Capítulo 22

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CAPÍTULO 22

    Mevly se había pasado parte de la mañana y toda la tarde del viernes en la cueva de las maravillas examinando el vestuario y los complementos y plasmando las combinaciones en dibujos. Tenía ya varios dibujos de los niños en su cuaderno con los disfraces que llevarían el día de la obra y el maquillaje de cada uno. Después de la función se los regalaría para que tuvieran un recuerdo de ella después de su vuelta a Barcelona. Ese pensamiento hizo que Mevly levantara el lápiz del papel y se quedara mirando fijamente la cara del pequeño Bolut recién dibujada. "Volver a Barcelona" repitió varias veces en su mente. "¿Y Halil?" se preguntó. Notó como el corazón se le encogía en el pecho sólo de pensar en estar en su ciudad, separada de él por unos 3.000 kilómetros. Se habían dado los buenos días y luego se habían mandado algún mensaje más, escondiendo lo que se añoraban entre emoticonos. Ninguno quería ser demasiado obvio en sus sentimientos.

    Cogió aire para intentar controlar su respiración y evitar que llegaran los conocidos pinchazos mientras se llevaba la mano al colgante de su madre. Darle vueltas a preguntas que de momento no tenían respuesta sólo ayudaría a angustiarla y sus jaquecas no se llevaban bien con el estrés. Cuando Halil volviera debían definir su relación. Si sería algo que duraría sólo mientras ella estuviera en Estambul o si podría ser tan importante como para plantearse un cambio de vida por parte de alguno de los dos.

    Mevly miró su reloj y vio que eran cerca de las seis. No había visto a Suna en todo el día a pesar de haber intercambiado algún mensaje con ella así que decidió preguntarle si le apetecía que fueran a tomar algo ya que era viernes. Quería que el tiempo pasara rápido y que el domingo por la noche llegara lo antes posible. Recogió todo, tomó su bolso y abrigo y fue hacia el enorme vestíbulo del hospital. Le llegó la respuesta de Suna al mismo tiempo que la veía al lado de recepción.

    - Merhaba Mevly, acabo de contestarte al mensaje y apareces - dijo la pediatra riendo.

    - Evet, menuda sincronía la nuestra. Me encanta tu propuesta de ir a una tetería típica porque he de contarte algo - dijo Mevly contenta.

    - Por Allah, el doctor Yilmaz sonriendo. Menuda suerte tienen algunas, está tremendo - exclamó Piril mirando su móvil detrás del mostrador de recepción.

    - ¿De dónde has sacado esa foto? - preguntó Ozgue acercándose a su amiga y abriendo los ojos como platos.

    - La ha publicado hoy la doctora Soydere, al parecer están juntos en un hotel en Zonguidak. No sabía que el doctor Yilmaz había sucumbido finalmente al asedio de la doctora - comentó Piril arrugando la nariz, sin ser consciente de las dos mujeres pendientes de su explicación.

    - Piril - dijo Suna - ¿me enseñas esa foto, lütfen?

    - Claro doctora Bolat - contestó la recepcionista pasándole su móvil.

    Suna miró la foto de Halil que Eda Soydere había subido a su Instagram. Su amigo aparecía casi de perfil y ciertamente sonreía lo que lo mostraba mortalmente atractivo. La camisa y la corbata, por inusuales, resaltaban sus marcadas facciones. Bajo la foto de él, la estúpida de la traumatóloga había puesto un montón de hashtags con doble sentido. Se giró hacia Mevly y la vio con la mirada vidriosa fija en la foto. La tomó del brazo y después de devolver el móvil a Piril medio la arrastró hacia la entrada. No habían dado muchos pasos cuando notó que el cuerpo de la española se aflojaba.

    - ¡Mevly! - gritó Suna.

    - Doctora Bolat ¿necesita ayuda? - preguntaron Piril y Ozgue a coro acercándose.

    - Mevly, mírame. ¿Puedes verme? - preguntó la pediatra a su amiga al verle la mirada perdida.

    - Sí, sí, sólo ha sido un mareo. No he comido mucho hoy - explicó Mevly.

BARCELONA - ESTAMBULDonde viven las historias. Descúbrelo ahora