Capítulo 36

814 66 1
                                    

CAPÍTULO 36

    Más tarde Halil y Mevly estaban acabando de comer cuando él propuso poner una película. Fuera seguía lloviendo y, una vez saciado de Mevly y de comida, no se le ocurría nada mejor que compartir con ella su sofá para ver juntos una película. Mientras recogían, iban hablando de gustos cinematográficos. 

    – Obviamente nada de películas de médicos o que transcurran en un hospital – pidió Halil metiendo platos en el lavavajillas.

    – Obviamente ¿por qué? – preguntó Mevly guardando restos en la nevera.

    – Odio ver errores en diagnósticos o síntomas – explicó él con aire de suficiencia.

    – Entonces te pasa lo mismo que le pasaba a mi madre. Era ver con ella una película basada en hechos históricos y tener que aguantarla criticando todos los errores. También entendía de arte y de vez en cuando un policía de Barcelona la llamaba para consultarle sobre delitos relacionados con obras de arte, falsificaciones... Creo que a ella le habría gustado ser Indiana Jones – sonrió Mevly recordando a su madre.

    – ¿Tienes alguna foto de ella en el móvil? – preguntó Halil acercándose para ponerse a preparar el café.

    – Claro, espera, te la enseñaré – dijo ella saliendo de la cocina y volviendo con el móvil en sus manos – esta es de la fiesta mayor de Barcelona. Tres meses antes de... – se calló.

    Halil la rodeó con un brazo y la acercó a su costado. Posó los ojos en la foto que ella le mostraba y entendió que su tío se enamorara de Laia Casals. De pelo castaño y enormes ojos ámbar la hermosa mujer sonreía desde un selfie donde abrazaba a su hija. Halil se fijó entonces el en colgante que llevaba la madre de Mevly y que era el que ahora custodiaba ella.

    – Estáis las dos preciosas y se nota que ese día lo pasasteis muy bien.

    – Sí, nos reíamos porque estuvo lloviendo toda la mañana, como suele ser normal el día de la patrona de Barcelona, pero fue salir nosotras de casa y salir el sol – le explicó ella con cara chulesca.

    – Seguro que hay una historia detrás de eso de que llueva siempre ese día... – dijo Halil controlando que el café no se saliera del cezve (cazo estrecho de fino latón y con un mango muy largo) puesto al fuego.

    – Pues se cuenta que la patrona original de Barcelona fue Santa Eulalia pero que más tarde se decantaron por Santa Mercè cuando esta los liberó de una plaga de langostas, total que parece que a la primera no le hizo gracia que la ningunearan y para vengarse, cada 24 de septiembre... llueve. Otros dicen que son las lágrimas de Santa Eulalia por haber sido olvidada.

    – Me encantan tus historias, cariño – dijo Halil sirviendo el café en dos tazas – oye ¿me mandarías esa foto? – preguntó esperando que ella no notara nada raro en su petición. Esa foto podía llegar a ser una prueba ante su tío de que Mevly era hija suya y de Laia.

    Mevly compartió la foto con Halil sin sospechar nada y luego se guardó el móvil en la sudadera enorme que él le había prestado. Toda su ropa seguía girando en la secadora.

    Una vez acomodados en el sofá con sus cafés y, ante la enorme televisión de Halil, buscaron la película donde salía el palacio sumergido y se prepararon para ver las aventuras de Robert Langdon. En un momento dado Halil soltó si apartar la mirada de la pantalla:

    – Me gustaría que quedáramos con mi tío para que te conozca. Aunque en la fiesta de re-inauguración del pabellón coincidiréis, estaría bien que ya os hubiera presentado antes.

BARCELONA - ESTAMBULDonde viven las historias. Descúbrelo ahora