Capítulo 1

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    Mevly llegaba tarde al máster en maquillaje cinematográfico y televisivo

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Mevly llegaba tarde al máster en maquillaje cinematográfico y televisivo. Era tan infrecuente la lluvia en Barcelona que cuando llovía con ganas trastornaba la vida de la ciudad. Metro, buses y coches no se llevaban bien con la tromba de agua que caía desde hacía horas y Mevly y su bus habían quedado retenidos en el tráfico. Llevaba todo el día de un lado para el otro; maquillar a la exigente presentadora de las noticias de las 7h, asistir a clases de turco e historia de Turquía, acudir a la Notaria que llevaba todo el papeleo tras la muerte de su madre...

Su madre había fallecido ese mismo día, hacía un año y por eso Mevly trataba de mantenerse ocupada. Para no pensar, para no sentir. Según la policía su madre iba atravesando la Plaza de la Catedral hacia Vía Laietana cuando resbaló y se dio un fuerte golpe en la cabeza. El aneurisma que nadie sabía que tenía se rompió y la mujer que le había dado la vida y que se había dejado la vida criándola no volvió a despertar. Mucha gente acudió a tratar de socorrerla, La Plaza de la Catedral estaba llena de visitantes a la Fira de Santa Llucia (Feria de Santa Lucía) y varias personas dejaron sus compras para ir a ayudar a la mujer que yacía bajo la llovizna. Sí, ese fatídico día también llovía, recordó Mevly. También llovía y también era 21 de diciembre...

Mevly apretó el paso y sujetó fuertemente el paraguas. Su respiración se aceleró y su corazón empezó a batir fuertemente. Estaba bordeando los puestos de la Fira de Santa LLucia para dirigirse a Via Laietana cuando oyó un fuerte claxon justo antes de caer al suelo...

Mevly abrió los ojos lentamente. ¡Dios! ¿De dónde salía toda esa luz? Parpadeó para aclararse la vista. Ante ella sólo distinguía un colgante que bailaba ante sus ojos. "¿Alguien intentaba hipnotizarla? ¿Era una broma?" pensó. "Un momento, ese era el colgante de su madre. Lo había llevado puesto siempre. Llevaba un árbol de la vida gravado. Un árbol al cual se le veían claramente las raíces pero... pero ese colgante nunca apareció entre las pertenencias que la policía le entregó". El colgante desapareció junto con la vida de su madre. Dejó de ver el colgante y apareció un edificio ante ella. Era una torre de piedra, de planta circular y aspecto medieval y acababa de forma cónica en lo más alto. Mevly conocía esa torre pero su mente se hallaba demasiado confusa como para situarla. La luz intensa cesó y Mevly pudo distinguir varios rostros curiosos y preocupados inclinados hacia ella. "¿Se encuentra bien?" "La ambulancia está en camino." "No se mueva." "Déjenla respirar." Llegó la ambulancia y los sanitarios subieron a Mevly dentro. La sentaron en la camilla y le hicieron un reconocimiento mas ella no dejaba de decirles que estaba bien. Le dolía el golpe en la cabeza pero no quería que la llevaran al hospital. Al final consiguió que sólo le hicieran un informe y prometió llamar al 061 si se encontraba mal. Mevly ya no llegaría al máster así que decidió coger un taxi hasta su piso en el Barrio de Sant Antoni.

Entró en casa y encendió la luz del pasillo. Fue trastabillando hasta su cuarto y se sentó en su cama. Se sacó el bolso dejándolo a su lado en la cama y se quitó la chaqueta húmeda por la lluvia tirándola a la butaca cercana. Levantó la vista y la clavó en el espejo. La mujer triste y despeinada que le devolvió la mirada tenía lágrimas en los verdes ojos. Le pesaba la vida. Llevaba un año sola, dedicándose a su trabajo como maquilladora y estudiando. Cuando tenía algo de tiempo libre lo pasaba en San Juan de Dios, el hospital de su ciudad donde maquillaba a los niños allí ingresados y le ayudaba en sus obras de teatro. El teatro era una de las actividades de las que los niños y niñas ingresados podían disfrutar y a Mevly le encantaba ayudarlos con el maquillaje y el vestuario. Colaborar con la ONG que organizaba las funciones hacía que su tiempo estuviera bien invertido y se sentía feliz entre los niños, a pesar de algunos duros momentos. Mevly dejó de pensar en los niños y fijó la vista en su bolso. En la Notaría le habían dado documentación variada y un sobre tamaño DIN A-4 que abultaba bastante. Abrió el bolso suspirando y sacó el sobre con mano temblorosa. Rasgó la solapa y vació el contenido sobre la colcha azul. ¡El colgante! Estaba allí, ¡oh Dios! El colgante de su madre había caído del sobre. Lo tomó con cariño y con sorpresa. ¿Cómo había ido a parar a aquel sobre que, según el Notario, llevaba un año cerrado? El colgante era exacto al de su "visión post resbalón". Parecía un relicario que pudiera abrirse para meter alguna foto pero Mevly nunca había visto a su madre abrirlo. Tampoco parecía tener ningún orificio por el que poder hacerlo. Pasó el dedo índice por el grabado del árbol, tan frondoso, su tronco tan fuerte. Sintió que su corazón se aceleraba inexplicablemente y respiró para serenarse y vio un sobre que había caído también del sobre grande. Llevaba su nombre como destinataria y la letra era la de su madre. Era abultado por lo que debía contener varias hojas. Otra vez el corazón aceleró. Otra vez Mevly respiró. Cuanto antes hiciera todo aquello antes podría acostarse y dormir, la cabeza le dolía cada vez más. Abrió la carta de su madre y empezó a leer:

Barcelona, 1 de Diciembre de 2017.

"Querida Mevly, mi niña querida, mi pequeña melek,

Siento mucho dejarte sola. No se cuándo va a suceder, sólo presiento (yo y mis visiones) que sucederá pronto así que meteré mi colgante junto con esta carta en un sobre y pediré que te lo den dentro de un año a contar desde el día de mi partida. Eso es hoy, un hoy que yo desconozco. Mi pequeña melek, mi ángel, esta mañana en la cafetería alguien olvidó un periódico en la mesa de al lado. Me llamó la atención porque los titulares estaban claramente en turco. Lo cogí y lo ojeé y mi corazón dejó de latir cuando vi una foto de tu padre. Era él, estaba inaugurando una planta o pavellón en un hospital según el titular. Su pelo negro lleno de hebras plateadas y su rostro hermoso ahora mostraba el paso del tiempo. Sus ojos verdes, que yo recordaba llenos de vida e ilusión, llenos de tristeza. Mi ángel, mi melek, para mi el amor fue ese regalo maravilloso, intenso pero breve, que la vida te puede ofrecer a veces. Como ya sabes, nuestra historia no pudo ser, nos separaban demasiadas cosas y al final el orgullo acabó por separarnos. Pero de ese amor naciste tú y llegaste con los ojos de tu padre para mi alegría. Nunca quise que le guardaras rencor y espero haberlo conseguido. Voy a prepararlo todo para que dentro de un año, si así lo deseas, puedas viajar a Estambul. Tú decidirás si quieres viajar, no se trata esto de un testamento impuesto que debas cumplir para mi "descanso eterno". Si decides viajar quizás quieras buscarlo, conocerlo. Eso no sé si te será fácil o si él querrá conocerte a ti ya que jamás contestó la carta que le mandé comunicándole que estaba embarazada. Eran otros tiempos Mevly y él tenía mucha presión por parte de su familia... y yo también me mostré orgullosa y... ya no vale la pena reprochar ni lamentar. Cuando me vaya me iré llena de tu amor y con el recuerdo del suyo en el corazón. Las hojas que siguen a ésta explican nuestra historia de amor. Las escribí a ratos durante mi embarazo. A veces escribía el nombre de tu padre y tú dabas una patada. Eso me hacía sonreír porque era como si le dieras a él ☺. Cuando las leas, recuerda que las escribió una joven de 20 años un poco enfadada con la vida, con el destino y con un joven turco guapo y cabezota.

Si viajas a Estambul sí quiero pedirte que lleves tu colgante y encuentres tiempo para visitar la Torre Gálata.

Sé que encontrarás el amor (sí, es otra de mis "visiones") y para ti sí será maravilloso, quizás debas cruzar algún bosque lleno de espinas pero al final del camino él estará esperándote. Lee las señales hija, el universo nos las manda constantemente. Tu padre y yo las seguimos pero nos perdimos por el camino hasta separarnos. No hagas eso Mevly, si amas, hazlo con todas tus fuerzas. No te rindas.

Te quiero mi pequeño melek. Mi ángel".

Tu madre.

Para cuando acabó de leer, Mevly estaba recostada en su almohada llorando con el medallón en una mano y la carta en la otra. Las otras hojas no las leyó, no quiso. Allí seguramente estaría el nombre de su padre escrito y no quería saberlo. Quizás algún día. Con las palabras de su madre resonando en su corazón decidió que sí, que viajaría a Estambul.

BARCELONA - ESTAMBULDonde viven las historias. Descúbrelo ahora