Capítulo 15

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CAPÍTULO 15

Mevly se levantó y vio por la ventana que había un pequeño manto de nieve en la calle. Se abrigó bien y salió de casa con ganas de pedirse un café con leche calentito y el consabido simit en uno de los puestos callejeros. Luego pensaba acercarse a la Torre Gálata en busca del hombre que les había contado la Leyenda del Árbol. Caminó por la calle Lüleci Hendek esta vez, para no ir por la misma calle por la que había paseado con Halil. Mevly necesitaba exorcizar su imagen aunque fuera sólo por un día. Compró su simit y su café y siguió caminando hasta llegar al pie de la Torre. Estaban a punto de abrir y aguardó en la entrada entre otros turistas. Esperaba poder encontrar a aquel hombre otra vez porque parecía que trabajaba allí. Lo vio aparecer a los pocos minutos y se acercó a él con una sonrisa para saludarlo:

Günaydin (buenos días). ¿Me recuerda? Estuve aquí el sábado pasado con un amigo y usted nos contó una leyenda muy interesante y me preguntaba si podría hacerle unas preguntas.

El hombre la miró y también sonriendo contestó:

Günaydin (buenos días). Claro que la recuerdo. A usted y a su gelecekteki koca (futuro esposo).

Mevly no entendió bien el final de la frase pero sonrió igualmente y le preguntó:

– Bien. Supongo que ha de trabajar pero si no fuera una molestia podría hacer las preguntas mientras trabaja. Repito, si no es molestia, claro.

– Puedes acompañarme sin problema. No pagues entrada, eres mi invitada. Pasa – le dijo mientras entraban - y me esperas donde está el primer letrero yo iré a ponerme el uniforme y vuelvo contigo.

Tamam (ok), gracias.

Mevly se sorprendió al entrar porque no notó ningún escalofrío como el que la había recorrido el sábado pasado. Se acercó al letrero y esperó leyendo lo mismo que le había leído Halil. Vaya, parecía que no podría evitar pensar en él. Miró las fotos y dibujos de las diferentes épocas de las que la torre había sido testigo. De la época de su construcción sólo había dibujos y planos que mostraban la torre funcionando como faro. Se quedó mirando uno de los dibujos y pensó en sus padres ¿Se habrían conocido mirando ese letrero o en otro lugar? La respuesta debía estar en aquellas hojas que había escrito su madre y que a ella tanto miedo daba leerlas.

– Ya estoy aquí - dijo el hombre.

Mevly se dio cuenta de que no le había preguntado su nombre y de que tampoco se había presentado a sí misma y ofreciéndole la mano dijo:

– Por cierto me llamo Mevly.

– Yo soy Arif – contestó el hombre estrechándole la mano y preguntándole a continuación - ¿Qué querías saber?

– Usted, ¿conoció a la pareja que estuvo aquí hace 29 años?

– No. Fue mi madre, que por aquella época trabajaba aquí en la torre, la que los conoció y la que me comentó que le había parecido que la tercera pareja había aparecido porque habían encontrado los tesoros, es decir, los colgantes y parecían amarse mucho. ¿Por qué has dicho exactamente 29 años? ¿Tú sabes quienes eran? – preguntó asombrado.

Mevly sacó el colgante que llevaba bajo la ropa y se lo mostró a Arif que abrió los ojos sorprendido.

– Por Allah, tienes el medallón de la vida, o sea del árbol de la vida.  Eres la mujer del tercer cuento, Mevly. ¿De dónde has sacado el colgante?

– Mi madre lo tuvo desde siempre, bueno, siempre se lo vi puesto así que debió encontrarlo aquí cuando vino con mi padre.  Poco antes de morir lo guardó en un sobre junto con unas cartas y ese sobre me fue entregado en diciembre pasado justo cuando se cumplió un año de su muerte. En su carta me decía que lo había dejado todo dispuesto por si yo quería venir a Estambul y quizás buscar a mi padre. Mi padre era turco. Es turco. La verdad es que no sé si está vivo o muerto – Mevly suspiró para aligerar su pecho y siguió explicando a Arif la historia que conocía - el caso es que mi madre le dijo que estaba embarazada y no tuvo respuesta, por lo que me crió ella sola.  Y yo ahora estoy en Estambul con un colgante bizantino, sin haber decidido si he de buscar a mi padre o no.

BARCELONA - ESTAMBULDonde viven las historias. Descúbrelo ahora