Capítulo 24

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CAPÍTULO 24

    Mevly abrió los ojos el domingo por la mañana y oyó vibrar su móvil en la mesita de noche. Sonrió adormilada y alargó el brazo para cogerlo. Vio que también tenía un mensaje de Suna pero primero abrió el de él.

    Doctor Yilmaz: Buenos días, küçük beceriksiz. Dime que estás despierta y que puedo llamarte.

    Mevly: Estoy dormida y soñando con un guapísimo doctor...

    Su móvil pasó a vibrar de forma insistente y descolgó sonriente:

    - Günaydin, Halil.

    - Günaydin, Mevly ¿Me has perdonado por el plantón de anoche? ¿O debo aparecer esta tarde de rodillas en tu puerta? - preguntó el doctor.

    - Quiero que aparezcas. Punto - dijo ella.

    - Eres maravillosa, pequeña española. Mi tío me lió. Me lió bastante y, cuando llegué a la habitación, vi tus llamadas y tu mensaje pero ya no estabas en línea y no te quise molestar. Si al menos no me hubiera dejado el dichoso móvil en la habitación - se lamentó Halil despeinándose con la mano.

    - No pasa nada, doctor ¿a qué hora tienes el vuelo? - preguntó Mevly sentándose mejor y apoyando la espalda en el cabecero.

    - A las 18 horas. Son unos 40 minutos de vuelo pero con todo espero estar antes de las 20 horas en tu casa.

    - Bien así me organizo por si salgo a correr o quedo con Suna. Bueno, tengo mensajes de ella quizás la veo antes.

    - Mevly... - susurró Halil.

    - ¿Sí? ... - susurró Mevly también.

    - Dime que tienes tantas ganas como yo... - pidió él con su maravillosa voz ronca.

    - Evet, las tengo. Ganas de todo... - confesó ella.

    Mevly lo oyó suspirar fuerte al otro lado de la línea y lo entendió. Ella también se moría de ganas de estar juntos así que le dijo.

    - Te estaré esperando - prometió.

    - Ufff. Voy a prepararme para la recta final del congreso y que pase de una maldita vez este día. Oye ¿Me mandas una foto? Una con el café con leche en la mano estaría bien. Me alegrarás la mañana.

    - Tamam, doctor, luego lo hago - dijo Mevly.

    - Cuelgo ya o no colgaré - dijo él.

    - Hasta luego - se despidió ella.

    Mevly se hizo un selfie con media cara oculta tras la taza del café con leche y se la mandó a Halil con el emoticono del beso y deseándole un buen cierre del congreso, luego llamó a Suna.

    Suna le propuso ir a un parque donde los domingos por la mañana se reunían mujeres para practicar yoga al aire libre y le pareció una gran idea. Cuanto más ocupada, más rápido avanzaría el reloj. Estaba preparando una pequeña mochila cuando le entraron unas arcadas horrorosas y tuvo que salir pitando al baño. Quedó un poco agotada y con leves pinchazos de cabeza pero se lavó la cara, se tomó un antiinflamatorio y bajó a la calle a esperar a Suna para que el fresco aire estambulense la acabara de despejar. Aquel era un día feliz y no dejaría que nada la preocupara.

    - ¿Qué harás esta tarde Mevly? - preguntó Suna después de la práctica de yoga.

    Se estaban sentando a tomar un té en la misma tetería a la que habían ido el viernes pasado.

    - Ponerme guapa, Suna - dijo Mevly emocionada riendo.

    - Me encanta verte así Mevly y cada vez que recuerdo la cara de Hal el miércoles cuando te vio salir del teatro...

    - ¿Qué cara, Suna? - preguntó Mevly mordiéndose el labio inferior con cara de niña a la que hubieran prometido un helado.

    - Cara de hombre enamorado. Por Allah, disfrutad mucho de lo que estáis viviendo porque diría que es la primera vez para los dos - dijo Suna.

    - Es especial, amiga, es intenso, es mágico... por cierto hay algo que me gustaría contarte.

    - Dime... - dijo Suna.

    Mevly le contó a Suna la historia de sus padres. Que se conocieron en Estambul, que luego se separaron, que su madre no tuvo noticias cuando le dijo que estaba embarazada... Le dijo que su padre podría vivir en Estambul pero que ella todavía no se decidía a buscarlo. Le contó que no había leído las cartas de su madre y finalmente le contó lo de los medallones.

    - ¿Y dices que hay dos medallones y que es posible que tu padre tenga uno? - preguntó Suna muy interesada.

    - Sí. Pero hay algo todavía más extraño - dijo Mevly dudando si decirle lo del tatuaje de Halil.

    - ¿Más extraño? Mevly si estoy alucinando con tu historia, parece que vivas en una leyenda, amiga - dijo Suna.

    - Me he dejado mi colgante en casa porque para hacer yoga pues no me lo iba a poner pero es un colgante con un árbol grabado. Es el árbol de la vida del Paraíso - explicó Mevly.

    - ¿Un árbol? ¡Un árbol! Mevly, Halil tiene un árbol tatuado en el hombro... - dijo Suna abriendo los ojos de par en par.

    - Lo sé... - dijo Mevly enrojeciendo.

    - Amiga, eso es mucha casualidad. Creo que se lo tatuó justo antes de entrar en la universidad pero no recuerdo por qué eligió esa imagen lo que está claro es que estáis relacionados no sólo porque os hayáis enamorado. De alguna manera tenéis los dos árboles de la Leyenda del Arbol que os contó el vigilante de la Torre, Mevly. Lo que os hace ser la pareja que conseguirá la felicidad - dijo Suna y se levantó de golpe del sillón de la emoción.

    - Suna... baja a la Tierra, lütfen... - pidió Mevly no queriendo dejarse llevar por el romanticismo épico de su amiga.

    - Mevly, tienes que preguntar a Hal por qué se tatuó el árbol, de dónde sacó la idea y ya que estamos, haz el favor de leer la carta o diario ese de tu madre. No pierdes nada por saber cosas de tu padre. ¿A qué le temes? - preguntó Suna.

    - A perderme... siempre me ha gustado saber y planificar mi camino Suna. Conocer a Halil ya me ha supuesto un cambio de rumbo con el que no contaba y si ahora me pongo a buscar a mi padre y lo acabo encontrando... tan sólo imagina si a él no le importo. Imagina que llego a estar ante mi padre y me mira con desprecio o le soy indiferente ¿Cómo se gestiona eso?

    - Te entiendo amiga pero no estás sola en esta ciudad. Nos tienes a Ibo, a mí y a Halil. También te has ganado el cariño de los niños y hasta Piril y Ozgue sé que te quieren. Mevly, no dejaremos que te pierdas en Estambul ¿tamam? - le dijo Suna.

    Mevly abrazó a su amiga dando gracias por haberla conocido y mientras la abrazaba su móvil vibró y delató la llegada de un mensaje:

    Doctor Yilmaz: Estoy contando los minutos...

    Mevly: tic tac tic tac tic tac

BARCELONA - ESTAMBULDonde viven las historias. Descúbrelo ahora