Capítulo 11

1.1K 87 3
                                    




    Halil despertó y vio que había amanecido. Se estiró pensando que hacía tiempo que no dormía tan bien y recordó lo que habían estado haciendo antes de caer dormidos. Y sonrió. Se pasó la mano por la barba pensando que nunca había experimentado el sexo de forma tan intensa. Sus ojos negros empezaron a buscarla ¿dónde estaría esa diosa española?

    – ¿Mevly? – la llamó - ¿kuçük beceriksiz? – se arriesgó con el mote.

Halil frunció el ceño levantándose desnudo y se dirigió a la cocina pero ésta estaba vacía así que se dio la vuelta y entonces vio la nota encima de la mesita. Se acercó a cogerla, la leyó y el corazón se le cayó a los pies sin saber por qué. Leyó la nota varias veces pero seguía diciendo lo mismo, seguía siendo escueta. ¿Esperaba algo cariñoso? ¿Algo que expresara deseo de verse más tarde?. No sabía si ella volvería pronto o si querría verlo cuando volviera a casa pero su móvil sonando decidió por él. Era su tío:

– Halil, buenos días, oye ¿podríamos quedar un poco antes de comer? Me gustaría comentarte varios temas. ¿Te va bien, hijo?

– Buenos días tío, claro. ¿A qué hora quieres que nos encontremos? – preguntó Halil despistado pasándose la mano por le pelo.

– Hacia las 12 estaría bien. ¿Algún restaurante en particular? Había pensado en el del mirador de la Torre Gálata... - propuso Nedim Ceyhan.

– No tío, creo que prefiero comida libanesa – negó Halil. No sabía como se sentiría si volvía tan pronto a la Torre.

– Bien sobrino, te espero a las 12 en el Restaurante Arada Endülüs. Te he traído un regalo. Hasta luego – se despidió su tío.

– Hasta luego – contestó Hali y colgó. Miró la pantalla del móvil por si ella le hubiera mandado un mensaje pero no había nada.

El restaurante no estaba lejos del piso donde se encontraba Halil pero era temprano para ir hacia allá además quería pasar por su casa a ducharse y cambiarse. Si tan solo supiera si Mevly iba a volver pronto. Empezó a vestirse y cogió su móvil de nuevo. Buscó su nombre en contactos y estaba a punto de llamar cuando oyó otro móvil sonar. Se acercó a la entrada de la que suponía era la habitación de Mevly y vio el móvil de ella sonando en su mesita de noche. Se lo había dejado. No quiso entrar en la habitación así que dejó que el móvil sonara y fue a por su chaqueta y la bolsa de la librería. Iría a casa y quizás por la tarde hablaran. Después de la noche que habían compartido, sería de lo más normal tener una conversación para aclarar dónde estaban.

Mevly había salido de su piso con los primeros rayos de sol. Sonaba en su reproductor de música Pau Donés porque necesitaba su música optimista. Había corrido por Tatar Beyi sorteando a los primeros artistas y diseñadores que llegaban a sus estudios y tiendas. Pasó por la zona que combinaba modernas cafeterías con panaderías de barrio y corrió bajo la mirada de los grafitis que decoraban los edificios de época otomana. Pasó de largo la Torre Gálata sin mirarla y bajó por Persembe Pazari hacia Kardesim Sokak. Tener el cuerno de oro bajo los pies mientras corría parecía casi mágico. Recordó cuando en Barcelona corría por Port Olímpic y luego por Port Vell y le entró un poco de nostalgia por su tierra.

Paró a comprarse una botella de agua y un simit por comer algo, no tenía hambre. Se sentó en una zona de césped y miró hacia la otra orilla. A lo lejos veía las cúpulas de las Mezquita de Rustem Pasa, de Ahí Çelebi y de la Mezquita Nueva. Sus pensamientos ya no pudieron esquivar más el asunto que la había hecho salir de casa tan impulsivamente. Halil. Él y su tatuaje en el hombro. Debía averiguar cuándo se lo tatuó y por qué, de dónde había sacado la idea. Definitivamente tenía que saber más sobre la pareja que había visitado la Torre Gálata 30 años atrás, ella tenía 28 así que los años coincidían más o menos y era posible que fueran sus padres quienes encontraron los colgantes. O se perdieron y su madre compró el suyo en algún puesto de Estambul. También debía decidir si buscaba a su padre para lo cual debía leer la historia de sus padres que su madre escribió. Tenía ante sí bastantes incógnitas pero una de ellas era la que en ese justo momento más la alteraba. La noche con Halil. Sus pocas experiencias sexuales no le habían parecido nada del otro mundo. No la habían preparado ni de lejos para lo que experimentó la noche pasada.  Esa intensidad, esa pasión, esa comunicación, ese placer... parecían sacados de una telenovela. Bueno, estaba en Turquía, la nueva meca de las telenovelas, y quizás había algo en el ambiente que influía a la hora de tener una relación. ¿Una relación? Se preguntó Mevly. Estaba claro que debían tener una conversación para saber dónde estaban. ¿Eran amigos o eran amantes? ¿O ambas cosas?

BARCELONA - ESTAMBULDonde viven las historias. Descúbrelo ahora