Capítulo 12

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Suna y Mevly comieron de maravilla y se pidieron un té después de la copiosa comida. Suna preguntó a Mevly cómo le había ido el sábado y Mevly dudó sobre si contarle TODO su sábado. Halil y ella no habían hablado y ella decidió no compartir nada relacionado con él.

– Pues pasé por una librería a por una guía de Estambul, visité la Torre Gálata, comí allí y luego ya me quedé toda la tarde en casa ¿y tú?

– Ibrahim vino a casa – empezó a explicar Suna feliz. - Me ayudó a montar una estantería y se quedó a cenar y a dormir. Supongo que estamos en una etapa "de las buenas". Lo malo es que en cuanto vea que parecemos una pareja normal saldrá corriendo como siempre. Y yo sigo esperando, Mevly. Hace tanto que lo quiero que no me imagino con nadie más. Quizás debería armarme de valor y pedir traslado a otro hospital del grupo porque mientras siga viéndolo cada día, mientras siga cediendo a él, mi vida seguirá en esta pausa.

– Siento no poder aconsejarte Suna. Nunca me había enamorado hasta... bueno... si es que eso es amor, que no estoy convencida. Sí ya sé que, según tú, Halil y yo nos hemos enamorado a primera vista pero él es un "hater" del amor y yo sólo he visto finales felices en las películas. Suna, vi a mi madre sufrir por amor hasta el día de su muerte. No pienses mal, fue una madre amorosa, divertida y tuve una infancia feliz, pero a veces su mirada se perdía en recuerdos. Ella creía que yo no me daba cuenta pero sus ojos se entristecían de una manera... No dejó de amar a mi padre ni un solo día de su vida, Suna. Si el amor ha de comportar tanta tristeza quizás es mejor evitarlo. Oh Suna, en vez de animarte y decirte que todo saldrá bien con Ibo...

– No te preocupes Mevly. Soy consciente de en qué aguas me he metido sólo me falta decidir si salgo de ellas o me hundo definitivamente.

Mevly y Suna cambiaron de tema quedando en verse temprano al día siguiente en la cafetería, antes de empezar las consultas, para hacer inventario de prendas en la cueva de las maravillas. Mevly quería visitar también a Kara para ver cómo estaba. Pasaría muchas horas en el hospital y quizás coincidiera con él. Las dos amigas acabaron finalmente su té pensando en los dos hombres que les habían robado la paz mental, el corazón y el alma misma. Luego se levantaron y Suna insistió en acercarla a casa para que no tuviera que coger el bus. Mevly iba pensando en llamar a Halil cuando llegara a casa pero al pasar delante de un restaurante lo vio salir de él acompañado de un hombre mayor. Lo siguió con la vista y decidió dejar la llamada para la noche.

Halil llegó a casa, se quitó la chaqueta y dejó las llaves en el recibidor. Fue hacia el sofá, dejó sobre la mesita el libro que su tío le había regalado y se sentó con el móvil en la mano. Lo hizo girar entre sus dedos varias veces indeciso sobre si llamar a Mevly o mandarle un mensaje. No dejaba de recordar la cara de su tío mientras le hablaba de su amor frustrado. Si la llamaba... ¿qué le diría? ¿la verdad? "Quiero verte". Se moría de ganas por estar de nuevo con ella hablando, comiendo juntos, haciendo el amor... pero a dónde lo llevaría todo eso lo aterrorizaba. Sus padres se amaban y a pesar de ello acabaron destruidos ellos y destruido su pequeño hijo. Halil suspiró y dejó el móvil en la mesa. Vio los libros comprados el día anterior pero cogió el que le había traído su tío. ¡Harika! Estaba escrito en español. Un tratado de medicina del S. XIX en español. Al parecer todo acababa recordándole a Mevly. Volvió a suspirar y se tumbó en el sofá para abrirlo y comprobar cómo de oxidado estaba su español. Acabó quedándose dormido y despertando cerca de la medianoche. Se sentó frotándose los ojos y lo primero que hizo fue coger el móvil. Nada. Frustrado como nunca fue a la cocina a por una fruta y decidió acostarse para que acabara ya ese día.

Mevly había hecho la colada, escrito mails a sus amigos de Barcelona y ordenado su armario. Hacia las 20 horas fue cuando decidió mandar un mensaje a Halil. Había escrito y borrado varias veces el mensaje pero finalmente se decidió por "Siento haberme ido esta mañana pero me sentía confusa. Te debo un desayuno como disculpa" y lo mandó pero la respuesta que recibió la asombró bastante. "Merhaba. Creo que te has confundido de teléfono pero te deseo buena suerte con el desayuno y que te perdone". ¿Había apuntado mal el número de teléfono de Halil? ¡Genial Mevly! Se sintió tan estúpida que decidió que aquel día acabara pronto. Se metió en la cama con la Tablet para ver alguna película turca pero se quedó dormida antes de llegar a la mitad.

BARCELONA - ESTAMBULDonde viven las historias. Descúbrelo ahora