Capítulo 27

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CAPÍTULO 27

    Halil y Mevly se abrigaron y bajaron a la calle a media mañana para tomar el camino hacia la torre Gálata. Halil la tomó de la mano naturalmente, como si llevaran años paseando así por las calles de Estambul y Mevly se sintió, por primera vez, la mitad de algo realmente especial. Recorrieron la calle Tatar Beyi y Halil apretó su mano y buscó su mirada cuando pasaron por la librería donde se habían encontrado aquel día. Llegaron a los pies de la torre por Büyuk Hendek y la rodearon para ir hacia las escaleras de acceso. No tuvieron que hacer mucha cola pero mientras esperaban, Halil aprovechó para rodear la cintura de Mevly y apretarla contra sí cariñosamente. La había visto estremecerse con el frío aire estambulense y, si de él dependía, ella no volvería a pasar frío nunca más.

    Encontraron a Arif justo al traspasar la puerta y él sonrió asintiendo cuando los vio juntos sabiendo que así era como debía ser. Mevly lo vio y también iba a sonreírle en respuesta cuando todo quedó borroso ante sus ojos y se tuvo que agarrar al brazo de Halil al temer caer al suelo.

    - ¡Askim! - gritó Halil al cogerla por la cintura notando su cuerpo aflojarse - Mevly cariño abre los ojos, lütfen.

    - Halil... no es nada, ha sido el contraste entre el frío de fuera y el calor de dentro. La primera vez que estuvimos aquí también me pasó, estoy bien, de verdad - le dijo parpadeando para enfocar sus ojos negros.

    Se incorporó y sonrió a los dos hombres que la miraban asustados. Luego apretó la mano de Halil en una muda muestra de que no debía preocuparse y saludó a Arif intentando mostrarse tranquila.

    Preguntó al vigilante de la torre por su madre y sobre la posibilidad de hablar con ella a lo que Arif contestó que iba a llamarla para avisarla de que tendría una visita muy especial. Mientras Arif hablaba, Halil no apartaba la mirada de la cara pálida de Mevly sintiendo que el corazón se le encogía de un miedo irracional y repentino. Luego ella lo miró, se puso de puntillas y lo besó en la mejilla para quitarle la cara de susto que tenía.

    La casa de Melek Anne no quedaba lejos caminando aun así Halil, preocupado por Mevly, le propuso tomar un taxi.

    - No hace falta. Estoy bien, prefiero caminar y más aun si seguimos con las manos unidas - le dijo Mevly a Halil apretando su mano.

    - Mevly... mañana, en el hospital, sólo sería un momento hacerte un chequeo - rogó Halil besando su mano y mirándola serio.

    - Haliiil... - suplicó ella.

    - Dices mi nombre y me olvido de lo que te estaba diciendo, pero no del todo. Volveré a insistir, küçük beceriksiz - la avisó Halil.

    Siguieron caminando hasta llegar a una encantadora casa de dos plantas cercada por una verja rosada. Traspasaron la verja y al final del pequeño camino habían 3 escaleras donde una mujer los esperaba arropada con un chal verde intenso. La anciana de frondoso pelo lila les esperaba con una amable sonrisa por lo que fue inevitable sentirse bienvenidos.

    - Pasad, pasad. Hosgeldiniz (bienvenidos), debéis ser Mevly y Halil, mi hijo me llamó hace un momento y me dijo que vendríais a escuchar la Leyenda del Árbol, ¡qué emoción! - los recibió Melek Anne.

    Halil y Mevly se quitaron los zapatos en la entrada aceptando unas zapatillas y entraron al salón de la casa. Esperaron de pie mirando al rededor las estanterías llenas de libros y cuando apareció Melek Anne con una bandeja con el consabido té turco se sentaron los tres. Halil volvió a tomar de la mano a Mevly para disponerse a escuchar a la buena señora y la española le acarició el dorso con los dedos.

BARCELONA - ESTAMBULDonde viven las historias. Descúbrelo ahora