Capítulo 28

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CAPÍTULO 28

    Caminaron hacia el piso de Mevly cogidos de la mano y en silencio.  Lo rompió Halil al pasar por un puesto ambulante cuando le preguntó:

    - ¿Tienes hambre? Hace rato que pasó la hora de comer.

    - Sí, me apetece un bocadillo. De albóndigas estará bien - pidió Mevly sacando su monedero.

    - Yo invito küçük beceriksiz. Siéntate ahí, ahora lo llevo todo ¿ayran para beber? - propuso Halil.

    - Evet - respondió Mevly sentándose en un taburete.

    Gracias a las estufas de pie diseminadas entre las mesas el frío no era tan cortante por lo que Mevly esperó a Halil notando el calorcito que expedían. Mirarlo mientras esperaba el pedido también la hacía entrar en calor. No es que fuera guapo, que lo era, era su magnetismo, su manera de moverse, su voz, cómo la miraba, todo aquello la tenía atrapada y asustada. ¿Qué hacía un hombre como él inteligente y de éxito con ella? se preguntaba Mevly. Parpadeó cuando él se giró con la bandeja y se acercó a la mesa con aquella manera de caminar.

    - Tienes la mirada perdida, pequeña española (en español).

    Mevly rió ayudando a repartir la comida por la mesa.

    - Tu acento español es peor que mi acento turco, doctor - le dijo desenvolviendo su bocadillo.

    - Yo sólo estudié español en el instituto y alguna asignatura en la universidad, lo tengo muy oxidado. Por cierto askim (cariño), te quería preguntar algo. La canción que escuchamos juntos antes de dormirnos ¿qué idioma era? sonaba dulce y triste pero no lo identifiqué - preguntó Halil antes de dar un mordisco a su midye tava (bocadillo de mejillones fritos)

    - Se habla en mi tierra, es catalán y pienso hablarlo cuando no quiera que entiendas lo que te estoy diciendo - dijo Mevly mirándolo traviesa.

    - Te responderé en chino, bènzhuo de xiao (pequeña torpe en chino). Oye, en serio, me gustaría bailar esa canción contigo, es casi tan preciosa como tú - le dijo Halil con voz ronca antes de beber un trago de ayran.

    - Es una de mis canciones favoritas así que cuando quieras podemos bailarla ¿por qué te pones de pie? ¿Halil? - preguntó Mevly al verlo  ponerse de pie móvil en mano.

    Halil la tomó de la mano para que se levantara, buscó la canción que ella le había mandado y le dio al play dejando de nuevo el móvil en la mesa. Pasó sus fuertes brazos alrededor de la cintura de Mevly pegándola a él y la miró buscando entrar en ese mundo que creaban entre los dos. Mevly subió sus brazos a los hombros de Halil y cruzó los dedos de sus manos tras la nuca de él. Podía jugar con algunos de sus mechones mientras se abría el alma para acogerlo y empezar a mecerse juntos. El frío había quedado fuera de ellos porque, uniendo sus miradas, prendían un fuego cálido de refugio para los dos. La voz del malogrado cantante de Sau recitó entre notas "en la tierra húmeda escribo..." y Halil y Mevly cayeron en su propia leyenda escrita con miradas anhelantes.

    Ninguno de los dos habría podido definir lo que sentían estando en brazos del otro, si alguien les hubiera preguntado. Las cuatro o cinco personas sentadas alrededor se limitaron a mirarlos de reojo, como cómplices mudos de aquel hombre y aquella mujer, y el dueño de la food truck les sacó una foto pensando que a la pareja les gustaría tener un recuerdo de ese momento.

    Cuando acabó la canción Halil bajó sus labios para acariciar dulcemente los de la mujer que había logrado mover el eje de su vida. El beso se le enredó en el pecho y Mevly también lo notó, entregando sus labios al hombre que la abrazaba como si fuera para siempre.

BARCELONA - ESTAMBULDonde viven las historias. Descúbrelo ahora