 

-Fili... - lo llamó Briiss. - ¿No puedes evitar esto?

-Lo siento, de verdad. - dijo Fili. - Pero no puedo hacer nada, él manda aquí.

Briiss miró al suelo apenada y poco a poco, se cruzó con la mirada de Kili. Este estaba disgustado de ver a Briiss así.

-Tranquila, no estamos solos. - dijo Kili para animarla.

-¿Que no estamos solos? - preguntó Briiss confundida.

-Ya lo verás. - dijo Fili.

Briiss, todavía sin entender nada, dejó el tema a un lado.

-¡Vamos! - dijo Dwalin siendo el primero de la fila en andar hacia la entrada.

Todos siguieron a Dwalin, y Thorin y Bilbo les daban paso. Cuando llegaron formaron una línia horizontal en la puerta cerrada, y Thorin, que fue el último en llegar, dijo serio:

-Bien, escuchadme. Los humanos de Esgaroth y los elfos de Mirkwood se han aliado para atacar y pocer entrar en esta montaña para robar lo que es nuestro. ¿Permitiremos eso? ¡No! ¡Este tesoro... es nuestro, y sólo nuestro...! 

Cuando Thorin dijo eso, Briiss echó un silencioso suspiro, pensando en lo escasos guerreros que eran.

-¡Y debemos proteger lo que es nuestro! - exclamaba Thorin andando de punta a punta, con una mirada de ambición. - ¡Lo más probable es que esas alimañas ataquen al amanecer...! Haremos turnos para montar guardia, el primero que lo hará ahora será Dwalin. - y Dwalin asintió. - Bien, descansad, pero estad alerta.

Entonces todos rompieron filas y se iban a sentar, excepto de Dwalin que iba a vigilar en el camino de ronda. Briiss iba a sentarse, pero una mano en su hombro la detuvo.

-Briiss. - murmuró Thorin, y esta se giró. - ¿Estás lista?

Briiss bajó la vista y asintió con la cabeza. Thorin le dedicó una pequeña sonrisa y le dijo:

-Bien, estate atenta.

Briiss se sentó en una trozo de roca al lado de Fili y Kili. Estaba seria, sin decir nada, con la vista al suelo y preperándose mentalmente para lo que estaba a punto de suceder. Kili la miró, se acercó a ella y le susurró:

-Briiss... Anímate, es por nuestra causa...

-¿Por nuestra causa? - espetó Briiss también en un susurro. - Esta guerra es una estúpidez, Thorin prometió compartir el oro.

Kili la miró con sorpresa, sin esperar que reaccionara así.

-Y no ha cumplido su palabra. Esto no es por nuestra causa, Kili. - lo miró ahora con angustia. - Es por la suya, ahora ansía el oro por enicma de todo, igual que su abuelo.

Kili no añadió nada más, porque sabía que tenía razón, pero no quería aceptarlo. Él siempre estaría al lado de su tío.

Pasaron horas e iban cambiando turnos, hasta que tocó un turno de noche a Briiss. Cuando subió, vio la ciudad de Esgaroth iluminada por antorchas. Oía al frío vieno córrer y veía su cabello ir con él. De vez en cuando, Briiss veía movimiento en la ciudad. Gente que corría, que llevaba armas o, simplemente, niños y mujeres. Briiss cerró los ojos por unos instantes y dejó que el frío tocara su piel y así dejando entrar un agradable escalofrío.

-¿Disfrutando del paisaje? - apareció Kili.

-No precisamente del paisaje. - dijo mirando a Esgaroth, pero luego lo miró a él. - ¿Es tu turno?

-No, no. Sólo he venido a verte. - dijo sonriente Kili, con algo de nerviosismo.

Briiss se rio por dentro al ver los nervios de Kili. Este miró de golpe serio el suelo, y ella volvió la vista a la ciudad. Kili pensaba en lo que podría pasar mañana, en que podría perder a Briiss de la peor manera posible. Al pensarlo, se entristeció y su boca se abrió automáticamente, pero ella no lo notó.

-Briiss... - murmuró, y ella le miró. - Mañana no va a pasar nada bueno, lo sabes... 

Y ella asintió levemente.

-Si mañana hubiera una guerra, yo... quería decirte... - decía, pero se le cortó la voz.

-Kili. - lo interrumpió, con una leve sonrisa. - No tienes que decirlo si no quieres.

Kili suspiró, pero no de alivio, si no de rendición.

-"¡Maldita sea! ¡A ver si dejas de ser tan cobarde!" - pensó para si mismo Kili.

Entonces apareció Dori, quién era el siguiente en el turno de noche.

-Hola, me toca a mi. - dijo.

-De acuerdo, yo me voy a dormir. - dijo Briiss.

-Buenas noches. - le dijo Kili antes de que se marchara.

Kili aún enfadado, se alejó de todos y, de la rábia, le dio una patada a una columna.

Pasaron más horas, y el amanecer, había llegado. Los enanos se despertaron y todos fueron hasta el camino de ronda. A lo lejos, vieron huestes de elfos y humanos dirigiéndose a la montaña.

Misión: EreborDonde viven las historias. Descúbrelo ahora