Capítulo 17

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CAPITULO 17

    El miércoles por la mañana Estambul amaneció soleado pero frío. En el piso de Mevly ambas amigas desayunaban después de que la española hubiera asegurado a Suna que se encontraba perfectamente. Suna ya había enviado el prometido mensaje a Halil para tranquilizarlo y decirle que más tarde las dos irían al hospital. 

    - ¿Comeremos en la cafetería? - preguntó Suna.

    - Claro me encantan los dolmas que preparan - sonrió Mevly dejando aun más tranquila a Suna sobre su salud.

    - Haremos una cosa, saldremos a dar un paseo aprovechando el sol que hace y luego comemos en el hospital así cuando acabemos nos vamos para el teatro a esperar a los peques ¿tamam? - propuso la pediatra.

    Suna adivinó que Mevly quería preguntar si aparecería Halil para ensayar su soldadito de plomo pero que se mordía la lengua. Quiso tranquilizarla y por eso comentó:

    - Halil también vendrá Mevly pero te puedo asegurar que no habrá ninguna escena tensa ni será grosero contigo de ningún modo. Sabe que  se portó como un estúpido contigo y creo que hasta está deseando pedirte disculpas.

    - Suna, soy una persona muy pacífica y no me llevo mal con nadie por eso no entiendo al Doctor Yilmaz ni su actitud conmigo. Si tú dices que a partir de ahora nuestra relación va a ser cordial me quedo más tranquila e intentaré trabajar con él por el bien de los niños - dijo Mevly deseando que cuando tuviera a Halil delante su corazón no la delatara.

    - Genial, pues vamos a arreglarnos y nos vamos a pasear a orillas del Bósforo - animó Suna.

    Horas más tarde Mevly y Suna llegaron a la cafetería para comer antes de ir hacia el teatro y preparar el ensayo. Cuando se giraron con sus bandejas después de pagar pasearon la mirada por las mesas buscando alguna libre y a Mevly se le aceleró el corazón en cuanto vio a Halil e Ibo sentados en una mesa de cuatro. Sintió el codazo de Suna en su costado y al mirarla se dio cuenta de que Suna le señalaba con la cabeza a sus dos amigos en muda pregunta de si aceptaba sentarse con ellos. Mevly asintió brevemente y siguió a su amiga hacia la mesa donde los dos atractivos médicos estaba comiendo.

    Mevly se sorprendió al acercarse a la mesa y ver cómo Halil se levantaba y le sonreía cauteloso. Cuando sus miradas coincidieron quedaron atrapadas como imanes que han intentado repelerse pero no han podido desafiar las leyes del universo. Oyó a Ibo saludarlas y volvió a la realidad parpadeando. Apartó la mirada de Halil y tomó asiento a su lado ya que Suna se había sentado al lado de su vikingo rubio.

    - ¿Cómo estás? - oyó Mevly a Halil preguntarle en voz baja y ronca.

    Aquella voz volvió a acelerarle el pulso y la respiración y, manteniendo la mirada en la bandeja, contestó:

    - Bien. Gracias.

    - Ayer estaba con Ibo y Suna cuando ella insistió en pasar a verte y me enteré de que te encontrabas mal. Me hubiera gustado subir a verte también pero entiendo que no habrías agradecido precisamente mi visita - explicó Halil cerca de su oido calentándoselo con su aliento. 

    Mevly se estremeció y lo miró entonces a los negros ojos perdiéndose en sus profundidades oscuras. Lo había extrañado. No sabía que se podía echar de menos a quien hacía tan poco tiempo que se conocía. No sabía que se podía sentir vacía al no verlo, aunque verlo había supuesto la mayoría de las veces sufrir. Eran tantas las emociones que aquel hombre le hacía sentir que acababa agotada de luchar contra ellas. 

    - Estaba un poco mareada y Suna fue muy amable al quedarse conmigo. Hoy estoy mucho mejor y con ganas de ver a los peques en el ensayo. Suna me ha dicho que tú también vienes ¿verdad? - habló Mevly sin abandonar la cautela.

    Halil se quedó callado mirándola. Aquellos tímidos ojos verdes lo estaban matando porque veía en ellos el daño causado. Se prometió empezar de nuevo con ella para vivir el presente. ¿Qué daño podrían hacerse si se sinceraban y decidían tener una relación mientras ella estuviera en Estambul? Era una tontería preocuparse por el momento en que ella se fuera y lo que debían hacer era disfrutar juntos. No era como si fueran a casarse o a mantener una relación seria. Halil le sonrió e intentó recordar lo que ella había preguntado y contestó:

    - Evet, cuando acabemos de comer voy con vosotras al teatro e incluso te dejaré maquillarme.

    - Para eso primero debería afeitarte esa barba - contestó Mevly atreviéndose a sonreírle.

    - He dicho maquillarme kuçuk beceriksiz, ni muerto dejaré que me afeites - la retó Halil encantado de verla sonreírle de nuevo.

    - Tú procura no cerrar los ojos mientras te maquillo Doctor Yilmaz - amenazó Mevly sintiéndose por fin cómoda con él.

    Estaban acabando de comer cuando el doctor Nejat Karoglu se paró al lado de su mesa para saludar y sonreír mirando a Mevly:

    - Que aproveche compañeros. Mevly ¿cómo estás?

    Halil se enderezó en la silla soltando de golpe cuchillo y tenedor los cuales chocaron contra el plato causando un pequeño estruendo. Ibo lo miró negando con la cabeza a modo de aviso para que se calmara.

    - Bien, gracias Nejat - contestó Mevly amable.

    - A ver si coincidimos en otra ocasión y comemos juntos - dijo el doctor Koroglu claramente dirigiéndose sólo a la española y sin ser consciente de que sus dientes corrían peligro. 

    - Creo que deberíamos ir yendo hacia el teatro ¿no Mevly? - preguntó levantándose Suna al ver la cara que se le había puesto a su mejor amigo.

    - Claro - respondió Mevly mirando confusa a su amiga.

    - Bien, pues nada, ya nos veremos - se despidió el doctor Koroglu avanzando hacia la salida de la cafetería.

    - Creo que deberías disimular un poco tus celos amigo - dijo Ibo en voz baja al oido de Halil cuando ya caminaban tras las chicas.

    - Yo no estoy celoso es que no aguanto al estúpido ese - contestó Halil con el ceño fruncido.

    - ¿Desde cuándo? - le preguntó Ibo.

    - Desde siempre Ibo, y no incordies.

BARCELONA - ESTAMBULDonde viven las historias. Descúbrelo ahora