Capítulo 34

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CAPÍTULO 34

    El sábado por la mañana Halil se visitó con ropa deportiva y se calzó sus zapatillas, luego pasó por la cocina para tomar un rápido café solo y mandar un mensaje de buenos días a la dueña de su corazón: "Buenos días, sevgilim, ni puedo ni quiero apartarte de mi mente, anoche estabas preciosa". Sonrió pensando que su chica estaría durmiendo pues sólo eran las siete de la mañana y luego salió de casa para dirigirse corriendo a casa de Melek Anne. Esperaba encontrar a la buena mujer despierta y tuvo suerte al llamar al timbre y oír su respuesta de inmediato.

    – Ya voy,–  gritó desde dentro la anciana.

    – Günaydin, Melek Anne, soy Halil, el novio de Mevly, estuvimos aquí el otro día – la saludó Halil desde fuera de la verja rosada.

    – Günaydin, joven, entra y me acompañas a tomar un té – y Melek Anne se giró esperando que Halil atravesara el jardín y llegara a la puerta.

    Halil se descalzó las zapatillas y avanzó hasta el salón de la anciana. Se sentó respetuoso a esperar que ella le sirviera el té y en cuanto ella lo miró con ojos interrogantes él sacó su móvil del bolsillo de su sudadera.

    – Melek Anne, me gustaría enseñarle una foto de mi tío por si usted lo reconoce como el hombre que visitó la torre Gálata hace 30 años. Tengo la sospecha de que mi tío Nedim podría ser el padre de Mevly – Halil alargó el brazo para enseñar la foto de su tío a la mujer.

    – Déjame ver... - pidió Melek Anne tomando el móvil en sus manos y mirando atentamente el rostro del hombre – han pasado muchos años pero ciertamente se parece al joven que conocí, sobre todo en los ojos. Y  son idénticos a los de tu amor – concluyó la anciana devolviéndole el móvil a Halil, al cual se le había ensanchado la sonrisa al escuchar a la anciana llamar "su amor" a Mevly.

    – Cuando usted habló de los ojos verdes de la mujer del cuadro, de los del hombre que visitó la torre hace treinta años y de los de Mevly... algo me hizo cleck en la cabeza. Una pieza encajó y no he dejado de darle vueltas porque hay más piezas o coincidencias que esa. Melek Anne, gracias por recibirme tan temprano y por su té – se despidió Halil levantándose con una sonrisa.

    – Halil, antes de hablar, debes tener muy claro si Mevly quiere saber  o no quién es su padre y respetar su decisión – le advirtió la anciana al verlo entusiasmado – porque las cosas podrían no salir como tú crees.

    – Lo tendré en cuenta Melek Anne, pero... – calló Halil.

    – Pero crees que ese reencuentro sería otro motivo más para que Mevly quiera quedarse en Estambul. Lo entiendo hijo, pero debes ser muy cauto ¿tamam? – y acompañó a Halil hasta la puerta para despedirlo.        

    Mevly se despertó con un horroroso dolor de cabeza y totalmente desorientada al verse estirada en el sofá y todavía vestida con la ropa de la noche anterior. Se puso de pie con dificultad y al mirar al suelo vio que casi había pisado la rosa de Halil. ¿Su rosa de San Jorge había quedado en el suelo?, se preguntó confundida. Lo primero que hizo fue entrar en su habitación y colgar boca abajo la rosa para que se secara y conservara su aroma. Luego se desvistió lentamente y, una vez desnuda, se metió en la ducha para tratar de recomponerse y averiguar qué había pasado la noche anterior. Sus recuerdos se detenían en el aparcamiento del restaurante. Ni siquiera recordaba el trayecto hasta casa. Halil seguramente la habría acompañado hasta la puerta de su piso y luego se habría ido. Abrió el grifo y dejó que el agua caliente la recorriera esperando que en su descenso se llevara sus miedos y confusiones.

    Halil llegó al bar del gimnasio para encontrarse con Ibo y mientras lo esperaba intentó ordenar sus pensamientos. Necesitaba contar a su amigo sus sospechas y comprobar si a otra persona también le cuadraba tanta casualidad.

BARCELONA - ESTAMBULDonde viven las historias. Descúbrelo ahora