Capitulo 16.

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4 de julio de 1992.
Mansión Perevell.

Narra Ariadna:
En los últimos días no se había sentido muy bien. Se quedaba sin aire al bajar y subir las escaleras, su apetito había disminuido considerablemente y en la noche había empezado a tener pesadillas. Intento disimularlo pero era difícil, en especial porque Lex la conocía tanto como a la palma de su mano y su tío había notado su falta de apetito.

Ahora estaba caminando por las orillas del bosque, donde empezaba la línea de árboles. Penso que tal vez un poco de aire fresco le vendría bien, pero el aire no estaba fresco.

No había caminado mucho, tal vez unos cien o ciento y cincuenta metros, pero ya sentía que el aire le faltaba a sus pulmones, se sentó apoyando la espalda contra un árbol mientras recuperaba el aliento. Empezó a sentirse un poco mareada y le dieron náuseas, se concentró en inhalar y exhalar mientras recitaba una plegaria a Merlin. Luego de unos momentos las náuseas se fueron aunque seguía un poco mareada, decidió que era mejor volver a su casa antes de que volviera a sentirse peor.

Ya estaba llegando a su casa, la gran mansión se alzaba enfrente, solo tenía que dejar la línea en la que iniciaba el bosque para ir hacia el frente a la entrada principal o a la entrada lateral. Estaba por ir a la entrada lateral cuando paso una brisa fría que le erizo los pelos de la nuca, no supo que fue lo que le hizo esa brisa pero de repente sintió que no podía respirar, algo le oprimía el pecho y sintió la repentina necesidad de huir. Empezó a correr lo más rápido que pudo bosque adentro, no sabía que estaba haciendo o porque, solo sabía que tenía que correr.

Corrió y corrió entre los grandes árboles, hasta que las piernas y los pulmones le ardieron por el esfuerzo, se derrumbó en medio de todos los árboles y abrazó sus piernas mientras escondía su rostro entre sus rodillas. Lagrimas ardientes cayeron de sus ojos y su respiración estaba muy agitada, intento calmarse pero no podía. Iba a morir, estaba segura, iba a morir ahí. No quería morir, no aún, no así. Empezó a sollozar mientras más lágrimas caían quemándole los ojos y empezó a hiperventilar, sintió que el corazón se le iba a salir del pecho por lo rápido que latía, estaba temblando ¿Porqué estaba temblando? ¿Porqué no podía respirar? ¿Porqué iba a morir? No pudo responderse ninguna de esas preguntas.

Sintió que algo le quemó la muñeca así que levantó la vista para mirarla. Veía borroso por las lágrimas, pero veía lo suficientemente bien para notar que había algo rojo brillando en su mano ¿Era sangre? No era sangre, parecía una luz roja que salía de sus manos, le quemaba, le ardía. Ese ardor se extendió por su pecho y su garganta, dificultandole aún más respirar. Eso era todo iba a morir, ahí en medio del bosque, sola.

Un fuerte viento empezó a girar a su alrededor creando un remolino. El viento tenía esa luz roja como la de sus manos, hojas sueltas se unieron al remolino de viento y luz roja. Escucho gritos ¿Porqué estaba ahí? Todo había dejado de doler ¿Qué eran esas luces brillantes? Alguien gritó su nombre ¿Porqué lloraba? Lo último que vio fue a las luces brillar mucho y al viento acelerar, luego de eso todo se volvió oscuro.

Los Mellizos Peverell BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora