Capítulo 52

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Capítulo 52

    La mañana del sábado, Mevly disimuló ante Halil un dolor de cabeza diferente. El martilleo se acentuaba y menguaba pero no desaparecía del todo, por lo que se tomó a escondidas un relajante con la esperanza de tener una tregua hasta las pruebas del lunes. Mañana se lo diré a él, decidió, queriendo dejar pasar un sábado frenético de preparativos para la obra de teatro.

     Antes de sentarse a desayunar, Mevly fue a por el bolsito que había usado la noche anterior y sacó el colgante. Volvió a la mesa, besó a Halil en el cuello y luego se sentó a su lado mostrándole el cierre.

    – Dime que, además de cerebros, arreglas cierres – pidió Mevly tomando su taza de café con leche.

    – Lo siento, cariño, me dejé mi maletín de matasanos en el hospital – le frunció el ceño burlón y añadió – anda, dame, seguro que se abrió la argolla y sólo es cuestión de apretarla.

    – ¿Los dibujos de los niños los dejaste en el maletero? – quiso saber Mevly.

    – Evet, pero están sin envolver. No sabía si los querrías envolver tú y ponerles el nombre – dijo Halil maniobrando con el cuchillo la cadena del colgante.

    – Como hemos de pasar por mi piso, cogeré aquel papel de regalo con dibujos de la torre Galata para envolverlos luego en el teatro – Mevly se metió otro pisi con mermelada en la boca.

    – Y haz una maleta bien grande también, así la semana que viene podrás devolver las llaves del piso a la ONG.

    – ¿No hay prisa no? – preguntó Mevly con cara inocente.

    Halil la miró fijamente sin asomo de broma en sus ojos.

    – No quiero esperar... – suspiró – Tanto temer que te fueras... y luego los 4 días sin saber si podría recuperarte.... No cariño, algo está haciendo que el reloj vaya demasiado rápido y no me gusta. Te quiero en esta casa, cuanto antes mejor, y para siempre.

    La determinación de los ojos negros de Halil la atravesó haciendo que se sintiera amada y preocupada al mismo tiempo. Se acercó a él y le puso la mano en la mejilla.

    – Halil, me quedo en Estambul. Me quedo contigo, ¿Qué te inquieta?

    – Perderte. Es lo que he temido desde que te conocí – puso su mano sobre la de ella, giró la cara y besó su palma.

    – Pues deja de temerlo ¿vale? Hoy haré la maleta y la semana que viene arreglaremos todos los papeles con el hospital, el consulado, la ONG y con quien haga falta. Y mañana vamos a la torre Gálata y le contamos a la pareja de la leyenda que somos la tercera pareja, que nos queremos y que vamos a ser muy felices.

    – Estás loca, küçük beceriksiz – sonrió Halil.

    – Evet, y ahora ponme mi colgante, lütfen – pidió Mevly recogiéndose el pelo para que él pudiera colocárselo.

    Dos horas más tarde, Mevly se encontraba en su piso volviendo a llenar la maleta que había vaciado hacía un mes al llegar de Barcelona. Una vez cerrada, fue al salón a recabar todas las cosas que había ido comprando durante aquellas semanas, para que Halil luego la ayudara a bajarlas. Sólo haría falta otra visita al piso para acabar de recoger, limpiar y devolver las llaves a la ONG. Volvió una última vez a su habitación y tomó dos cosas de la mesita de noche. Una era el sobre con las hojas escritas por su madre, que todavía no había leído, y que guardó en el bolsillo trasero de sus vaqueros. Esa noche, cuando estuviera entre los brazos de Halil en su cama, abriría el sobre y las leería. Luego, entre Halil y ella recabarían todos los datos sobre su padre que Laia hubiera escrito y valorarían qué tan fácil sería encontrar a aquel hombre. Le faltaba por decidir si, una vez encontrado, se le presentaría como su hija o no.

BARCELONA - ESTAMBULDonde viven las historias. Descúbrelo ahora